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El plan de Naito era simple: Padre se iría para despedir a Alto y entonces, inventaría una excusa e iría a la escuela junto con la maleta en que pondría todo su equipaje. Para que no sospecharan, se marcharía con Contor y en agradecimiento por sus servicios, le entregaría un café frío con somníferos dentro. Y ya dormido, se cambiaría de ropa y saldría por la puerta trasera para ir al centro comercial que estaba justo en la esquina y en donde Rayan y Ain lo estarían esperando. Juntos, caminarían hasta el puerto de Viyod y una vez allí, se cambiaría de atuendo nuevamente. Aunque por supuesto, eso no podría ser suficiente. Tendría que cambiar su forma de andar, la manera en la que curvaba la espalda, tal vez hasta el color de su cabello. Iría y compraría dos identidades falsas con uno de los amigos íntimos de Ain, tomaría un bote y entonces, desembarcaría en la isla Kunzan. De allí se trasladaría a otro puerto y abordaría un barco hacia un país insular... Todos los planes estaban cuidadosamente guardados en su cabeza por lo que, en la fecha y hora prometidas a Rayan, le dejó un mensaje de texto que le decía el lugar específico en el que tenía que esperarlo.

 "Te ves bien."

 Padre habló de repente. Tenía pan en la boca y lo estaba viendo de una manera bastante atenta. Naito sonrió y sin responder, miró en dirección a la sopa y volvió a hundir su cuchara hasta el fondo. Padre parecía muy entretenido comiéndose el pan mientras el chef, junto a la mesa, trataba de cortar un enorme cerdo asado. Cuando padre se levantó y tomó el cuchillo bajo la excusa de que él tenía una técnica excelente para hacerlo, Naito retrocedió como si hubiese logrado asustarlo. Un cuchillo en la mano de su padre no es algo que quisiera ver diariamente. En el momento en que cortó la carne con una sonrisa deslumbrante, aunque todavía lucía amenazante, la atmósfera cambió rápidamente y se formó la ilusión de que era una comida increíblemente normal entre padre e hijos.

 Papá primero le dio a Naito el corte más grande y delicioso y luego ofreció lo demás para Alto. El hombre, que había cortado la carne, se sentó lentamente junto a la mesa y volteó el cuerpo en su dirección mientras preguntaba:

 "¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?"

 La voz era más dulce y suave que el pan con mantequilla y le cosquilleaba frecuentemente en los oídos. Naito tosió y murmuró: "Si." Y luego apuñaló el cerdo que su padre le había servido, utilizando un tenedor. Le dolía demasiado la garganta así que no podía comer bien la carne. Se alimentaba únicamente de productos blandos o molidos y tenía que conformarse con mirar a otros comer. Padre sabía que le encantaba la carne y desde el día después de que logró salir de cama, el cerdo había estado rondando por su mesa constantemente hasta el punto en que ya estaba cansando de la carne... Sin embargo, hasta que se escape piensa que tiene que ser obediente y gentil así que Naito levantó silenciosamente el tenedor y el cuchillo. Cortó la carne y se la metió en la boca... Delicioso, estuvo de verdad delicioso. 

Después de comer varias veces, papá tomó el tenedor de sobre la mesa. 

"Naito". 

"Sí."

 Su padre cantaba "Naito" mientras cortaba su propia carne. Naito desvió la mirada porque en realidad no quería verlo. Cuando observa la cara de su padre y deja que, entre más de la cuenta en su respiración, se pone nervioso y su espalda comienza a enfriarse. Tenía la ilusión de que un centenar de hormigas corrían descontroladamente hasta su garganta así que, en definitiva, prefería observar su propio plato. Sin embargo, no importaba cuán fuerte fuera, todavía no lograba superar la fuerza física de su padre así que cuando papá extendió la mano y agarró la barbilla de Naito para que lo viera directo a los ojos, no pudo hacer nada para negarse: 

"¿Estás pensando en ignorarme?"

Papá preguntó con una cara sonriente, como si él fuera la víctima en lugar de Naito. 

Una noche solo para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora