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—Tendrias que haber visto como invoque al gran sapo, como nos transformamos y pudimos vencer sin ningún problema a Gaara. Una locura, te lo juro oneechan. Salve a Sakura de sus garras y pude terminar el trabajo de Sasuke, soy el mejor.  No hay duda, lo sé, dattebayo.

El rubiecito no paraba de hablar mientras la pelinegro terminaba de guardar sus cosas en la mochila para volver a la casa, ya que por fin le habían dado el alta en el hospital después de los cuidados tras su pelea con el niño de la aldea de la arena. No estaría tanto en el hospital, apesar de que fue Naruto quien se enfrentó más a Garaa y el Shukaku no corrió riesgo en ningún momento. Eso se lo debía al zorro de nueve colas y su capacidad de sanación.

La chica asentia a todo lo que el menor decía e intentaba mantenerse en paz, el tema de los arreglos y los preparativos para el funeral habían sobrecaido todo en Eiji y ANBU. Ella desde el atentado de hace dos días, se había mantenido activa sin poder dejar su puesto, ya que no tener al Hokage ya era una revolución, sumando los destrozos y algunas pérdidas de shinobis, pero por suerte cero bajas de civiles.

—¿Hoy es el funeral al viejo Hiruzen, verdad?

El cambio de voz y el sentir un ambiente más tenso hizo que Futaba alzara su cabeza para mirar al menor quien mantenía la cabeza agacha mirando sus palmas. La pelinegra cerró la mochila y se acercó al joven que se mantenía sentado en la esquina de la cama con sus piernas colgando mientras la esperaba a ella.

—Asi es, ya prepare tu ropa en mi casa debemos estar listos ambos para esta tarde, nos vendrá a buscar Kento después de su turno.

Naruto vaciló por un momento. Futaba sintió ciertos nervios al no saber cómo actuar, un momento él estaba feliz repitiendo la misma historia de como salvó el culo de sus compañeros y el de la aldea, para otro momento pasar a hablar sobre la muerte de Sarutobi.

—Yo... Todavía... Me es difícil entender lo que le pasó al viejo —su voz era suave, no aquella chillona que ella conocía —El era bueno conmigo.

Futaba se sentó a un lado del rubio y suspiro, no podía contradecirlo. Ella sabía que Sarutobi faltó a la palabra de Minato y Kushina, pero siempre fue conciente de que podría haber sido peor dejándolo totalmente desamparado. También recordaba que de alguna manera el viejo solía intervenir cuando su padre la mandaba a la guerra o la hacia desvivirse entrenando para el clan. Sarutobi no era Minato, pero aún así hacia por parte su trabajo. Sabe que Naruto tiene un gran aprecio hacia él y no va a poder cambiarlo, no lo hizo antes y no lo haría ahora.

—El dió la vida por su aldea, como un Hokage lo tiene que hacer —Futaba comentó —Y aunque fuera una obligación, yo siempre pienso que los seres humanos tenemos la capacidad de elegir en algunos aspectos y creo que el la tuvo, tuvo la opción de huir... pero aún así no lo hizo. Dió la vida por su pueblo, por nosotros. Eso es admirable.

Reflexiono en voz alta teniendo la atención del menor.

—Como el cuarto Hokage.
Agregó el chico, Futaba lo miro atónita ante aquella mención pero rápidamente rio y puso la palma de su mano en su cabeza para acariciarle ganando un sonrojo por parte del otro.

—Asi es, como el primero y el segundo también —llevo su mano al mentón del niño y lo alzó para que le mirara con más atención —Si quieres ser Hokage, Naruto. Debes entender que estas cosas pueden pasar, debes estar dispuesto a dar la vida por todos, incluso por aquellos que un día se burlaron de ti.

Él trago duro sintiendose por un momento nervioso ante la mirada penetrante de la mayor.

—Quiero ser Hokage, Fu-chan.

Esas palabras le salieron tan familiar que incluso quiso gritar. Pero nunca las cuestionaría.

—Entonces ahí estaré, si hace falta daré mi vida antes que te suceda algo a ti. Te protegeré cueste lo que cueste, porque para eso es lo que vivo.

ASAHI FUTABA - Hatake Kakashi |Naruto|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora