CAPÍTULO 7: Te observo

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-Señorita... ¿Se siente mal?- Pregunta una voz a lo lejos a Victoria o por lo menos así lo siente ella, ya que, continúa aturdida reviviendo en su mente una y otra vez la muerte de aquel sujeto, Adrián, pero no es eso lo que la aterra, sino el aspecto que tenía, la crueldad en sus heridas, la despiadada forma en la que vivió durante sus últimas horas, ella no quiere un final así para sí.

-Señorita Victoria, ¿Qué le pasa?- Vuelve a escuchar, pero ya no se siente lejana la voz.

Victoria enfoca mejor su vista y se encuentra con el rostro de un hombre frente al suyo, parpadea rápido repetidas veces mientras agita levemente su cabeza hacia los lados.

-¿Qué?

-Le preguntaba si se siente mal.

-¿Ah? No... Estoy bien.

-¿Segura?

-Sí.

-¿Necesita ir al baño?- En ese punto ella comienza a perder la poca paciencia que le acompaña.

-¿Por qué carajo querría ir al baño? ¿Acaso pretendes llevarme para hacerme algo? De ser así...

No!- Responde tajante. -No pretendo hacerle nada... Solo que todas han ido al baño por lo menos una vez durante el día pero usted no, ya es casi de noche...

-Esto debe ser una maldita broma, ¿Te mandó tu jefe? ¿Ahora resulta que me van a controlar hasta las idas al baño?

-No...- Dice con tono de resignación, frustrado por la actitud de Victoria. -Seré directo, sé lo que intentas y no va a funcionar.

-Y según tú, ¿Qué intento yo?

-Una infección urinaria sería una buena excusa para ir de emergencia al hospital e intentar pedir ayuda o huir, el problema es que el comandante preferiría verte muerta que arriesgarse.

-¿De qué estás hablando?- Responde con un atisbo de nervios, alterada pero tratando de no elevar el tono de su voz para no levantar sospechas.

-Te observo... Y si yo lo hago ten por seguro que alguien más lo hace también.- Pero lo cierto es que nadie la vigila como él lo hace, no observan cada movimiento suyo con tanta atención, él no la ve como el objeto preferido de su comandante, hay sentimientos de por medio.

-Hago lo mismo que hacen los demás aquí.

-Los demás no observan con tanto detenimiento los cambios de guardia, no dejan de dormir para vigilar nuestra rutina, no analizan el movimiento de los árboles tratando de ver la dirección de la que proviene el viento para encontrar por allí una posible salida, ¿Quieres que siga?

-No, has dicho suficiente, pero eso no significa que lo esté afirmando.

-Como quieras, solo te digo que en este momento eres el trofeo favorito del comandante y preferirá dejarte morir ante cualquier circunstancia, esa es la única forma en la que se permitirá perderte.

El joven desconocido se levanta dispuesto a marcharse, es poco lo que Victoria puede detallar, puesto que ya ha anochecido, pero acertó en todo, en definitiva el plan de Victoria si era enfermar para luego intentar escapar en el hospital, una infección en los riñones es difícil de tratar y más en las condiciones insalubres a la que están sometidos, pero ¿Y si el chico tiene razón? Y alguien más ha estado observando sus movimientos al igual que él o peor aún ¿si muere a causa de su propio invento y no logra su venganza?

Victoria debe replantear su idea y buscar alternativas o mejor crear otro plan, uno en el cual tal vez aquel sujeto la ayude, por algo se tomó el trabajo de acercarse a ella, mostrar preocupación y revelarle que conoce sus movimientos.

-Espera... Sí quiero ir al baño.- Dice finalmente Victoria antes de que se cierre la reja, él le sonríe y la abre para que salga, no sin antes sostener fuerte su fusil para que ella se dé cuenta que no puede ni debe hacerle ninguna jugada.

-¿Por qué hiciste esto?- Le pregunta Victoria camino a lo que a duras penas le pueden llamar baño.

-Porque he visto morir a mucha gente y no me parece justo que una chica tan joven como tú y llena de vida perezca aquí.

-Si muero aquí o no, no es tu problema... No te afecta en nada, ¿Por qué exponerte tanto solo para evitar que una desconocida muera?

-Te equivocas, si me afecta.

-¿En qué? ¿Cómo?

-Olvídalo, mucho gusto, soy Samuel.

-¿Ese es tu nombre o tu alias?

-Mi nombre, aquí me conocen como El halcón.- Samuel observa el rostro de Victoria el cual está expectante así que continua. -Tengo muy buena vista, los halcones pueden ver a su presa incluso a treinta metros de distancia, obvio la mía no es tan buena pero sí me destaco.

-Interesante, yo soy Victoria, pero obvio eso ya lo sabes.- Menciona con sarcasmo. -Incluso sabes más que eso, sabes lo que pienso, cómo se ve mi cuerpo desnudo y cómo se ve cuando me cogen.- Esto último sale con voz quebrada.

Samuel aprieta su mandíbula con fuerza pero no dice nada, no tiene nada que decir, sabe que ninguna palabra la hará sentir mejor, pero después de unos pocos segundos rompe el silencio.

-Has estado mucho tiempo fuera de la celda, ve al baño para poder regresar.- Le ordena, sabe que la cabeza de ambos está en juego si alguno llegase a malinterpretar la situación.

Victoria se siente derrotada, más miserable que nunca, extraña los cálidos brazos de su madre y los fuertes abrazos de su padre, quiere que alguien sea su apoyo, que la aliente a seguir viviendo y le diga que todo va a estar bien aunque no sea así, abraza su cuerpo y una lágrima cae seguida de la otra, siente que van quemando su piel a su paso, pero duele más dentro, en su alma.

De repente siente ese calor que tanto necesitaba, es Samuel, sus brazos envuelven su cuerpo y se posan en su espalda, ella coloca su frente en sus clavículas y se permite sentir.

-Esto no es fácil, pero debes resistir.

El ruido de unas pisadas culmina con el fugaz abrazo, Victoria ingresa al baño rápidamente para no levantar sospechas mientras que Samuel continúa custodiando la entrada.

El ruido de unas pisadas culmina con el fugaz abrazo, Victoria ingresa al baño rápidamente para no levantar sospechas mientras que Samuel continúa custodiando la entrada

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Samuel

INFIERNO EN LA MONTAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora