La hora de salida era generalmente a las 4:30 pm.
El conductor siempre llegaba a tiempo a la puerta de la escuela así que Naito, que estaba jugando tranquilamente en la sala de computación, caminó lentamente hacia ese lugar y esperó al conductor. Sin embargo, no importaba cuanto tiempo lo hiciera, no llegaba nunca. Incluso si pasaban 30 minuto o 40 minutos... Y como nada ocurrió incluso habiendo esperado una hora y media, Naito caminó lentamente hasta su casa.
Era casi una hora a pie desde la escuela, pero Naito tardó muchísimo más que eso en llegar. Quería entrar tarde deliberadamente.
Naito se adentró entonces en una tranquila mansión apenas iluminada. Parecía que su padre aún dormía porque era un hombre que vivía de noche. Simplemente, era diferente a los demás. Dormía como una piedra por la mañana y se comportaba vívidamente por la tarde y por la noche. Normalmente se levantaba alrededor de las 6 en punto, así que intentó irse de puntitas para no despertarlo... Pero esa fue una idea inútil. Cuando Naito entró en el pasillo principal, un vaso voló hacia la pared, se estrelló y se rompió en un instante haciendo que varios trozos de vidrio salpicaran en su dirección y le arañaran la mejilla. Naito gritó, se agachó y se tocó la sangre que fluía de su rostro hasta las baldosas. Su padre estaba sentado en las escaleras, mirándolo. Naito pateó un trozo de vidrio roto y lo analizó un segundo ante de decir sin sinceridad:
"Es grandioso para un saludo".
"Eres mi hijo, así que tengo que hacer lo que considere necesario para educarte."
Su padre, que respondió con voz relajada, se le acercó tranquilamente y lo observó de una manera un poco más detenida. Era alto, más que cuando tenía 14 años. Y aunque él era grande también, todavía no podían compararse en lo más mínimo. Parecían ser unos 20 centímetros que nunca podría llenar...
Su padre se rio y envolvió la mejilla de Naito entre sus manos. La sangre manchó el dedo del hombre así que movió el pulgar lentamente para poder limpiarse. Naito intentó no estar nervioso, pero mientras la mano de su padre lo tocara, su corazón inevitablemente iba a correr.
Estaba nervioso a pesar de estar mirando esos ojos tiernos y cálidos. Su padre le sonrió, pero Naito aguantó la respiración y luego trató de dar un paso para atrás.
Padre no lo soltó.
"¿Con qué estás tan insatisfecho, Naito? ¿Eh?"
La mano que estaba limpiando su mejilla bajó hasta su cuello. Miró a su padre y el movió su mano libre para golpear el hombro de Naito varias veces utilizando toda su inmensa palma. Naito no dijo nada y se contuvo, pero él solamente le pegó más fuerte, y luego más y más fuerte. "¿De qué te estás quejando? Dilo, con esa boca tan bonita que tienes."
Naito no respondió, así que papá empujó su hombro con una mano y lo golpeó contra la pared. La fuerza de su padre es más que la de un atleta por lo que el cuerpo de Naito se tambaleó y luego se cayó contra el suelo. El problema es que una pieza de vidrio le tocó la palma y se le clavó de una manera relativamente profunda. Naito dejó de respirar ante la extraña y aguda sensación de su carne abriéndose.
"¡Ah!"
Naito estaba adolorido y gimió, por lo que su padre lo agarró del cabello y lo levantó en un solo y terrible movimiento. Dolía, como si la piel no solamente estuviera desgarrada sino deshecha. Padre, desde el frente, vio como su hijo luchaba por escapar así que lo sujetó entre sus brazos. Naito arañó la parte superior del cuerpo de su padre como si fuera un gato con la cola aplastada, pero tenía bastante miedo como para seguir haciéndolo. Por ejemplo, ahora, cuando se rebeló contra él tan siquiera unos segundos, su padre agarró la palma herida y la apretó como si quisiera sacarle un hueso:

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Una noche solo para dos
Narrativa generaleElsie Benjamin Jedan: 38 años. Apuesto, encantador, carismático, tiene labia para conseguir lo que quiere. Pero detrás de esa fachada de hombre de mundo se esconde un monstruo; calculador, violador, sin moral alguna, obsesivo y peligroso. Cuando sus...