𝐓𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫𝐨

125 11 21
                                    

Mi primera reacción fue intentar quitarme el collar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Mi primera reacción fue intentar quitarme el collar. Tiré de este lo más fuerte que pude y en el proceso me arañé el cuello.

Tiene que ser un sueño. Tiene que ser un sueño.

—¡Detente! ¡Si lo fuerzas podría detonar! —Naoto me sujetó por las muñecas y me obligó a mirarlo—. Tienes que ir con tu equipo. Estarás bien...

—Yo... no... —ni siquiera me di cuenta de que había empezado a llorar, Naoto negó con la cabeza.

—Escúchame. Eres astuta y muy inteligente, si alguien puede salir de esto, eres tú.

Estábamos solos de nuevo, los demás habían salido corriendo con sus respectivas banderas apenas los collares se encendieron.

—Es un sueño, ¿verdad que es un sueño? —la cabeza me daba vueltas y tenía ganas de vomitar—. ¿Por qué nos pondrían en equipos distintos? ¿Fue al azar o alguien lo escogió así?

—No lo sé, ¡no lo sé! —se llevó las manos a la cabeza y tiró de su cabello hacia atrás, yo traté de respirar y fallé olímpicamente—. Mierda, tienes que enfocarte, ¿de acuerdo? Si esto es un sueño, entonces podrás hacer lo que quieras. Toma esto —de la parte trasera de su pantalón sacó una pistola y la puso en mis manos—. Así le quitas el seguro y así se lo vuelves a poner, es muy simple.

El peso del arma pareció devolverme un poco la cordura porque dejé de sollozar y en serio traté de ponerle atención a todo lo que me decía. Su voz ya no era la amable y preocupada de hacia un rato, ahora era inflexible y autoritaria, del tipo que si no hacías lo que te ordenaba, acabarías con un ojo morado por insubordinación.

—Escóndela en tu ropa y no le digas a nadie que la tienes, ni siquiera a tu equipo. Tiene un silenciador, así que nadie sabrá de tu ubicación por el sonido si la usas para defenderte. También hay más municiones en el maletero del auto, deberás ir por ellas después de esto —aún llevaba su chaqueta sobre mis hombros, por lo que me la puse bien y con ella cubrí la pistola que ya había guardado en la cintura de mi pantalón.

—¿Pero no vas a necesitarla? —pregunté refiriéndome a la pistola.

Naoto esbozó apenas una sonrisa.

—Esa arma se me fue dada con la consigna de protegerte. Y eso es justo lo que estoy haciendo.

—Amor, yo...

—No podemos perder el tiempo, localiza a tu equipo, asegúrate de que tengan una estrategia y luego escóndete, yo haré el resto.

—¿El resto? —de nuevo la sensación de aturdimiento me entró en la cabeza y sentí que veía las cosas a través de una ventana.

—No te preocupes por mí, cuando esto termine yo... iré a buscarte, ¿de acuerdo? —me estrechó entre sus brazos una vez más y sentí los latidos de su acelerado corazón contra mi oído—. Te amo tanto, Tara.

฿ØⱤĐɆⱤⱠ₳₦ĐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora