XXIII : Conflicto

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Ginny y Harry estaban besándose al lado del lago negro, con algún roce casual, pero sin intención de llegar a más. El sol estaba empezando a ponerse y teñía el cielo de un precioso tono naranja, que solo resaltaba su cabello pelirrojo.  

Pero algo no era igual, si bien estaba tentado a seguir besando a Ginny, se sentía vacío, pues había algo en su interior que estaba terriblemente triste y frustrado. Las voces en su cabeza eran muy diferentes, mientras unas gritaban seguir el beso, otras le suplicaban con un susurro que parara de una condenada vez, que no estaba bien. 

Hasta que se hizo un silencio sepulcral, todo a su alrededor parecía haberse parado, ni siquiera el lío en su cabeza era tan ruidoso como lo había sido estos últimos días. 

Entonces algo raro pasó, su magia parecía revolotear a su alrededor casi como un tornado. Apenas pudo reaccionar cuando sintió que todo volvía, sus recuerdos, sentimientos, su traición. 

Entonces todo volvió a su lugar, como si esto no hubiera pasado, y el tiempo pareció retomar su cauce, mientras los pájaros volvían a cantar. 

Ginny - ¿Harry? 

La pelirroja estaba sorprendida, el castaño había retrocedido como si su roce fuera dañino, pero no podía ser. No, ella se encargó de suministrar la poción cada 20 horas, incluso el tonto de Snape no se había podido dar cuenta.

Harry - ¡Tú! ¡Me has hechizado! 

La directora hizo acto de presencia, parecía desorientada, pues según lo que había dicho su amigo, el niño debería seguir teniendo el efecto. 

Mcgona - ¿Que está pasando aquí? 

Harry - ¡Weasley me ha hechizado!

Ginny - N-no es verdad. 

Harry - ¡Mentirosa! Como por tu culpa pierda a Sev o a Teddy, date por muerta. ¡Me voy! No te nos acerques, si te toleré fue por nuestra antigua amistad, pero está claro que no sabes los límites. 

Ginny - Vamos Harry, somos el uno para el otro...¿No te acuerdas? 

Harry - No, no somos el uno para el otro, nunca lo hemos sido¡Por el amor de dios! ¡Directora haga algo!

Mcgona - Señorita Weasley, a mi despacho ¡Ahora! Y usted señor Potter, por suerte el profesor Snape tiene un antídoto para la amortenia.

Harry - Gracias profesora, pero por más raro que parezca, simplemente ha dejado de funcionar.

Mcgona - Da igual, ven, tenemos que hablar.

Y entonces se dió cuenta, la directora era una de las mejores amigas de Severus, era claro que estaba resentida. Dejó sus nervios atrás y la siguió, igual que Ginny.

Al llegar al despacho, lágrimas salían al ver a Snape con Teddy, se sentía altamente culpable. A Severus se le estrujó el corazón, pues sabía que Harry estaba bajo un hechizo, pero eso no hacia que doliera menos la falta durante ese tiempo.

Harry - Y-yo...

Sus manos temblaban, sus lágrimas salían a chorros y su voz parecía no querer funcionar. Se sentía una mierda en ese momento, pues su amado se preocupó por él, aún haber estado con Weasley.

Sev - Minnie, coge al peque.

Minerva acunó al pequeño, sin quitar sus ojos de la pelirroja.

Harry - Soy un monstruo.

El castaño se tiró a los brazos del azabache, no podía aguantar más, necesitaba escuchar el corazón del contrario, sentir el calor, esperar que pudiera perdonarlo.

Harry - Os he traicionado, no merezco perdón, y-yo lo siento...

El mayor solo le daba caricias en el pelo, conmovido por las disculpas de Harry, no pudo guardar rencor alguno.

Sev - está bien, no eras tú, no pasa nada.

