La agudeza en su mirada no ocultó el destello de diversión cuando me quedé estática en la puerta. Su ligera sonrisa demostraba confianza y un toque de picardía.
—Hola, intruso —dije sorprendida.
Chishiya mantuvo su posición, su figura llenando el marco de la puerta.
—¿Te divertiste anoche? —preguntó con esa maldita entonación que indicaba que sabía más de lo que estaba dispuesto a revelar.
—No esperaba encontrarte aquí.
—No respondiste mi pregunta —alzó una ceja.
—¿Qué pasa, Chishiya? ¿Te preocupa que me haya divertido demasiado?
Dejó escapar una pequeña risa.
—No me preocupa. Sólo me da curiosidad saber qué fue aquello tan interesante que hiciste como para no tener tiempo de lavarte las manos.
Sentí que mis mejillas se coloreaban y desvié la vista hacia mis manos. La sangre seca de Niragi era un tinte escandaloso sobre mi piel.
—El juego de anoche nos tomó desprevenidos a todos —mentí.
—Ya veo, ¿por eso ahora Niragi es quien está en la cama con un disparo en la cadera y no tú? ¿O es que la única desprevenida en el juego fuiste tú y Niragi tuvo que meterse para que no terminaras en la morgue de Ann otra vez?
Parpadeé tratando de recuperar la compostura. Mi mente luchaba por encontrar las palabras adecuadas, pero la presencia del peliblanco no estaba ayudando. Me acomodé nerviosa y cuando volví a mirarlo a los ojos no pude ver nada más allá de mi reflejo. El hombre era un enigma envuelto en una capa de encanto y, en ese momento, no estaba segura de si quería descifrarlo o mantenerme a una distancia segura.
—¿Qué pasa, princesa? ¿Te quedaste sin palabras? —el ambiente se cargó de una tensión sutil, pero palpable.
Tragué saliva, buscando defenderme de sus insinuaciones.
—No tengo por qué darte explicaciones —erguí mi postura—. Nada de esto te incumbe —respondí, intentando proyectar seguridad.
Entonces él se inclinó hacia mí como un depredador que acecha a su presa y su proximidad hizo que mi pulso se acelerara.
—Siempre tan orgullosa —susurró, su aliento cálido rozando mi piel y enviando un escalofrío por mi espalda—. Pero tienes razón, mis disculpas por ser tan entrometido—su voz era tan suave que contrastaba con la intensidad de su mirada.
Su proximidad era abrumadora y, a pesar de que no tenía precisamente un aura dominante como Niragi, su presencia llenaba el espacio de una energía magnética que era difícil de ignorar.
—Aunque sabes que puedo ayudarte, ¿verdad? —añadió en un tono más íntimo.
Me aparté un poco, consciente de la mínima distancia entre nosotros.
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FanfictionYa sabía de primera mano que Niragi era malditamente atractivo. Sin embargo, tenerlo así de cerca, con su perfil iluminado por la luna y sumido en una extraña paz, me arrancó el aliento por primera vez. -Ya deja de mirarme así -habló sin abrir los o...