CAPÍTULO 23: Sin escape

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General de la República (Encargado)
(Discurso televisivo)

Hoy es un día histórico, nuestras tropas lograron dar con el campamento del bloque séptimo del Ejército de liberación del estado Colombiano, mejor conocido como la guerrilla del ELEC, este grupo delincuencial que tanto daño le ha hecho a nuestro país tenía en su poder a treinta secuestrados de los cuales logramos rescatar 27, lograron ejecutar a tres antes de que llegáramos, pero son 27 personas que volverán a ver a sus familiares, que podrán regresar a su hogar y compartir con sus seres queridos, en este momento están siendo atendidos por nuestro equipo médico, estamos a la espera de su evolución.

A pesar de que no capturamos al cabecilla de esta guerrilla, el comandante Alexander de Jesús Ochoa Zuluaga, alias Jaime Murillo, pudimos dar de baja a muchos de sus hombres los cuales recibieron a bala a nuestro ejército y lamentablemente acabaron con la vida de varios de nuestros combatientes, mientras que otros se encuentran custodiados iniciando su recuperación para ponerlos a disposición de la fiscalía y que paguen por los delitos de los cuales se les acusa.

Acepté hace poco este cargo tan importante, se me asignó una gran responsabilidad y le prometo al país que continuaremos con nuestra ardua labor, este solo es el inicio de muchos golpes que le daremos a la delincuencia y esperamos seguir contando con la colaboración de todos los colombianos, muchas gracias.


Samuel ve y escucha atentamente el discurso del general desde una habitación del hospital sintiendo tristeza por aquellos hombres caídos en combate quienes fueron sus compañeros de lucha y de vida durante muchos años, pero sobre todo piensa en Sammy y en Javi, ellos dejaron huellas imborrables en él.

Al escuchar la voz de militares regresa a su realidad (durante el camino y al llegar le pidieron su nombre y número de identificación para saber quién es, pero Samuel fingió seguir en shock), si da un nombre falso se darán cuenta de inmediato que no existe y le harán más cuestionamientos y no lo dejarán ir, pero si les da su nombre real y hay alguna orden de captura en su contra o algún proceso donde lo mencionen irá a parar a la cárcel, la otra opción es intentar escapar pero de un hospital militar es imposible salir sin que alguno de los guardias lo noten.

La encrucijada llega a su fin cuando dos hombres con uniforme ingresan a su habitación, les da sus datos y cruza los dedos para que todo salga bien, no tiene de otra.

Transcurren dos días de aparente tranquilidad, los médicos han estado suministrándole medicamentos, la herida y los golpes mejoran satisfactoriamente y nadie ha ido a hacerle ningún cuestionamiento, pero algo cambia, a su habitación equipada para dos personas trasladan a un compañero que ha salido de cuidados intermedios, alias Tiro Loco, de abrir la boca podría acabar todo para Samuel.

El tipo no es muy conversador, cosa que Samuel agradece, además la herida de su pierna es de menor cuidado que la mano amputada de Samuel por lo que le darán el alta primero e irá derechito a la cárcel a la espera de un juicio, hay pruebas que lo comprometen.

Seis días después de su llegada al hospital, nuevamente solo en la habitación y a un día del alta médica Samuel se cuestiona qué hacer, no tiene dinero, no tiene un lugar a dónde ir, no tiene familia y no tiene la menor idea de dónde comenzar a buscar a Victoria, a su vez nace otro miedo, el que ella lo rechace por ser un don nadie y sobre todo por estar incompleto, ¿Qué va a hacer ella con un hombre manco?, piensa Samuel, es una mujer de buena familia, con apellido y dinero, esperarán un hombre igual para ella.

Pero prefiere eso, que lo rechace, prefiere aguantar el dolor del desamor a tener que aceptar su muerte nuevamente, es mejor para él saber que ella vive y tratará de rehacer su vida e intentará ser feliz aunque no sea con él.

A la mañana siguiente dos hombre armados y con uniforme, acompañados de un médico y una enfermera ingresan a la habitación donde se encuentra Samuel.

-Buenos días.- Saluda el médico.

-Señor Samuel Andrés Marulanda Ochoa, debe acompañarnos, tenemos unas preguntas qué hacerle.- Le comenta uno de los militares a Samuel.

-¿Por qué? ¿Pasa algo?- Samuel sabe perfectamente qué pasa y que no es realmente una víctima pero prefiere hacerse el loco para despistar, finge no sentir nervios.

-Hay testimonios que lo vinculan con la guerrilla del ELEC, por ende debemos interrogarlo, los médicos lo han autorizado ya.

Todo era muy bueno como para ser verdad, piensa Samuel, estuvo a punto de salirse con la suya y poder salir de allí, piensa también que la vida no se cansa de mostrarle su lado negativo, pasó muchas necesidades de niño junto a su madre, sufrió al lado de su tío en su adolescencia y de adulto, además tendrá que pagar por los crímenes que cometió, pasará un largo rato en prisión.

Le da tristeza incumplirle la promesa a Javi, espera que al salir luego de su larga condena en prisión la mamá de Javi continúe con vida para darle el mensaje que le ha dejado su hijo.

Le devuelven su ropa ya limpia y esperan un momento a que se aliste, analizan la situación y caen en cuenta de que no pueden esposarlo porque le hace falta una mano, por lo que cada hombre sostiene un brazo de Samuel para conducirlo hacia una camioneta y transportarlo a sus oficinas para interrogarlo, sin posibilidad de escapar.

Samuel ingresa a la camioneta sin oponer resistencia, no sabe realmente qué le espera, ha escuchado de torturas por parte de la fuerza pública, tratos con la justicia para rebajas de pena, y aceptar la culpabilidad para agilizar el proceso y disminuir su condena; de algo estaba seguro y es que si los demás decidieron colaborar con la justicia hablando de él, a él le va a tocar hacer lo mismo, en un momento así no se puede pensar en los demás.

INFIERNO EN LA MONTAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora