15; Conversación

258 30 2
                                    

—¡Mamá!—Exclama Eijiro, nada más entrar en casa, siendo seguido por Aiko que trata de esconderse de todas las formas posibles.

Hanako pronto va en su encuentro, aún molesta con su hijo. Eijiro la hace sentarse en el sofá e invita a Aiko a hacer lo mismo. Esta accede.

—Ella es Aiko Tanaka. Y creo que tenéis que hablar.

Su madre lo mira, confundida y desorientada mientras Aiko se aclara la garganta en un carraspeo para poder comenzar a hablar. Eijiro se marcha rápidamente para dejarles más privacidad. Pero aún así, él mismo se encarga de poner la oreja en la puerta de la cocina para poder escuchar alto y claro todo lo que las dos mujeres tienen que decir.

—Quería hablar de algo con usted, señora Kirishima.

—Disculpa, pero ¿Quién eres y por qué motivo mi hijo cree que nosotras deberíamos conversar!—Escucha hablar a su madre, con un deje de confusión muy notorio en su voz.

—Su hijo ha descubierto algo que ninguna de las dos conocía.—Aiko dice, implementando un toque misterioso a sus palabras.—Su marido es Kaito, ¿no es así?

—Sí, él es el padre de mis hijos, llevamos veintidós años casados, ¿Por qué lo dice?

—Señora Kirishima, lamento decírselo pero su esposo no le es leal.—Confiesa Aiko.—Él lleva más de tres años conmigo.

Boom. No esperó que la amante de su padre fuera tan directa a la hora de contárselo a su madre. Pero no va a replicar nada por ahora, lo importante es que ella lo sepa.

—¿Lo dice en serio?—Puede notar como la voz de Hanako parece romperse a la hora de hablar.

—Lo siento, pero es cierto.

—¿Cómo voy a creerle? ¡No la conozco de nada!

Eijiro suspira desde su escondite. Primero no le creyó a él, y ahora no le cree a ella. ¿Por qué es tan difícil convencerla?

En silencio, Aiko saca su celular, y entra en su Galería. Eijiro no sabe que es lo que le ha enseñado exactamente, pero su madre rompe a llorar en cuestión de minutos. Su corazón se ablanda.

—No lo puedo creer...

Es difícil. Con su imagen de marido perfecto que siempre está ahí para su mujer, padre de familia ejemplar que no tiene nada que envidiar a ningún otro. Un cristiano que va cada domingo a misas, y resulta que es más pecador que cualquier otra persona atea ausente en misa.

—Lo siento tanto señora Kirishima.—Se disculpa la mujer.— Yo no tenía ni idea de que Kaito estaba casado con usted.

—Cuénteme. Cuéntame cómo terminaste con él.

Aiko le dedica una mirada lastimera a la otra mujer antes de comenzar con su relato. A Eijiro le interesa en demasía esta parte.

—Yo soy una madre soltera. El padre de mi hija no quiso hacerse cargo de la niña por lo que tuve que ocuparme de ella yo sola. Trabajaba en un casino a tiempo completo para poder pagar la renta de mi apartamento y pagarle una buena escuela a mi hija.—Comienza su relato.—Ahí fue dónde le conocí. Iba con dos hombres más e iban a apostar en los juegos de azar del local. Recuerdo que él ganó una de las apuestas y yo fui a entregarle su dinero correspondiente por su victoria, ahí fue cuándo me pidió mi número de teléfono. Comenzamos a hablar, y él me comentó que tenía dos hijos, pero que se había divorciado de su esposa hacía años. A los meses, comenzamos a salir.

Así que, su padre no sólo es infiel, sino que también frecuenta los casinos y hace apuestas en los juegos.
Es un gran mentiroso y sabe bien como no ser descubierto.

Poco tiempo después, Kaito vuelve a la casa. A Eijiro le hubiera encantado poder fotografíar su rostro en el momento exacto en el que ve a su esposa y su amante juntas, quizás incluso la habría enmarcado para poder verla cada día y sentir la verdadera satisfacción.

El ver cómo su padre se ve arruinado por sus propias mentiras es de las cosas más satisfactorias que jamás le han pasado, jamás ha sentido tanto placer al ver a alguien sufriendo como en ese momento. Aunque tal vez suene demasiado cruel y un poco insensible.

—Kaito. Aiko ya me ha comentado todo.

—Cariño, no sé de lo que hablas.

—¡Silencio!

Al día siguiente.

—¿Entonces tus padres ya no se van a dirigir la palabra pero no se van a divorciar y van a seguir viviendo en el mismo lugar?

—Exacto. El divorcio no les conviene a ninguno, ambos se aportan muchísimo económicamente. Los dos se verían muy afectados si se separan—Explica el pelinegro.—Creo que es conveniente el no divorciarse. Existe una gran posibilidad de que mi padre se quede con mi custodia.

—Sería terrible si eso sucediera. Ese hombre es violento contigo, ya te ha lastimado demasiadas veces, tantas que ya he perdido la cuenta por completo.—Katsuki sigue caminando por los pasillos, sin ver a la cara a Eijiro, tan sólo viéndolo de reojo de vez en cuando.

—Concuerdo. No es que tenga la mejor relación con mi madre, ella puede llegar a ser demasiado falsa y eso me pone enfermo. Pero, sinceramente, elijo quedarme con ella antes que con mi padre, mil veces.

—Tu padre no te ha hecho nada. ¿verdad?

—Lo ha intentado, pero le he plantado cara. No voy a permitir que me haga daño por hacer lo correcto. Se merecía ser delatado.—Dice Kirishima con una gran decisión.—Y nos evita a los tres, siempre trata de que no haya nadie más cuándo él está en la casa.

—Estoy tan feliz.

—Yo también lo estoy.

Se miran a los ojos, igual de rojos, y se sonríen. Tal vez, esto es el inicio del final, la puerta hacia la tan ansiada libertad. Sin Kaito, las posibilidades de que Eijiro sea lastimado caen en picado. Nada puede salir mal ahora mismo, cuándo el mayor miedo de Kirishima prácticamente ha desaparecido. Ahora él es valiente. Ambos lo son.

—Oye, Kats.—Vuelve a hablar Eijiro.—¿Cómo crees que me quedaría el cabello rojo?

Holaaa.
Ya estamos entrando en la recta final de este fanfic. Espero que os guste todo lo que va a pasar a continuación.

Y hoy, 20 de Enero, esta cuenta celebra su primer cumpleaños. <3
















•Freedom• (Bakushima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora