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Si algún día me besas, asegúrate de que soy el amor de tu vida.
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Al terminarlas clases, me fui con Silvia a su casa. Por más que rebuscamos en todas las agencias y en portales inmobiliarios, no encontramos ningún piso de alquiler que aceptara menos de dos meses de fianza y tres meses por adelantado. Incluso alguno exigía contrato de trabajo indefinido o avales. Llamamos también a particulares. Nada. Estaba en un callejón sin salida.
—Vamos hasta El Rincón de Marc —me dijo Silvia—. Luego sigo buscando yo.
—No sé si estoy de humor para eso.
—Ya hemos quedado a la seis para que puedas estar un rato. Y en El Rincón de Marc, para que no tengas que desplazarte.
—¡Yuju! —ironicé torciendo el gesto.
—No vayas de borde, anda —me recriminó Silvia—, que no te pega nada.
—Bueno, depende a quién preguntes.
Llegamos los primeros para ir conociendo a los de vuestra pandilla según iban apareciendo. Todos parecían buena gente; incluso Juan, con quien tuve una ligera discusión.
—No entiendo el veganismo —comentó para buscar enfrentamiento.
No entré al trapo y me levanté para hablar por teléfono. Silvia me había pasado el contacto de un particular que, al parecer, pedía solo dos meses por adelantado. Y el alquiler era asequible. Estaba marcando el número cuando te vi entrar. Tu expresión parecía preocupada; me dio rabia no preguntarte. Aunque apenas habíamos cruzado una palabra ese día, no era el momento, ya que necesitaba hacer esa llamada.
—¿En qué zona está el piso? —pregunté.
—Está en la urbanización Los Fresnos —me respondió el chico. Luego te envío la dirección exacta.
Te acercaste a la barra, justo detrás de mí. Por un momento, hasta pensé que estabas pendiente de mi conversación.
—¿En la urbanización Los Fresnos? —me extrañé. Era una zona residencial para clase media acomodada—. No sé si me han dado bien la información. ¿Cuánto es el alquiler?
—Mira, mejor ven mañana, lo ves y ya hablamos de todos los detalles. Soy de los que piensan que lo mejor es el trato personal.
Cuando volví a mirar, comenzaste a charlar con Marc y Róber. Me pusisteis nervioso. Primero, Marc me miró de reojo. Después, disimuladamente, te giraste hacia mí. Por último, Róber dirigió la vista hacia mí y, al volverme hacia él, bajó la cabeza sin decir nada.
—Vale, vale. ¿A las cuatro te viene bien?
—Imposible. Tiene que ser por la mañana. Las tardes las tengo liadísimas.
—Vale. ¿A las nueve entonces?
—No, hombre, tampoco hay que pegarse esos madrugones. A las doce.
Me pareció muy raro todo. Un piso en aquella urbanización de "clase media aspiracional", como diría algún intelectual, me extrañaba que se alquilara por menos de 700 euros. Además, me dio la sensación de que estabaisdemasiado pendientes de mí; me imaginé que, de una manera u otra, miconversación y la vuestra tenían alguna relación.
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Cuando regresé a la mesa, Juan volvió a buscarme las cosquillas con sus comentarios, que no tenían ningún sentido.
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Mientras me olvidas
RomanceEs difícil vivir sabiendo que has conocido al amor de tu vida y que no estáis juntos; Tristán siempre ha cargado con ese peso. Nunca se hubiera imaginado que esa persona que le resultaba insufrible era en realidad el amor de su vida. Sara y Tristán...