Mcgona - En cuanto a la señorita Weasley, ya he llamado a sus padres, además de que han sido informado de que su hija será expulsada del centro durante un período que está por decidir. Da gracias Ginevra de que no ha llegado al ministerio, porque sinó podría der mucho peor, administrar esta pocion en un estudiante o menor es mucho más grave que un adulto. Además, estamos hablando de un héroe de guerra, uno de la orden de Merlin y descendiente de una noble casa, digamos que hubieras pagado durante toda la vida.

Ginny - ¡¿QUE?! ¡Harry! Dile que no es para tanto.

Harry - ¡Me has DROGADO! Podría haber perdido la poca familia que tengo y hubiera sido infeliz ¿Y quieres que te defienda? ¡Que te den!

Severus instintivamente abrazó más fuerte a Potter, si no se hubiera dado cuenta, podría haberle creído, o ¿hubiera querido creerle? Su escepticismo era muy caprichoso, pero por suerte pudo ver la trampa.

Ginny - ¡Profesora McGonagall! Yo solo quería su amor, no lo he hecho por mal, no puede dejar que me pase algo malo.

Mcgona - Eres una adulta, para bien o mal, te toca llevar el precio de tus acciones.

Ginny - ¡Quiero a mi madre aquí!

Mcgona - Creeme que no tardará mucho en llegar, pero dudo que esté a tu favor esta vez, señorita Weasley. 

Ginny - ¡NO ES VERDAD!

Harry - ¡No Grites! ¡ Te juro que si no fuera por Sev y el señor Weasley, ahora mismo estarías bajo tierra! 

Sev - Harry... No pierdas el control. 

Harry - L-lo siento. 

Ginny - ¡Ugh!

Sev - Como vuelva a gritar, le juro que le lanzo un maleficio Weasley, y no será de  cosquillas. 

Mcgona - Severus, no pierdas los papeles ahora.

Sev - Lo siento Minerva. 

Entonces la red flu del despacho se encendió, dejando pasar a tres Weasleys. 

Molly estaba con lágrimas en los ojos, abrazando a su pequeña. 

Molly - Minerva ¿Que le ibas a hacer a mi pequeña? 

Arth - ¿Molly? 

Molly - tu calla, nunca llegarías a entenderlo. 

Arthur estaba tenso, pero solo Severus se dio cuenta de la rabia y dolor que tenían los ojos del pelirrojo. 

Mcgona - ¡Molly! ¿No has recibido mi carta?

Molly - Por supuesto, casi me da un infarto ante el nombre de Azkaban. 

Percy - Ginny, sabes que memoricé muchas de las normas, en una de ellas se menciona la ilegalidad de la amortenia en menores. 

Ginny - ¡Se supone que estas de mi lado!

Percy - y lo solía estar, pero tengo una deuda con Harry y tus actos son mezquinos. 

Molly - ¡Seras idiota! ¡Tendrías que estar apoyando a tu pobre hermana! 

Arth - ¡MOLLY! Harry es como nuestro hijo, ¿enserio vas a actuar así?

Molly - Es solo una niña enamorada Arthur. 

Mcgona - Ejem. estais en un despacho, mejor que os senteis para hablar como personas normales. 

Harry - ¿Me puedo ir? 

Mcgona - Me temo que no Harry, necesitamos que la señorita Weasley entienda la gravedad del asunto, y según las reglas, tu decidirás el castigo. 

Sev - ¿Y donde entro yo?

Mcgona - Como pareja de Harry, creo que querras darle apoyo ¿o me equivoco? 

Severus suspiró, pero no dijo nada. 

La directora agitó la varita y aparecieron sillas iguales para todos, creando un semicírculo delante del escritorio. 

Mcgona - tomen asiento. 

Todos se sentaron, sabiendo que la reunion iba para larga

𝐶𝑢𝑖𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑎𝑙 𝑝𝑟𝑜𝑓𝑒𝑠𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑝𝑜𝑐𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 ( 𝑆𝑛𝑎𝑟𝑟𝑦)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora