CAPÍTULO 30: Más de cinco minutos

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Los cinco minutos que le dio Berenice se han ido solo en el abrazo, ambos se niegan a soltar al otro por temor a perderse de nuevo.

-Creí que habías muerto, me dijeron que habías muerto.- Le susurra a Victoria en el oído conteniendo el llanto.

-También pensé que estabas muerto, después de ver tu tortura pensé que te habrían matado.

Levantan sus rostros, se miran a los ojos sin deshacer el abrazo y juntan sus frentes, Samuel quiere besarla pero no se atreve, está temeroso por su reacción, mientras Berenice vigila en una esquina de la habitación.

-¿Cómo llegaste hasta aquí? ¿Cómo supiste que estaba aquí? Creí que te habían detenido, ¿Qué pasó durante este tiempo?

-Son muchas preguntas, es una larga historia y tu tía no me dio suficiente tiempo para eso, pero... ¿Cómo sabes que estaba detenido?

Se separan y se sientan al borde de la camilla, están el uno al lado del otro con sus piernas casi rozándose, giran sus rostros para poder verse, Samuel toma la mano de Victoria y comienzan a hablar.

-Me enteré que el ejército había llegado al campamento y que habían capturado a varios guerrilleros y matado a otros, entonces pedí que me averiguaran que había pasado contigo, me imaginé lo peor, pero me dijeron que estabas en la fiscalía, ¿Qué pasó con eso?

-Pues al parecer no estaban haciendo bien las cosas, no tenían un proceso en mi contra, ni orden judicial, ni nada, conté con suerte de encontrar a una buena persona, me sacó de allá y me está ayudando en todo este proceso.

-¿Una persona? ¿Una mujer?

-¿Celosa?- Pregunta Samuel con una leve sonrisa.

-Por supuesto que no, no tendría porqué estarlo.- Responde restándole importancia y desviando la mirada.

-Claro que no, eres la mujer más hermosa, ninguna mujer podría igualarte.- Victoria lo mira de nuevo tratando de contener la sonrisa. -Hablo de un abogado, ha decido ayudarme y fue quien me ayudó a encontrarte, en internet habían noticias tuyas y varias decían que te habían traído aquí.

-¿Sabes cómo salí del campamento? No recuerdo nada más que...- Samuel suelta su mano y extiende su brazo para abrazarla. -Ese recuerdo se presenta hasta en mis sueños, no puedo dormir bien, no confío en nadie.

-Poco a poco irás saliendo de esta, eres más fuerte de lo que crees, de lo contrario no estarías aquí.

-Gracias, ¿Sabes qué pasó?- Lo mira y le da una media sonrisa, él deshace el abrazo y sujeta su mano nuevamente.

-Javi me contó que estuviste toda la noche expuesta a la lluvia y al frío, que al amanecer tu cuerpo estaba helado y casi no se sentían tus signos vitales, probablemente estabas al borde de la muerte, entonces te hizo pasar por muerta.

-¿Por qué?

-Él no quería hacerte daño y ese día sino hacía lo que el comandante había ordenado su familia pagaría las consecuencias, así como a muchos de nosostros a él tampoco le gustaba esa vida, así que se le ocurrió un plan y tú le ayudarías.

-¿Yo? ¿Cómo?

-Me dijo que al informar sobre tu muerte le pidieron arrojarte al arroyo para que el agua te arrastrara hacia el pueblo y mandar un mensaje de su poderío, él completó ese mensaje dibujándote un mapa con una navaja en un costado de tu cuerpo hacia tu espalda.- Victoria se revisa los garabatos cicatrizados, los cuales creía que eran marcas de aquel día, de la tortura que le proporcionaron al momento de violarla. -Si morías en la morgue lo verían y si vivías en el hospital también lo podrían ver, no había forma de perder, era un mensaje para las fuerzas armadas, fue así que gracias a ti que llegaron al campamento.

INFIERNO EN LA MONTAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora