𝒀𝒐𝒖'𝒓𝒆 𝒐𝒏 𝒚𝒐𝒖𝒓 𝒐𝒘𝒏, 𝒌𝒊𝒅
𝒀𝒐𝒖 𝒂𝒍𝒘𝒂𝒚𝒔 𝒉𝒂𝒗𝒆 𝒃𝒆𝒆𝒏...
Enterré las uñas en la madera de la silla y sentí que la respiración me faltaba a medida que los disparos se acercaban.
—Dijo... Él dijo que volvería en la madrugada —mi pecho se contrajo por el miedo.
—Pues lo siento mucho por ti, porque aquí no pagamos horas extras, dulzura —se burló y quise sacarle los ojos—. Oh, no me mires así. Obtendrás tu recompensa, lo prometo.
El Sombrerero se dio la media vuelta y desapareció por la misma puerta por la que entró.
Infeliz hijo de puta.
Recogí la chaqueta de Naoto y la apreté contra mi pecho. Cerré los ojos y traté de no pensar en nada más que en mi errática respiración.
Inhala uno.
Exhala dos.
Inhala uno.
Exhal...
Pasos pesados.
Una respiración agitada.
Y la presión del cañón de un arma contra mi frente.
—Abre los ojos —la calma mortal de su voz me erizó la piel.
Solté un sollozo y Niragi apretó más el metal contra mi piel.
—Por favor... —la suplica se escapó de mi boca.
De un tirón en el cabello me echó la cabeza hacia atrás y chillé de dolor.
—Abre. Los. Malditos. Ojos.
No puedes dejar que el miedo te controle, ya sabes lo que está en juego. Debes ser más lista que él, que el Sombrerero y que cualquier idiota que se te ponga enfrente. Respira y sé la Murakami que tu padre educó.
Abrí los ojos con cautela, encontrándome con un Niragi rabioso.
¿Dónde estás Suguru?
—¿Vas a matarme? —la pregunta pareció sacarlo de balance (lo cual no significó una gran diferencia tomando en cuenta el humor hirviente que emanaba de su cuerpo). Frunció levemente el entrecejo y parpadeó un par de veces, como si se despertara de una ilusión o estuviera muy confundido.
Tomé una fotografía mental del momento y la guardé para analizarla con calma más tarde.
—¿Me crees capaz de eso? —estiró los labios en una mueca que intentaba parecer una sonrisa y presionó más fuerte el cañón contra mi frente.
—No lo sé, tú eres el que me está apuntando con una metralleta, así que dímelo tú.
Plaf.
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FanficYa sabía de primera mano que Niragi era malditamente atractivo. Sin embargo, tenerlo así de cerca, con su perfil iluminado por la luna y sumido en una extraña paz, me arrancó el aliento por primera vez. -Ya deja de mirarme así -habló sin abrir los o...