Capitulo 22

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Era poco el tiempo que llevaban en su recorrido, pero el suficiente para poder catalogarlo como una experiencia de lo más curiosa, Crowley era carcomido por las asfixiantes ganas de querer hablar con el pequeño y Tony admiraba maravillado el interior del auto, cada uno con su atención enfocada en cosas totalmente diferentes, dando como resultado que ninguno pronunciara una sola palabra.

El pelirrojo menor se moría de ganas por tocar todo de aquel artilugio tan viejo, pero su educación no le permitía hacer nada sin pedir permiso o preguntar antes; al ser criado por un ángel es un niño sensible y educado, todo lo que un padre querría en su retoño, lo único "malo" es que es demasiado tímido y suele quedarse con las ganas de ciertas cosas por miedo a ser regañado o juzgado.

Ahora está con unas ganas atroces de posar sus manitas en cualquier parte que no sean sobre sus piernitas, incluso a pensado en hacerlo cuando el amigo de su padre se distrae, pero no lo hará porque eso no sería nada correcto; para mitigar la tentación menea sus piernas hacia adelante y hacia atrás, logrando distraerse momentáneamente.

—Así que...Tony— dijo sin quitar la vista del camino, tener a un niño en el auto lo obliga a fijarse en la calle y a no exceder los límites de velocidad— ¿Cuántos años tienes?— preguntó, necesitaba romper ese hielo.

Tony salió del trace de asombro y volteó hacia el conductor—cuatro— respondió mientras levantaba la misma cantidad de dedos en su mano derecha.

—Ya veo— dijo con un tono que simulaba asombro—Todo un adulto— sabe como lidiar con niños y sabe que les encanta que los comparen con adultos.

—Sipi— asintió fuerte con la cabeza— yo ya soy muy grande— estiró sus brazos hasta arriba para dimensionar lo grande y adulto que era.

—Gigante— corroboró.

En medio de su charla se vieron en la obligación de detener el auto por un semáforo en rojo, esto le dio a Crowley la oportunidad de poner más atención al menor.

—Te llamas Crowley ¿verdad?— ese nombre le suena de toda su vida y quiere corroborar una cosita.

—Es uno de mis nombres, me llamo Anthony j Crowley— explicó.

—¿Qué significa esa jota?— preguntó con una carita de duda, nunca antes había conocido a alguien que tuviera en su nombre una j que flota en la nada.

El mayor sintió una bofetada de nostalgia, esa preguntó lo llevó a cuando salvó a Zira en esa iglesia por allá en los cuarentas. Lo más sorprendente es que hizo la misma cara de confusión que lució en el rostro del Angel al hacer la misma pregunta.

—Ehh...solo es una jota— dijo sin más, no hay una explicación, pensó que sonaba bien y ahí la dejó.

—Oki doki— aceptó la respuesta sin chistar, para el es mas que suficiente— es gracioso que te llames como el Crowley de las historias de mi papá— no lo notó, pero el pelirrojo casi muere al escuchar eso.

—¿Historías?— preguntó mientras disimulaba lo mejor que podía las ganas de escuchar más sobre eso; después de preguntar el semáforo cambio de color a verde, así que dejo de mirar al infante pero escuchaba atentamente mientras conducía.

—mi papi me cuenta historias antes de acostarme en mi camita, siempre habla de su amigo de la infancia Crowley—comenzó a narrar el pequeño— dice que lo conoció cuando eran niños en el jardín de la señora Edén, y me cuenta todas sus aventuras con él—

El mayor hinchó el pecho por el orgullo y dejó salir una media sonrisa, eso no estaba nada mal— Yo soy ese Crowley—aseguró; si fuera un perro estaría meneando frenéticamente su cola de un lado a otro.

I'm not nice...You are (good omens) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora