12; El Secreto de Papá

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La libertad siempre ha sido un concepto indefinido y desconocido para él. Su familia siempre lo está vigilando y no tiene ni una pizca de privacidad. Pero al sentir la respiración pausada y el calor humano que emana el rubio, siente que está cerca de lo que verdaderamente significa ser libre.

Pero aún así, no puede hacerlo. No puedo quedarse con él cómo si nada.
Lo ama, eso es algo que lleva sabiendo mucho tiempo, pero eso no quita el hecho de que no esté bien hacer eso. Su familia lo va a odiar, y si tiene que elegir entre el odio de Katsuki y el de su familia, cree que elegiría que Katsuki lo odie, por mucho que le duela ganarse su odio. Ese beso ha sido su forma de despedirse, espera que Katsuki no se haya confundido y haya creado ilusiones imposibles.

-Blasty, tengo que irme.-Susurra suavemente, Katsuki lo abraza un poco más fuerte.

-Quedate un poco más.

-No puedo, mis padres llegarán en media hora o menos. Tengo que volver a casa.-Vuelve a hablar.-Sabes lo que puede pasar si descubren que yo... He estado contigo.

-Está bien. Hablamos mañana en la escuela.

Kirishima asiente, y en cuánto Katsuki afloja un poco el intenso abrazo, Eijiro escapa y se va, prometiendo que mañana hablarían durante el recreo. Sale de la casa y a paso rápido va hasta la suya.

Sus nervios se ponen a flor de piel al ver el auto perteneciente a su padre pasando justo en frente de la residencia de los Kirishima. El pelinegro, listo para recibir un castigo, sigue caminando hacia su casa familiar, sabiendo que llegara al mismo tiempo que su padre. Pero para su sorpresa, el auto sigue moviéndose por la carretera, pasando de largo. Eijiro algo extrañado decide seguir el auto, por simple curiosidad. Está convencido de que su padre está en el interior conduciendo, y que no va a casa, no confía en él, ni siquiera un poco por lo que camina tras el auto, tratando de ser discreto para no resultar reflejado en los espejos retrovisores.

Va por un camino desconocido por el que nunca ha ido antes, y Kirishima cada vez se siente más decidido a seguir el auto hasta dónde sea que su padre quiera ir. Sospecha, demasiado.
Nunca ha confiado en realidad en su padre, quién sabe lo que hará cuando está sólo. Tal vez simplemente vaya a cualquier lugar normal cómo una persona completamente normal. Eijiro debería dar media vuelta y volver a casa en vez de arriesgarse a que su progenitor descubra que ha salido, se ha visto con Katsuki, y no sólo eso, que lo ha estado espiando a lo lejos. Lo mataría. Recibiría el peor castigo de toda su vida si él descubriera que ha estado metiéndose en sus cosas privadas. Es arriesgado. Y no debería hacerlo pero, la curiosidad es más grande. Y saber lo que hace su padre cuándo no hay nadie más viéndolo es algo que ha querido saber desde hace mucho tiempo.

El coche de color negro frena de sopetón, y las puertas se abren, de ella sale un hombre, Eijiro conoce a ese hombre. Es su padre. Este parece mirar la hora, cómo si estuviera esperando el momento indicado para algo, cómo si estuviera esperando a alguien o como si hubiera quedado en verse con alguna persona. Eijiro se queda quieto, tal y cómo una estatua, completamente inmóvil para que Kaito no note su presencia, y para no perderse ni un sólo detalle de lo que pueda pasar a continuación.

Una mujer treintañera va en su encuentro. Lo que pasa después lo deja helado. La mujer y su padre se besan, en los labios, de forma amorosa y extremadamente apasionada, cómo si fueran dos amantes que han sido separados por años. Tal vez, es así. Lo único que puede sentir es una pura impotencia. Furia creciendo desde lo más profundo de su corazón. A la vez, siente lástima. Por su madre, porque no tiene que aguantar algo cómo eso, porque merece descubrir lo que ha hecho. Siente lástima por si mismo y por su hermano, por ser el fruto de un infiel que engaña a su esposa.

El secreto de papá es algo que quizá alguna vez imaginó, pero jamás lo había visto posible. Quiso negarse a ver capaz a su propio padre de hacer algo cómo eso. ¿Ese es el mismo hombre que presume de cristiandad y de estar libre de todo tipo de pecado?
Su padre ha caído ante la lujuria, ese es uno de los mayores pecados. Pero no va a ser hipócrita, él también cayó al enredarse de esa manera en los labios de Bakugou, al enredarse entre sus sábanas suaves y tibias.

El problema, es que su progenitor lleva más de dos décadas casado. Tiene dos hijos con esa mujer a la que engaña. Se siente impotente y quiere enfrentarlo, pero a la vez se siente paralizado.

La pareja se abraza antes de darse media vuelta y partir, agarrados de las manos y entrelazando sus dedos. Eijiro observa con asco como su padre deja que su brazo de deslice por la cintura de esa mujer. Es joven, demasiado para alguien que sobrepasa los cuarenta y cinco años.
Niega con la cabeza y se da media vuelta para volver a casa, necesita llegar y contarle todo a su madre.

Suele llevarse mal con ella, pero aún así, no puede evitar sentir lástima por ella, no puede evitar apiadarse por la pobre mujer que ingenuamente confía en su marido, aquella mujer que le da todo su cariño, esa que siempre guarda silencio cuando él se lo pide, la que hace cualquier cosa por él y por su matrimonio ya de por sí fallido.

Está corriendo por las calles como si su vida dependiera de llegar rápido a casa. Llega con la respiración agitada y cierra la puerta a sus espaldas, se apoya en ella.

-Eijiro, me preguntaba dónde estabas.-Dice Tamaki.-Oye, ¿Por qué hay trozos de vidrio en el piso de tu habitación? ¿Estás bien?

Los trozos de cristal. Lo había olvidado por completo.

-¿Mamá?-Pregunta.-¿Dónde está mamá?

-Ella vendrá en unos minutos. Pero no has respondido a mi pregunta inicial, ¿Que hacen todos esos vidrios en tu habitación?

-Eso no importa. Luego los barro.-Responde Eijiro.-Necesito hablar con mamá, urgentemente. Los vidrios pueden esperar a ser barridos, esto no. Necesita saberlo ya.





•Freedom• (Bakushima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora