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Un olor fresco le picó la nariz. Al parecer emborracharse había provocado que todo lo oliera de manera penetrante. Naito, que no sabía lo que estaba pasando, volvió a acomodarse para dormir... Y luego descubrió que era el olor del mar. Naito abrió los ojos, confundido. Le había dado medicamentos, bañado, follado y metido a un auto, por lo que le tomó bastante tiempo despertarse adecuadamente. Y ahora que ya había abierto los ojos, veía un mar esmeralda transparente a la izquierda. El cielo era claro, el sol brillaba contra el suelo y el mar infinito hacía que todo se viera como en un programa de televisión. Era mucho más hermoso de lo que recordaba y si giraba la cabeza a la derecha, entonces aparecía una supuesta villa de lujo y detrás de ella, un bosque creado artificialmente, Todo hecho por los nobles. Sin embargo, nada de la belleza de la tierra logró atrapar el corazón de Naito.

Últimamente, incluso si comía algo delicioso, no lograba sentir el sabor y no se reía cuando veía algo que era divertido. El deseo de hacer algo desapareció y ahora prefería estar sentado todo el tiempo. Aunque su padre conocía la condición de Naito, no tomó ninguna medida al respecto. Solo lo observaba, como si tuviera curiosidad por el momento en que finalmente se fuera a poner peor.

"Buenos días."                                                                                                                                                              Escuchar la voz de su padre provocó que todo su cuerpo temblara. Volvió la cabeza hacia atrás y su mirada se posó instantáneamente sobre el hombre que había extendido los brazos para ponerle en la cara unas gafas de sol: "La luz es fuerte, allá afuera, tienes que cuidarte".

"¿Cuándo llegamos?"

Naito preguntó esto sin rodeos, bajándose las gafas de sol para dejarlas prendidas a su camisa. Padre no dijo nada, se elevó de hombros y salió del coche. No tenía ese traje oscuro que siempre llevaba encima, si no, una simple camiseta y jeans descoloridos. A primera vista, Elsie era como un hijo noble ordinario. Limpio, con un cabello que fluía naturalmente hacia abajo y unos ojos púrpuras que también estaban cubiertos por gafas de sol. El rostro de su padre se sentía suave, hermoso como de costumbre. Mientras intentaba acostumbrarse al nuevo paisaje, descubrió que Alto ya se había bajado del asiento del pasajero para pararse junto a papá. El hombre puso su brazo sobre el hombro de Alto porque por supuesto, a excepción de Naito, parecía un perfecto jovencito rico. Una copia de él en lugar de la réplica de su madre.

Alto notó que la mirada de su hermano lo tocaba en la nuca, así que silenciosamente giró la cabeza hacia la derecha. Naito negó, arregló su camisa y salió justo como lo habían hecho ellos dos, provocando que el conductor se apresurara y descargara su equipaje. Padre caminó hacia la villa que estaba delante de él, seguido por Alto y Naito. Al entrar, el gerente se inclinó y saludó dándole un ligero apretón de manos que terminó con la entrega de unas llaves.

"Vaya, hoy vino con todos".

Padre sonrió amablemente y dijo:

"Decidí disfrutar de estas vacaciones con mi familia, creo que mis niños se lo merecen."

Y después de eso, les ofreció un buen fajo de billetes que había preparado por adelantado en un sobrecito color café. Sonreía y hacía una impresionante gala de su apariencia por cada lugar, por él que caminaba. Naito, que observaba la figura desde lejos, se rio como si no lo pudiera creer. La actitud afectuosa de su padre hacia la gente, era absurda y sí, incluso podía decir que era un tanto hipócrita.

El hombre, que había llevado una caravana impresionante de gente hasta su cuarto, se despidió de ellos con un montón de palabras bonitas y luego, suspiró y cerró la puerta con llave. Alto se había encargado del equipaje y papá de alimentar a los peces en el estanque. Luego caminó silenciosamente y llegó a las espaldas de su hijo para poder rodearlo con los brazos.

Una noche solo para dosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora