Ain tragó saliva debido a los temibles ojos, músculos y tamaño del hombre que estaba viendo por primera vez en toda su vida. No podía decir nada, aunque evidentemente se sentía sorprendido por el cambio de atmósfera que producía el guardaespaldas... Y ya que su personalidad parece imperturbable, Naito estaba de tan mal humor que entró por la puerta de la escuela sin saludar o reparar en nadie.
La ceremonia de graduación será pronto por lo que parece común que el ambiente dentro de los salones y por los pasillos se vea increíblemente desorganizado.
Naito se puso una gruesa bufanda en el cuello y se tapó la boca.
"¿Quién es este hombre?"
"Un nuevo guardaespaldas".
Naito respondió brevemente, pero quizá a Ain no le gustaba mucho la respuesta porque había gruñido igual a si fuera un perro bravo. Sin embargo, Ain, como la mayoría de los jóvenes de su edad, lo olvidó rápidamente entre las veces que estaba maldiciendo y la preparación anticipada a sus cigarrillos importados. Los había puesto en su bolsillo, aunque fumar en la escuela estaba en contra de las reglas.
Naito esperó el momento indicado y arrastró a Ain hasta un gimnasio apartado de todos los otros salones. Suele utilizarse muy poco así que podía considerarse un lugar seguro para contar secretos... Ain y Naito se fueron al rincón más alejado, donde no había luz o ventanas. Casi pegados a una pared. Ain se paró frente a Naito mientras sacaba el paquetito de cigarrillos que luego agitó frente a su cara. Se puso uno en la boca y dijo:
"¿Tienes algo que decir?"
"Sí, tengamos una conversación apropiada ahora que puedo."
Naito le dio a Ain un montón de dinero que había preparado de antemano. Un fajo tan gordo que los ojos de Ain se agrandaron el triple.
"¿Qué es esto? ¿Una especie de soborno?"
Como Ain estaba mordiendo un cigarrillo, su pronunciación era bastante aplastada y torpe. Aun así, Naito lo entendió en un instante:
"Con este dinero, ¿Puedo comprar una identidad nueva?"
Los brazos de Ain se cruzaron ante la pregunta de Naito. ¿No es posible? Naito se asustó en un instante solo de pensarlo. Seguramente sonaba a locura, pero Ain era el único con el que podía recurrir hasta el final cuando se trataba de esta clase de asuntos. Entre los "vagos ricos" bien educados que abundan por allí, Ain era alguien que abiertamente podía entrar a cualquier callejón trasero, negociar con los chicos de barrios bajos y salir en una sola y perfecta pieza.
"Mi padre también prohibió que saliera los fines de semana así que... Estoy desesperado".
"Entonces, ¿Cómo piensas escapar si no puedes ni salir de la casa?" Ain escupió el humo del cigarrillo lentamente de su boca. Miró a Naito y luego miró hacia arriba. "Puedo ver qué consigo, pero..."
"Entonces, ¿Mientras tanto puedes comprarme un teléfono celular a nombre de otra persona?"
"Yo puedo hacer eso, claro. Lo logré varias veces ya para algunos amigos".
Se sintió un poco aliviado al escucharlo así que la expresión rígida se liberó lentamente hasta volverse diferente. Después de verificar la cantidad, Ain tomó solo la mitad del dinero de Naito. Los billetes restantes se lo entregaron íntegramente y después, frotó su cigarrillo ahumado en un cenicero portátil hasta que lo apagó... Miró a Naito con ojos bastante serios. Una mirada de negocios que parecería desconocida.
"¿Por qué... ¿Me estás mirando así?"
"Ahora, si te estás preparando para huir es porque algo malo debió haber pasado en tu casa."
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Una noche solo para dos
Ficción GeneralElsie Benjamin Jedan: 38 años. Apuesto, encantador, carismático, tiene labia para conseguir lo que quiere. Pero detrás de esa fachada de hombre de mundo se esconde un monstruo; calculador, violador, sin moral alguna, obsesivo y peligroso. Cuando sus...