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Limpió lo más rápido que su tambaleante cuerpo se lo permitió, sus manos temblaban al igual que su labio inferior, entonces el golpe en la puerta se escuchó está vez más insistente. Lavó sus manos y empapó su rostro con el agua del lavado, se puso una toalla alrededor de su cintura para abrir la puerta de la habitación con algo de torpeza. Se maldijo mentalmente por eso.

Menos mal había cerrado la puerta del cuarto o quién sabe cómo lo hubieran encontrado.

Alzó su ceja algo confundido porque después de que se arregló lo más decente que pudo, no había nadie pero juraría que escuchó que tocaron la puerta.

Buscó en la planta baja, nada.

El ático, nada.

Los cuartos, adivinen qué... NADA.

Suspiró y cuando se giró sobre sus talones decidido a volver a lo que hacía antes, su teléfono sonó , el cual estaba en la mesita de noche.

Era su mamá quién llamaba así que a duras penas –porque ¿Lo interrumpieron?– atendió. Fue una corta conversación gracias al cielo y llegaría más tarde junto a Yuta, al parecer ocurrió algo en la empresa en la que trabajaba el mayor y ella iría con él y después irían a comprar algo de comida rápida para la cena pero antes de colgar le pidió que le dijera a Ni-ki que se alejara de la maldita cocina y no quemara nada.

Esa era la clara referencia a la vez en que estuvo castigado por pelarse con una señora en el supermercado y entonces quiso hacer la cena por su cuenta. Grave error, porque termino con una intoxicación por un camarón que él mismo cocinó.

Bueno, al menos tenía la casa para él solo durante unas horas.

Y estaba más caliente y hormonal que de costumbre. Nunca se sabe cuándo iba a tener esa oportunidad de nuevo.

Esta vez se sentó en el suelo con sus piernas abiertas a la par, el calor se extendió por todo su cuerpo ante la imagen que tenía enfrente. Mierda, estaba delante del maldito espejo.

Gimió al verse a sí mismo con el rostro sudado con algunos mechones pegados a su frente, sonrojado, sus piernas abiertas a la par y su pequeño agujero a la vista. Llevó dos dedos a su boca para bañarlos en saliva mientras comenzaba a mover su mano libre de arriba hacia abajo encima de su miembro, gimiendo como si estuviera en celo.

— A-ah..

Sacó los dedos ya húmedos de su boca para guiarlos a su entrada de nuevo, cuando la puerta se abrió de forma abrupta haciéndolo sobresaltar con un pequeño grito. Ahí estaba Ni-ki, mirándolo con sus ojos filosos y un bulto notorio detrás de sus jeans.

¿Pero como entró si cerró la puerta del cuarto con seguro?

— ¿Que estabas haciendo, Sunoo?— pregunta con voz ronca.

El mencionado gimió por lo bajo, el castaño se agachó para quedar frente a él y paseó su mano por encima de la caliente piel de sus piernas dobladas para ir subiendo hasta sus muslos, los cuales apretó hasta arrancarle un gemido nada disimulado.

— Ah~ Ya veo.— sonrió con malicia para arrodillarse entre las piernas del chico, forzándolo a que las abriera más— Sunnie se estaba tocando.— lo miró directamente a los ojos para ir acercando su dedo índice al pequeño anillo de músculos que se apretaba una y otra vez.

— N-Ni-ki...

— Shhh...— susurró bajo— ¿Porque cubriste tus marcas?— la yema de sus dedos rozó por encima la piel de su cuello.

Lo vio darse vuelta para buscar un pequeño frasco de vaselina que tenía guardado en el cajón al lado del cesto de ropa sucia. Esa la usaba él para hidratar sus labios de vez en cuando. Untó un poco en ambos dedos para ir acercándolo de a poco.

𝐒𝐭𝐞𝐩𝐛𝐫𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫𝐬『ˢᵘⁿᵏⁱ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora