Cuando abrió los ojos, su cuerpo estaba increíblemente pesado. Era como si tuviera un montón de rocas pegadas al cuerpo. Sentía hormigueo y dolor y con un ardor esparciéndose secretamente por todo lo largo de su columna, enterró la cara en la almohada y comenzó a gemir. El olor era bastante diferente de lo que podía percibir en su casa y al levantar la cabeza con una sensación increíble de incomodidad, descubrió entonces que le dolía también la frente. Estaba mareado, su boca estaba increíblemente seca y su cuerpo entero había temblado porque era evidente que estaba en un terrible mal estado, incluso si no lo veía con sus propios ojos. Naito levantó la manta con sus brazos y la subió hasta cubrirse la mitad del torso, sin embargo, sus articulaciones estaban demasiado maltratadas, hacía frío y no le quedó más remedio que cerrar los ojos para tratar de dormir. En ese momento escuchó el sonido de la puerta abriéndose. Y al despegar sus párpados, observó a un hombre bastante familiar parado frente a él: Rayan, que se había convertido en un joven estúpido de la noche a la mañana, sostenía una bandeja en las manos que estaba increíblemente cargada de comida. Vaciló, y luego se acercó lentamente... Se afirmó de la bandeja, la colocó sobre la mesa y puso su mano inmediatamente después en la frente de Naito. Las finas cejas de Rayan estaban todas fruncidas.
"Tu fiebre es alta".
Si le estaba subiendo la fiebre, entonces era evidente que por eso tenía tanto frío. Naito pensó un poco al respecto, pero no pudo hacer lo suficiente como para llegar a comprender lo necesario o armar un plan. Rayan le había metido medicina en la boca, sosteniendo su cuello igual a si fuera un animalito recién nacido, dejó correr el agua por sus labios entreabiertos y cuando finalmente lo hizo, Naito tragó agua como un buen niño, se tragó la medicina y cerró los ojos por apenas unos momentos. Miró hacia arriba y vio a Rayan. Cuando lo acostó, extendió su mano temblorosa, agarró su manga con fuerza e hizo mezclar sus ojos azules con los suyos que ya eran infinitamente negros.
"Si digo que lo siento, por todo lo que hice... ¿Entonces volverías a la capital? Tengo miedo por ti."
Rayan cerró la boca ante el sonido de palabras tan inesperadas como esas y luego, lo miró en silencio y bufó. Naito parecía tener prisa por su respuesta, porque agarró las mangas de Rayan con todavía más fuerza que antes y dijo:
"Vuelve con tu madre".
"Vas a ir con tu padre entonces".
Naito suspiró. ¿Por qué no le estaba prestando atención ahora? En el pasado nunca fue así y, utilizando palabras un poco más sensibles, podía incluso decir que era un buen hombre que obedecía y pensaba antes de actuar.
"Piensa en la realidad. ¿Cuánto tiempo crees que puede durar esto? Padre, o tu madre, vendrán a buscarnos. Te van a matar".
"No me importa."
"Por favor, Rayan. Escúchame..."
Pero Rayan miró a Naito con una cara increíblemente obstinada. El hombre estaba enrojecido por el calor de su propia fiebre así que Rayan, intentando no forzarlo más de lo que ya lo había hecho hasta el momento, tocó tiernamente la mejilla de Naito y después incluso se la besó... Era mucho más suave y delicado que cualquier cosa que hubiese hecho Elsie por él, por supuesto, pero eso no quitaba el hecho de que fuera increíblemente dolorosa aun así... Naito decidió retirar la cara y finalmente, hizo que la mano de Rayan bajara también.
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Una noche solo para dos
General FictionElsie Benjamin Jedan: 38 años. Apuesto, encantador, carismático, tiene labia para conseguir lo que quiere. Pero detrás de esa fachada de hombre de mundo se esconde un monstruo; calculador, violador, sin moral alguna, obsesivo y peligroso. Cuando sus...