CAPÍTULO 34: Lazos rotos

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Después de recibir el mensaje de Mery Victoria ha quedado igual de intranquila y se siente ahora más culpable por la situación de Samuel, por su cabeza ronda la escena de su tortura, es un recuerdo vívido que le aterra y la persigue, la presencia del comandante Murillo parece surgir en la oscuridad de la noche y al cerrar los ojos siente manos recorriendo su cuerpo, miembros entrando en su vagina y vientres chocando contra sus nalgas.

Al igual que todas las noches Victoria llora hasta conciliar el sueño, al tener una pesadilla despierta y el ciclo se repite, no descansa ni un momento, pudo salir del campamento pero el campamento no ha salido de ella.

Al despertarse por las noches se baña varias veces en un intento por borrar de su piel el recuerdo que le atormenta, aunque es consciente de lo inútil que es su cuerpo le pide a gritos y ella obedece.

Mira su celular nuevamente, son las siete de la mañana y Samuel no ha devuelto la llamada, su semblante se entristece de nuevo, escucha voces provenientes de la sala por lo que se levanta para ver de quién se trata.

Al llegar se encuentra con sus hermanos, Adrián, Miguel y Josué, se abrazan con Berenice en un fraternal saludo, Miguel se percata de la presencia de Victoria y va hacia ella para abrazarla también, Victoria lo empuja cuando está demasiado cerca, con ellos no se siente amenazada pero de igual forma no resulta cómodo para ella esa cercanía.

-Lo siento, no ha sido mi intención empujarte, pero preferiría la distancia.- Victoria se disculpa con Miguel y le da el mensaje a todos de paso.

-Tranquila, la tía nos ha contado por lo que has tenido que pasar, mantendremos distancia si eso te hace sentir mejor.- Responde Miguel de manera afectuosa, es con quién mejor se lleva.

-Hola victoria.- Saluda Adrián.

-¿Cómo sigues? ¿Cómo te sientes?- Habla esta vez Josué, el menor de los hombres, es el más callado y apartado de todos.

-Mejorando, es un proceso largo, ahí voy.

Todos se sientan en los muebles mientras que Victoria se sienta en el comedor, hablan entre ellos y tratan de incluirla en la conversación, evitando tocar el tema del secuestro o cualquier otro tema que le afecte.

-¿Han ido a visitar la tumba de nuestros padres?- Pregunta Victoria, el resto de temas que están tratando no le importan en absoluto, el ambiente que ya estaba tenso se tensiona un poco más.

-No, después de tu secuestro nos enviaron a Bogotá a vivir con la tía y desde ahí no hemos vuelto, nos enteramos el día que te encontraron que ellos habían muerto y que La Amapola ya no existe.- Contesta cabizbajo Miguel. -Ellos no merecían morir así.- No hay un solo rostro por el que no corran lágrimas en este momento. -Nunca le hicieron daño a nadie, eran buenos con todos.

-Ahora que te recuperes podemos ir.- Comenta Adrián limpiando sus lágrimas. -Así podremos aprovechar para hacer los trámites para la venta de la tierra.

-¿Cuál venta? ¿De qué estás hablando?

-Después de todo lo que pasó hemos hablado y no queremos volver Victoria, además allá no nos queda nada...

-¿Te estás escuchando Adrián? Ese es el legado de nuestros padres, no lo podemos dejar en el olvido, no será difícil reconstruir La Amapola, tenemos con qué hacerlo.

-En vez de construir algo allá, yo prefiero vender y construir en otro lado, murió mucha gente, no solo mataron a nuestros padres sino también a todos los trabajadores y a sus familias, además es momento de que cada uno decida qué hacer con su vida, no veo necesario permanecer juntos en un negocio familiar.

INFIERNO EN LA MONTAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora