Capítulo 19. Adiós

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Si supieras cómo sonaba mi nombre en tus labios no lo hubieras pronunciado nunca.

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Si aún no has leído el capítulo 19 de Hasta que te odié, te recomiendo leerlo antes que este.

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No sé cuánto tiempo estuvimos en tu cuarto. Yo creo que más de dos horas. Habías estado muy cerca de un ataque de ansiedad. No soportabas ver así a tu madre. Al menos, lograste tranquilizarte y quedaste descansando en la cama cuando me fui.

—¡Tristán! —oí que me llamaban al salir de tu cuarto. Era tu madre desde su habitación.

—Hola —saludé, y entré con timidez. Me acerqué a la cama y me agaché para darle un beso. Esperaba que no hubiera oído lo que habíamos hablado tú y yo—. ¿Cómo te encuentras?

Se encogió de hombros y ladeó la cabeza. Sus ojos reflejaban una mezcla de cansancio y tristeza difícil de describir, pero que me hizo entender perfectamente a qué te referías cuando me habías dicho que se apagaba.

—¿Qué tal está Sara?

—Disgustada con su libro —respondí. No quería contarle a qué se debía tu rabia.

—¡Vaya! Tanto esperar para eso —me tranquilizó ver que no se había enterado de nuestra conversación. O fingió no enterarse, no lo sé.

—Ey —me sorprendí al ver La historia del señor Sommer, de Patrick Süskind, abierto en su mesita—. "El pasado es una sombra que nos persigue y el futuro es un sueño que nos alumbra".

—¿Qué?

—Es una cita del libro —dije, levantándolo y enseñándole la portada.

—Ah, aún no he llegado a esa parte. O la he pasado y no me he dado cuenta. No me concentro muy bien. Tengo entendido que es tu escritor favorito, ¿no?

—Oh, sí; de narrativa, sí. Me encanta cómo logra captar...

—Los detalles sensoriales —terminó mi frase—. "Es capaz de dibujar los olores", creo que dijo alguien.

¿Se refería a lo que yo había hablado contigo en alguna ocasión? ¿Tú se lo habías contado? ¿Hablabas de mí con ella?

—¿Y cuál es el sueño que alumbra tu futuro?

—¿Cómo?

—La frase que me has citado del libro: "el futuro es un sueño que nos alumbra" —dijo con un tono de voz débil—. ¿Cuál es tu sueño?

—No lo sé. Lo primero que necesito es encontrar la tranquilidad necesaria para detenerme, reflexionar sobre qué espero de la vida y empezar a buscarlo.

—Ojalá lo encuentres. ¿Y sabes qué espero yo?

—¿El qué? —quise saber.

—Espero que ojalá ese futuro incluya a Sara —dijo tu madre. Creo que me puse pálido. ¿Tan transparente era?

—Estoy convencido de que seremos amigos durante mucho tiempo —contesté, tratando de esquivar el comentario.

—No, no me refiero a eso —dijo sin fuerza. Parecía que se ahogaba—. Es igual —concluyó con desgana.

Mientras me olvidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora