CAPÍTULO 10: Muerte

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El incidente entre Carroña y Halcón le amarga tanto el día a Murillo que desiste de su encuentro sexual con Victoria, sabe perfectamente que para estar con ella le toca a las malas y al no ser capaz de hacerla venir o sentir un poco de placer termina cansado y frustrado más que satisfecho, así que opta por una presa más fácil, una de sus soldados, a quien aunque no le gusta tampoco se niega a complacer a su comandante.

Después de disfrutar del cuerpo de Alba, una chica de tan solo diecinueve años, la cuál fue arrancada del seno de su familia, reclutándola forzosamente desde sus catorce años, piensa en el acuerdo que hicieron sus jefes, los máximos cabecillas de la guerrilla del ELEC con la misión, conformada por la cruz roja internacional, la defensoría del pueblo y representantes de la iglesia católica.

Se supone que deben demostrar que están dispuestos a cambiar para poder sostener un diálogo con el gobierno nacional, pero el comandante Murillo no está de acuerdo con dejar las armas y reincorporarse a la sociedad, no está dispuesto a vivir con el miserable salario mínimo y menos siendo menospreciado por los demás.

Las drogas, el alcohol y las mujeres son su debilidad, esas cosas en otro lugar no las obtendrá fácilmente y menos portándose bien y teniendo poco dinero, además los crímenes que ha cometido son tan graves que deberá pagar algún tiempo en prisión.

Ha decidido fingir apoyar a sus jefes para mantenerlos contentos, pero en el preciso momento en que ellos decidan dejar las armas, será él quien tome el poder, se apoderará de las cocinas de coca, de las armas, de los soldados y le sacará provecho a los secuestrados.

Sale a hacer ronda y nota que hay revuelo y que sus soldados no están actuando como de costumbre, pero nadie se atreve a encararlo y a dar ninguna explicación.

Maldita sea... Alguien me puede explicar ¿Qué carajos pasa aquí?!

-No encontramos a tres de los nuevos reclutas señor.- Responde uno de sus soldados.

-¿Cuáles?

-Los que trajimos del Carmen de Bolívar hace un mes, los menores de edad.

-Maldita sea... No puede ser... ¡¿Para qué los tengo a ustedes aquí?! ¿No pueden vigilar y mantener a raya a unos mocosos?

-Sí señor lo que pasa es que ellos aprovecharon la pelea entra halcón y carroña, aprovecharon que estábamos distraídos para huir.

-Esta la van a pagar caro.- Dice mirando hacia los aludidos. -¡Encuéntrenlos! Si se topan con alguno del ejército y cuentan que los reclutamos a la fuerza se dañarán las negociaciones y tengan por seguro que rodarán nuestras cabezas.

-¿Qué hacemos con ellos cuando los encontremos?

-Hagan lo que quieran con ellos y luego los matan.

-Sí señor.

Un grupo de quince hombres fuertemente armados, entre ellos cuatro mujeres, se van en busca de los tres chicos, ha pasado poco tiempo desde que emprendieron la huida y ellos no descansarán hasta encontrarlos.

Se separan para cubrir más terreno y al poco de tiempo de estar buscando es Alba quién los encuentra, ella no lo duda ni piensa dos veces en hacer lo que cree correcto, al igual que ella ellos fueron reclutados forzosamente y no está dispuesta a permitir que esos niños, los cuales no superan los catorce años, pasen por el mismo infierno que ella ha tenido que pasar.

Para su mala suerte uno de sus compañeros la descubre tratando de escapar junto a los chicos y dispara pero no logra impactar en ninguno, Alba reacciona de inmediato y le dispara de vuelta dando justo en su cabeza, este muere al instante, pero el breve intercambio de disparos alerta a los demás y descubren su ubicación.

Alba continúa con la idea de salvarlos o morir en el intento, así que mientras ellos corren ella los cubre disparando uno a uno a los que llegan al lugar, trata de cubrirse tras un árbol para no resultar herida.

Un grito la alerta y voltea a ver qué sucede, al parecer uno de los proyectiles impactó contra la espalda de uno de los chicos, este cae al suelo de inmediato mientras los otros dos continúan corriendo.

Alba jamás había sentido tanto dolor desde que la reclutaron y mataron a su amigo porque no llevaba el ritmo de los demás, sus ojos se nublan y se llena de ira, sale del árbol dónde se encuentra resguardada y dispara contra todos los presentes.

Logra asesinar a cuatro de ellos y herir a otros dos, pero la ráfaga de disparos no se hace esperar, Alba recibe veintiséis impactos de bala y muere defendiendo lo que creía correcto, muere y se libera del infierno que estaba viviendo, ya no tendrá que soportar nada, allí postrada en el suelo sonríe, cierra sus ojos y deja este mundo de dolor y sufrimiento.

Los dos chicos restantes se pierden en la espesura de la vegetación, pero aún así dos de los soldados continúan en su búsqueda, mientras los otros seis soldados que continúan con vida toman los cuerpos de los muertos y a los heridos para regresarlos al campamento, para luego unirse de nuevo a la búsqueda.

Los soldados llegan al campamento y le explican al comandante lo sucedido, Murillo no toma para nada bien la noticia.

Está mierda sucedió por culpa de ustedes malparidos!- Grita hacia las celdas donde se encuentran carroña y halcón, saca su arma y dispara justo en la cabeza de carroña, luego apunta hacia la cabeza de Samuel. -Da gracias que le juré a mi hermana protegerte, de lo contrario te volaría los sesos, recibirás tu castigo por esto, ¡No se va a quedar así!

Para cuando intentan retomar la búsqueda los dos soldados que fueron solos en busca de los chicos, ya vienen de regreso, el sacrificio de Alba ha sido en vano, ya que, dieron con el paradero de los chicos y los asesinaron sin piedad, tres vidas se han perdido y tres familias sufrirán eternamente sin saber lo que realmente sucedió con sus seres queridos.

Pero la noticia no alegra al comandante, ha perdido, a carroña, Alba, cuatro más de sus hombres y tres posibles soldados a futuro, además de la confianza hacia su sobrino, cada día siente más ganas de acabar con él y quitarse esa carga de encima.

INFIERNO EN LA MONTAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora