Capitulo 20

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— Señor se lo suplico— el hombre juntaba las manos mientras pedía misericordia, sus ojos estaban rojos y la voz le temblaba— ese departamento es el único lugar que tengo para tener a mi familia con un techo— se arrodilló y siguió suplicando a la parte oscura de la habitación— le pagaré todo lo que debo, pero por favor no nos eche a la calle— a este punto el hombre ya tenía unas cuantas lágrimas en su rostro y la nariz roja.

En una esquina de la habitación, donde no llegaba la luz del día, se percibían unos imponentes ojos amarillos en medo de la oscuridad, brillaban como si de un gato se tratase y no se movían ni un solo milímetro.

—Ya debes cinco meses de renta Bill— dijo, su voz era rasposa y el único movimiento que pudo observarse fue un ligero parpadeo.

—¡Lo se señor!— entrelazó sus propias manos y apretó fuerte, como si fuera a lograr que cambiara de opinión— De verdad lo he intentado, pero tengo que darle de comer a mis hijos— el pobre hombre tiene un minúsculo salario de constructor y su esposa no puede ayudarle con los gastos porque está terminal.

El portador de esos ojos amarillos se dejó ver, salió de las sombras y dejó que la luz lo cubriera.

Era Crowley, su cabello ahora le llegaba hasta los hombros y seguía de ese color tinto, aún vestía ese traje negro y un cigarrillo adornaba sus labios.

El hombre tragó saliva al verlo, agachó la cabeza y se quedó quieto; Crowley imponía terror, sus ojos carecían de brillo, era como si tuviera una mirada muerta y su piel era tan pálida que no sería difícil confundirlo con un cadaver.

Bill nunca lo había visto tan claramente, toda la interacción que tenían era a través de esa barrera de oscuridad que no le permitía ver con claridad a su arrendatario.

—Bill, Bill, Bill— tarareó el demonio— ¿Qué te hace creer que me importa?— soltó— tus asuntos no son mi problema— el hombre lo miraba con los ojos abiertos como platos— ¿acaso yo enfermé a tu esposa?— preguntó.

—N-no señor— bill rompió en llanto, el pobre apretaba los labios para evitar formar un puchero.

— ¿Acaso son mis hijos los que viven ahí?— preguntó de nuevo.

—No señor, s-son míos—

—!Exacto! Son tuyos— aplaudió tres veces y siguió— Tu esposa, tus hijos ¡TU! Problema— inhaló hasta que sus pulmones se llenaron de humo de cigarro y después exhaló todo en la cara de Bill, el hombre tosió por el olor y soplo para que el humo se alejara de su cara— ¿Tan siquiera recuerdas cuánto debes?—

La renta está a seiscientas libras por mes y lleva cinco meses sin pagar, matemáticas simples, no es tan difícil— Tresmil libras, señor— limpio su rostro y metió su mano al bolsillo derecho de su chaqueta—N-no tengo dinero, todo se fue en el medicamento de mi querida Lorain— sacó su mano hecha un puño, dejando notar que algo había dentro de ella— p-pero le ruego que por favor acepte esto— abrió su mano temblorosa, enseñando un anillo dorado y un viejo Rolex— es el anillo de bodas de mi madre y-y el reloj le perteneció a mi padre, son los objetos más valiosos que tengo y estoy dispuesto a dárselos si con eso logro compensar la deuda, aunque sea solo un poco— tomó la mano de Crowley y deposito los objetos en ella.

El pelirrojo analizó las baratijas que posaban es su mano, debe confesar que muy en el fondo sintió pena por Bill— Como te odio— sacudió un poco las baratijas y se las regreso al hombre— Te doy dos meses más Bill— el hombre cambio por completo su expresión de preocupación a una de alegría contenida— Solo dos meses ¿Me escuchaste?— apuntó con el dedo de la manera más amenazante que pudo.

—¡S-Si señor!— rápidamente guardó de vuelta en su bolsillo sus tesoros y volvió a ponerse de pie—!Muchas gracias señor!— agradeció fuerte, demasiado fuerte para el gusto de Crowley.

I'm not nice...You are (good omens) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora