PARTE I. Capítulo 1. Insufrible

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Si aún no has leído el primer capítulo de la historia "Hasta que te odié", te recomiendo que lo leas antes de leer este. No es imprescindible. Tú eliges.

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Nuestra historia comenzó el primer día del primer curso de periodismo. Cuando terminamos el instituto, yo no tenía claro qué estudiar. Sabía que tenía que estudiar algo de letras. Soy de letras, qué le voy a hacer. Podía ser Historia, Filología o cualquier carrera de esas que te sirven para dar conversación siendo camarero, porque ese es el futuro laboral más probable.

Un día fui a buscar a Silvia. Me ordenó que subiera a su piso y entrara a su habitación. Estaba terminando de pintar un cuadro. La luz del sol que se estaba ocultando tras las montañas acariciaba con suavidad su rostro color chocolate. Estaba preciosa con el mono tejano lleno de pintura y desabrochado por el hombro izquierdo. El pelo rizoso se le alborotaba con gracia hacia un lado y otro. Me acerqué y me quedé mirándole los labios.

—¿Qué tengo? —preguntó mientras se pasaba el dedo por el labio inferior. Pensaba que la miraba porque le había saltado algo de pintura.

—Unos labios espectaculares —respondí. Me acerqué y la besé.

—¡Qué tonto eres! —dijo en cuanto me aparté.

—¿Quieres que me vaya y venga más tarde, cuando termines? —le pregunté al tiempo que me dejé caer en la cama.

—¡No, no! —contestó mirando hacia atrás para verme—. Me encanta que me observes cuando pinto.

—No te pongas tonta, que la liamos. —Me levanté y la abracé por detrás mientras le besaba el cuello.

—Que está mi madre en el salón —susurró cerrando los ojos y apoyando la cabeza hacia atrás contra mi pecho.

—¿Se va a ir? —Asintió a la vez que se mordía el labio—. Entonces te dejaré tranquila de momento. —Sonreí con picardía y me eché encima de su cama.

—Te quería comentar una cosa, pero me desconcentras.

—¡Qué serio suena eso! —fruncí el ceño con inquietud.

—No es nada malo, hombre. He pensado que voy a inscribirme en Periodismo.

—Uy, qué interesante. —Me incorporé y me senté— Ni se me había ocurrido esa carrera. Aunque sigo sin saber por qué no te apuntas a Bellas Artes.

—No sé, no me veo. Me gusta pintar y no dejaré de hacerlo, pero, ya sabes, no me gusta ninguna profesión de las habituales para Bellas Artes.

—Con el talento que tienes, lo único que necesitas es darte a conocer.

—¡Qué exagerado eres! —exclamó avergonzada.

—Estoy pensando...

—¡Qué miedo me das! —bromeó.

—Voy a echar la preinscripción para Periodismo yo también; a ver si logro entrar.

—¿Estás seguro?

—Sí. Ahora que me lo he planteado no me veo en otra cosa.

—Sara va a estudiar periodismo también. Igual nos toca a todos en la misma clase.

—Si tenemos que ir juntos, vamos juntos. ¡Qué se va a hacer! —No quería mostrar desagrado, aunque mi cara me delató

—Si no te gusta la idea, estudia otra cosa —se molestó.

—A ver, que no pasa nada. Ahora me ha gustado la idea de hacer periodismo.

—Por mí, genial. Os tendré más tiempo a mi lado, así que no puedo pedir más. —Se puso en mi regazo, me dio un beso cariñoso en la mejilla y me abrazó—. Eso sí, a ver si cambias tu actitud con ella, que pareces un crío.

Mientras me olvidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora