𝕏𝕏𝕀 : 𝔈𝔏 𝔠𝔦𝔢𝔩𝔬 𝑦 𝔢𝔩 𝔦𝔫𝔣𝔦𝔢𝔯𝔫𝔬 ɪɪ

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Harry estaba acurrucado en el pecho de Severus, no podía estar más feliz, el pelinegro le había expresado su amor en cada caricia dada durante el sexo. No, definitivamente no era sexo, Snape le había hecho el amor en todos los sentidos.

Harry - mi Severus, te amo.

Fue un susurro que le hizo estremecer, porque, decirlo era una forma de confirmar que no era un sueño, su amor era correspondido.

Se levantó, le dolía un poco la cadera y el culo, pero por lo que tenía entendido podría ser peor. Severus ya le había avisado y le había preparado con una receta que calmaba la zona, por lo que no podía quejarse.

Caminó hasta una mesa del comedor, donde aún residía el paquete de galletas de la Weasley, y no iba a mentir, el sexo da hambre. Pilló una galleta, pero sentía que algo estaba mal, su instinto le decía que ese dulce no era de fiar.
Por más que sentía eso, como buen Gryffindor se lo metió en la boca, su estomago le pedía comida y a falta de otra cosa.

De repente se empezó a marear, y lo más raro, le surgió ganas de ver a Ginny. Suponía que quería darle las gracias por el dulce, por lo que se vistió y se fue, al campo de Quidditch donde ella siempre entrenaba.

...

Severus Snape estaba aturdido, era la primera vez que dormía tan a gusto, solía sufrir insomnio o pesadillas. Luego de refrescar la memoria, le surgió pánico al no ver al adolescente a su lado, ¿Se habría arrepentido? ¿Este era el final? ¿Porque dolía tanto?.

No, primero tiene que tomar una ducha de agua fría, seguramente Harry había tenido que hacer algo o ver a alguien.

Fue a dar una vuelta, pasando por el campo de Quidditch, le divertía la popularidad de un juego tan bruto. Pero se paró en seco, a lo lejos vio a Potter besando a la señorita Weasley, sabía que el castaño se iba a arrepentir.

Sev - Soy idiota, es obvio que no le iba a gustar a Harry.

Se fue directamente al despacho de Minnie, si no hablaba con alguien, acabaría emborrachando-se hasta olvidar su nombre. Y lo más doloroso, ver a todas aquellas parejas disfrutar, jóvenes caminando por los pasillos de la mano y cuchicheando palabras de amor.

Pero Snape no iba a soltar una lágrima, no iba a gritar hasta romper sus cuerdas vocales ni iba a hacer algún gesto de molestia, no le daría ese gusto a nadie.

Al llegar a la gárgola, dijo la contraseña y subió las escaleras con rapidez, pero con su elegancia natural. Minerva estaba hablando con el cuadro de Dumbledore, por lo que se sorprendió al ver a Severus.

Mcgona - ¿Severus?¿Que ha pasado?

Sev - p-puedo...

Una fina lágrima había salido de sus ojos, mientras sus manos temblaron de forma disimualda.

Mcgona - Albus, hablaremos después.

Dumb - Bien, pero si necesitáis algo...

Sev - Puede quedarse, no me importa.

Mcgona - Me preocupas, por favor toma asiento.

Sev - G-gracias...

La directora le miró con compasión y le sirvió una taza de te verde, pocos sabían que Snape adoraba esa bebida, pero lo más importante no era eso.

Mcgona - ¿Que ha pasado?

La sala quedo unos segundo en silencio, McGonagall decidió no presionar, el simple hecho de ver las emociones de Severus significaba su sensibilidad.

Sev - Sabes que Ha- Potter y yo estábamos saliendo.

A Minerva le picaba la curiosidad, el profesor estaba hablando en pasado y se refirió a Harry como Potter.

Sev - Ayer estabamos bien, pero las cosas subieron un poco de temperatura...

Severus tenía la mirada perdida y un pequeño sonrojo, pero después su cara se volvió gélida como alguien en presencia de un dementor.

Sev - Hoy le he visto besarse con Ginny en el campo de Quidditch, le estab sujetando de las caderas y claramente estaba devolviendo el afecto...É-él parecía feliz y yo...

Mcgona - ¡Ohh! Mi querido Severus, ven aquí.

La mujer le envolvió en sus brazos, transmitiendo calor y seguridad, como una madre cuando consuela a su hijo.

Sev - Contaba con que se arrepentiría, pero ¡Duele! ¡Duele MUCHO!

Mcgona - Tranquilo todo se resolverá, de momento, ¿Que tal si me ayudas junto con Dumbledore a como organizar las festividades próximas?

Sev - Supongo que no tengo problema.

Mcgona - Y si te encuentras mal, ves a la habitación, ya le pediré a un elfo que te cuide.

Sev - No soy un niño Minnie.

Mcgona - No lo eres, pero eso no significa que tengas que hacerlo todo tú.

La anciana le soltó y se sentó para hablar con el retrato del exdirector y con él, no era eterno pero era una buena distracción.

Aún así, en su mente estaba maldiciendo a Harry Potter, ella había amenazado a Severus de que no le haga daño y el niño se atreva a ponerle los cuernos.

No, eso no lo podía permitir, por lo que para seguridad de Potter, lo mejor era definitivamente no cruzarse.

𓀬

𝐸𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑜𝑠 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑒, 𝑡𝑜𝑚𝑎𝑑 𝑙𝑎 𝑑𝑜𝑏𝑙𝑒 𝑎𝑐𝑡𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜𝑛 𝑝𝑜𝑟 ℎ𝑎𝑏𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑡𝑟𝑒𝑚𝑒𝑛𝑑𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑖𝑛𝑎𝑐𝑡𝑖𝑣𝑎, 𝑛𝑜𝑠 𝑙𝑒𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑒𝑙 𝑗𝑢𝑒𝑣𝑒𝑠.

𝐶𝑢𝑖𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 ( 𝑆𝑛𝑎𝑟𝑟𝑦)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora