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PRIMERA PARTE:
TEMPORADA DE DIAMANTES

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| P R Ó L O G O |



La rabia, el sexo, la adrenalina.

Necesitaba todo eso; todas las noches.

Y, Dios, sabía que estaba mal.

Tan jodidamente mal...

Que no podía parar.

Sus labios dejaron un camino de besos húmedos por mi clavícula y mis manos se aferraron al borde de la mesa cuando sentí el piercing de su lengua hacer contacto con aquel punto sensible en mi cuello. Un escalofrío me recorrió la columna cuando su aliento chocó con mi oído.

—¿Prometes ser una niña buena? —su voz era baja y estaba plagada de malas intenciones.

Asentí con la cabeza, pero en seguida di un salto cuando recibí un pellizco en la cara interna de mi muslo.

—Usa tus palabras, amor —ordenó el peliblanco con suavidad.

—S-sí, lo prometo —respondí sin imaginar la clase de sentencia que estaba firmando.

—Mmh... no suenas muy segura —Chishiya sujetó mis piernas para abrirlas y meterse entre ellas, acortando casi toda la distancia entre sus labios y los míos—. Opino que la pongamos a prueba.

Sus ojos oscuros estaban fijos en mi rostro, estudiando cada reacción y seguramente leyendo mis pensamientos. Tragué saliva y él esbozó una sonrisita arrogante. Era más que obvio que estaba disfrutando esto, a pesar de la inminente amenaza que representaba el hombre a mi espalda.

—La pobre tonta no sabe cómo debe comportarse, ¿o sí? —Niragi llevó una de sus manos a mi cuello y giró mi rostro lo suficiente como para que nuestras miradas se encontraran. 

Mentiría si dijera que su expresión no me aterraba y mojaba al mismo tiempo. Había tanta rabia y frustración en sus facciones, que el brillo del deseo en sus ojos proyectaba un millón de obscenidades sexuales imposibles de mencionar en voz alta.

—Por favor... —no sabía ni de dónde había salido esa súplica tan vergonzosamente necesitada, pero Niragi apretó su agarre en mi cuello y Chishiya se aferró a mis muslos.

—Por favor, ¿qué? —presionó el militar entre dientes.

—Por favor, enséñenme a comportarme como una niña buena.



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