CAPÍTULO 17: La sangre no hace familia 2

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-Ya solo te quedan siete dedos halconsito, ¿Cómo vas a disparar así? Lastimosamente creo que voy a tener que prescindir de tus servicios, en ese estado ya no eres de utilidad, entre menos dedos te queden, menos me servirás.- Y es justo en ese momento cuando corta el dedo índice, de su mano derecha solo queda el pulgar.

Samuel ha perdido una cantidad considerable de sangre pero no tanto como para quedar en la inconsciencia, está aguantando aunque a ese paso no será por mucho tiempo.

-¿De verdad Samuel?- Samuel levanta la cabeza, la última vez que su tío lo había llamado por su nombre era tan solo un niño. -¿Recuerdas la vez que recurriste a mí rogándome que hiciera algo por tu mamá? Porque ese malparido casi la mata a golpes.- El comandante camina de un lado a otro pasando su mano con desesperación por su cabeza. -Por ustedes era capaz de cualquier cosa, ¿Crees que me habría comprometido de llevar la carga de un culicagado teniendo la vida que tengo? Todo este tiempo pensé que mis enemigos se podrían aprovechar de mí por medio de ti y resulta que ¡Fuiste tú quien se aprovechó de mí!

El comandante clava la navaja en la muñeca de Samuel, esta vez no puede soportarlo más y grita con desesperación, Victoria llora desconsolada, no quiere seguir presenciando ese acto atroz, pero no la dejan ir, esa escena es parte de su castigo también.

El comandante sale y toma un hacha con la que cortan la madera y en un movimiento rápido amputa la mano de su sobrino justo donde había clavado la navaja, dañándola a su paso.

Aves salen volando despavoridas de las copas de los árboles debido a los desgarradores gritos, los demás secuestrados se aferran unos a otros tratando de encontrar la seguridad que necesitan, las más allegadas a Victoria lloran desconsoladas y temen por su vida, y uno que otro guardia se burla del sufrimiento de Samuel alegando que lo tiene merecido.

-Si tan solo hubieras obedecido ¡Maldita sea! ¿Por qué tenías que llevarme a este punto? Yo no permito que nadie se burle de mí y tú lo sabes, no me importa quien sea me hago respetar, todo por un revolcón, por una maldita puta...

La amo! Esa puta como tú la llamas es la mujer que amo, ¡Yo no lo elegí! Solo pasó...

-No seas ridículo halcón, es una completa desconocida, ¿Cómo que la amas? No me vengas con pendejadas.

-Que tú no seas capaz de amar no significa que yo tampoco pueda, seremos familia pero no somos iguales.

-Te equivocas, yo sí sé amar y amaba a mi familia, pero si mi propia sangre es capaz de traicionarme automáticamente deja de serlo.

-¿Cómo me puedes hablar de traición? tú solo la usas, te aprovechas de ella, no sientes nada, ¡No tienen nada!

-Vamos muchachos, va a llover y no me quiero mojar, luego continuaremos con la conversación, y a esta perra me la llevan a la cabaña, necesito desestresarme.

No te la lleves...! ¡Tortúrame a mí! ¡MÁTAME! no le hagas nada, ¡No le hagas nada!

El comandante sale de la celda y se lleva casi a rastras a Victoria, esta continúa llorando desconsolada y no deja de mirar en dirección a Samuel aunque ya no pueda verlo.

Samuel por fin se pone de pie pero se ve obligado a sentarse de inmediato, sus piernas adormecidas le impiden estar de pie y la pérdida de sangre comienza a surtir efecto, está débil.

La única ventaja de no tener su mano es que puede safarce de la cuerda y esta misma la enrrolla en su muñeca para ejercer presión y evitar perder más sangre.

-Perdón mamá.- Habla mirando el cielo. -Sé que querías algo diferente para mi vida, te fallé... Ayúdame a salir de esta o por lo menos ayúdala a ella, ha sufrido demasiado injustamente, ¡Esta vida es una mierda...!

🔶🔸🔶🔸🔶

-¿Qué hacemos con ella comandante?

-Si quiere andar de puta repartiéndolo, vamos a darle gusto...- Se queda mirando a Victoria por un momento pensando en un cruel castigo para ella. -No me acostaré contigo, me das asco... Quiero que la amarren a cualquier árbol, hagan una fila y que todos ustedes tengan un rato de diversión con ella, hagan lo que quieran el tiempo que quieran, cuando hayan acabado todos me avisan para ver qué otra cosa se me ocurre.

El corazón de Victoria se acelera y su respiración se agita, suficiente ha tenido con sentir las asquerosas manos, el olor nauseabundo del comandante y su miembro torcido dentro como para aguantar que todos los soldados la usen.

-¿Asustada muñeca? Conmigo te habría ido mejor, pero tú solita te buscaste esto, uno más o uno menos no hacen diferencia, maldita puta.

-Samuel tiene razón.- Habla por primera vez Victoria desde que estuvo gritando clemencia por Samuel. -¿Qué objetivo tiene todo esto? Yo no le intereso, no soy más que un juguete para usted.

-Porque quiero, puedo y me da la gana, además ando aburrido... ¿Te complace esa respuesta?

-No... No es justo que juegue con la vida y la integridad física de los demás... No es justo que yo esté aquí, que mis padres estén muertos, que Samuel esté herido... ¡Nada de esta mierda es justa!

-¿Qué te puedo decir? La vida no es justa, tú naciste con privilegios y personas como yo nacemos en la miseria, me cansé de las injusticias de la vida y tomé las riendas de todo, eso incluye a personas como tú.

-Es enfermizo lo que dice... Entonces como nació sin nada secuestra y asesina personas a su antojo para sentirse poderoso y dueño del mundo, ¿Eso es lo que piensa de la vida?

-Lo que tú pienses y nada para mí es lo mismo, además no tengo porqué darte explicaciones, saquen a esta perra de aquí, ya saben lo que tienen que hacer... Turnense, no me vayan a descuidar ningún punto, pero eso sí, los quiero a todos comiéndose a esta puta, vamos a ver si así queda satisfecha.


 Turnense, no me vayan a descuidar ningún punto, pero eso sí, los quiero a todos comiéndose a esta puta, vamos a ver si así queda satisfecha

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