Capitulo 29

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—¿Qué tal quedó?— preguntó emocionado el pequeño Niño mientras sacudía una carta que él mismo hizo y decoró.

San Valentín por fin habían llegado y eso era algo que le emocionaba demasiado, no negará que le causa un poco de tristeza no poder asistir a la escuela ya que ahí es donde más cartas y dulces recibe por parte de sus amigos, pero rápidamente olvida ese detalle cuando recuerda que Crowley es su mejor amigo.

—Te quedó preciosa corazón— alagó el Ángel sin dudarlo, la cartita era de un color verde muy claro y estaba llena de mariposas y corazones que hizo completamente a mano y sin ayuda, porque a sus palabras "ya soy un niño grande y yo puedo solo"— ¿A quien se la darás?— preguntó mientras resolvía
un crucigrama del periódico.

Ambos estaban en la mesa de la cocina y aún era temprano, pero la impaciencia del pequeño por empezar con sus cartas pudo más que las ganas de dormir de su padre.

Aprovechaba que desde hace días ya no se sentía mal y que el único rastro de su cuerpo que grita enfermedad eran sus ojitos inyectados en sangre que para el es incapaz de ver o notar, Aziraphael se encargó de eso cubriendo los espejos.

—¡Es un secreto y no puedo decirte!— contestó deprisa ante la interrogante de su padre— Aunque podría darte una pista si me das una galleta— dejó salir una sonricita malvada que heredó por completo de Crowley y hundió su cuello cuál tortuga mientras reía.

El padre dobló a medias el periódico y sonrió, no puede negarse ante tal negociación.

—Eso solo amerita media galleta, si quieres una completa tendrás que decirme el nombre—

—¡Hecho!— ni siquiera lo meditó, incluso le diría el contenido de la carta si con eso consigue comerse una de esas galletas con fresas que tanto adora, el azúcar es como su droga y todos sabemos de que padre sacó tal gusto.

—Muy bien— dijo triunfante mientras se levantaba para conseguir el cotizado premio, fue a la repisa donde tenía el garrón lleno de galletas y sin mucho esfuerzo lo alcanzó, sacó la primera galleta que su mano sostuvo y después regresó el garrón a su lugar.

Volvió a la mesa y extendió el postre al pequeño que estiró los brazos para conseguir su soborno mucho más rápido.

El ángel le brindó la galleta dichoso y Tony no tardó en darle una gran mordida.

—¿Como haces que queden así de ricas?— preguntó con duda genuina mientras aún saboreaba la mezcla de fresa y galleta en su boca.

—Les pongo mucho amor— aunque suene cliché es totalmente cierto, todo lo que es para su pequeño tiene dosis exorbitantes de amor.

Eso le dejó una duda muy grande, duda que tiene que eliminar para no volverse loco—Entonces... ¿Si le doy una de estas galletas a alguien qué está triste dejará de estarlo?— el amor vuelve a la gente feliz ¿verdad? Entonces para el tiene todo el sentido que cualquier persona que coma de estas galletas dejará de estar triste.

Tal comentario derritió su corazón de amor, es como si Tony fuera una maquina que solo sabe decir cosas dulces y enternecedoras.

No quería romper su ilusión e inocencia asi que contestó— ¡Por supuesto! ¿Sino que sentido tiene?—

—¿También podrían quitar el enojo?— preguntó aún más intrigado.

—¡Claro que si! Todos los males se curan con unas ricas galletas de papá—

Tony dejó de masticar y se quedó con medio bocado en la mejilla, sus ojitos miraron fijamente a la galleta y todo su ser gritaba que tenía una gran idea.

I'm not nice...You are (good omens) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora