17; Escapar

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Algo que nunca ha esperado es que a la señora Bakugou se le ocurriera contarle a sus padres lo que ha visto.

Su madre lo mira estupefacta, mientras su padre parece querer asesinarlo con sus propias manos, Tamaki, por otro lado, sólo tiene lástima en la mirada, cómo si de verdad le causara tristeza que haya sido descubierto. Y él, sólo quiere que lo trague la tierra, quiere desaparecer, por eso se encoge aún más en el sofá, con la esperanza de hacerse tan pequeño que nadie pueda verlo.

Quiere llorar, derramar todas las lágrimas que ha estado guardando desde hace tiempo. Pero no puede, no quiere llorar con tanta gente mirándolo fijamente, mientras él por una vez es el centro de mira. Por eso, se aguanta las lágrimas, sorbe su nariz para que ninguna pueda escapar, y así mantenerlas enjauladas todo el tiempo que necesite.

¿Por qué Mitsuki le ha hecho algo como esto, cuándo era como su madre soñada?

Su madre agradece a la señora Bakugou por haberlos informado de lo que ha pasado, y estos se marchan de la casa. Kirishima, aún así, no se ve a si mismo capaz de levantar la mirada, no quiere ver a sus progenitores, su odio reflejado en sus miradas, junto a la decepción que está seguro sienten. No quiere, y tampoco cree poder hacerlo.

—Eijiro.—Dice Hanako en tono severo, pero antes de que pueda seguir hablando, su padre lo agarra de la muñeca, haciendo que se levante del sofá.

Lo mira a los ojos por mucho que Eijiro haya tratado de evitarlo. Y de repente, una bofetada azota su rostro dejando una marca roja en su cachete.
Eijiro se tambalea hacia atrás, pero aún así, su padre no suelta en ningún momento su muñeca.

—¿Cómo es posible que mi hijo haya salido maricón?—Pregunta, pero Eijiro sabe que no tiene que responder a sus dudas.

—¡Déjalo en paz!—Tamaki sale en su defensa.

—¡Cállate, Tamaki!—Grita Kaito.—¡A no ser que quieras lo mismo que él va a recibir!

Tamaki calla. Ama más a su bienestar físico que el de su hermano menor, Eijiro lo comprende, él haría lo mismo si fuera él.

—Además de eso te has pintado el cabello, ¡rojo! Al igual que el diablo. Has pecado.—Le dice su padre de nuevo, con mirada amenazante y autoritaria.

—No eres el más indicado para hablar de pecados.

Ni siquiera él sabe de dónde ha sacado la valentía para decirlo en voz alta, frente a él. Kaito frunce el entrecejo, realmente enojado con él.

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Tiene que irse de esa casa. No lo soporta más. El señor Kirishima le ha dado la paliza de su vida, y sabe que eso no mejorará con el paso de los días, sino todo lo contrario. Es por eso, que cree que lo mejor que puede hacer es marcharse, y cree saber a dónde ir para que no lo encuentren.
La casa de los Bakugou no es una opción, en otro caso, lo sería, pero fueron ellos quiénes lo delataron, así que esa opción queda completamente descartada.

Mientras hace la maleta y crea su plan para escaparse sin que nadie lo vea, envía un mensaje.

Mina

Mina necesito
tu ayuda, por
favor. 17:56 ✓✓

Que pasó? 17:57

Iré a tu casa.
17:57✓✓

Y así lo ha hecho. Durante la noche, cuándo sabe que todos ya han ido a dormir, baja con cuidado las escaleras, evitando pisar el escalón que chirría. Llega hasta la puerta, y ágilmente logra abrirla sin hacer ningún ruido. Tal vez, ya es por la práctica, es experto en escaparse de la casa sin ser descubierto.

Camina por las calles de la ciudad, con los faroles iluminando su camino, y la luna creciente indicando hacia que lugar debe ir. La primavera empezó hace poco tiempo, por eso no es realmente necesario usar una chaqueta que abrigue demasiado.
Minutos más tarde, llega a casa de Mina, quién rápidamente abre la puerta.

—¿¡Eijiro?!—Exclama sorprendida, mientras lleva su mano a su pelo.—¿Que te pasó en el pelo?

—¿Podría pasar? Allí te explicaré todo.

Ashido tan sólo asiente, dejando que el ahora pelirrojo se adentre en su hogar. Los padres de la chica lo reciben efusivamente.

Conoció a los padres de Mina poco antes de romper con ella. Son gente amable que siempre lo trataron bien, educados y agradables, aunque a la vez algo raros, cómo si fueran extraterrestres.

—¡Eijiro, tanto tiempo que no te vemos cariño!—La madre de Mina le acaricia el cabello, cómo si fueran familia, mientras el padre le da unos golpes amistosos en la espalda.

—Estás muy guapo con ese color.—Vuelve a hablar la señora Ashido.

Tiene ganas de llorar de nuevo, ¿Cómo unas personas que apenas conoce pueden tratarlo mil veces mejor que su propia familia? No puede comprenderlo, y le entristece ver a tantos padres amorosos, cuándo los suyos son todo lo contrario a eso.
Recuerda que siempre ha estado celoso de otros niños por las familias que le habían sido otorgadas. Primero, recuerda sentir celos de Denki, sus padres, al igual que los suyos, son cristianos, pero le dan mucha más libertad a su hijo, él tiene la opción de asistir o no a la iglesia, puede tener todas las novias que quiera antes del matrimonio, aceptaron a Jirou con los brazos abiertos. Después, recuerda sentir envidia por la familia de Katsuki, y cuándo conoció a la familia Ashido, también sintió envidia de Mina.
Es un envidioso, pero no puede evitarlo.

Una vez que Mina logra hacer que sus padres dejen en paz al pobre Eijiro, se lo lleva a su habitación para poder hablar las cosas.

—La señora Bakugou me descubrió besando a su hijo. Y se lo contó a mis padres.

—¿Por eso estás herido?—Mina señala a las múltiples heridas que se asoman a través de su ropa.

—Mi padre casi me mata.—Dice, para después suspirar.—Por eso he decidido venir hasta aquí, porque sé que jamás se les ocurrirá venir aquí a buscarme, si es que lo hacen.

—Eijiro, es una decisión precipitada esa de marcharte sin más de tu casa.

—¿Y qué más debo hacer? ¿Quedarme allí? Sé que la actitud de mi padre hacia mí no va a cambiar, incluso va a ir a peor.

—Quedate a dormir. Es más, puedes quedarte aquí todo el tiempo que necesites.

•Freedom• (Bakushima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora