— No he dicho basta
Un grito ahogado fue todo lo que alcanzó Hinata a responder, antes de ser nuevamente su boca tomada por la ajena.
No sabe a ciencia cierta cuanto tiempo llevaban así, besándose dentro del agua termal, rozando sus miembros muy lento, en un intento burdo de Kageyama por durar muchísimo más en ese estado de éxtasis puro.
Esa es otra de las primeras veces que le ha otorgado el más bajo. Las sensaciones electrizantes al erizar la piel con toques imperceptibles, era algo totalmente novedoso.
El futbolista pudo haber estado con muchas personas sexualmente en su vida, sin embargo, en ese contexto romántico, involucrando infinidades de sentimientos y emociones que agitan su corazón, solo era con uno, con él.
— Kageyama — logró vociferar al momento que tuvo una oportunidad libre su boca —, no quiero parar. Contigo nunca quiero detenerme
Sintió su rostro arder al decir algo tan vergonzoso como eso, mas no había pisca de arrepentimiento. Porque el chico de cabello brillante como el sol, decidió abrirse por completo a su vecino. No tenía intenciones de seguir sintiendo temor, si se iba a enamorar perdidamente de alguien, entonces que sea de aquel chico con ceño fruncido y humor felino.
— Entonces continuemos. Después de todo, dicen que la noche es joven
Nuevamente besándolo, bajó su mano, buscando con cuidado la entrada del mayor, ingresando un dedo lentamente. Empezó a estimularlo, mordiendo los pezones, aumentando la fricción entre ellos, hasta que sintió el espacio perfecto para otro dígito.
El calor del agua solo lograba nublar aún más la mente a Hinata, dejándose llevar por las indescriptibles sensaciones que le causaba el futbolista cada vez que le tocaba su cuerpo.
El solo se disponía a su merced.
Una vez preparado, Kageyama lo tomó con cuidado, dejándolo de espalda, apoyando el abdomen en el borde del agua termal. Tomó aquellas caderas que le vuelven loco, se posicionó con precisión detrás del gimnasta, y de un golpe lo embistió.
Movimientos certeros, ondeando junto al agua, fluían junto a los gemidos compartidos, repartiendo besos cálidos por una ancha espalda con salpicones de pecas.
En una ágil acción, el más alto capturó ambas muñecas de su compañero por la espalda, ejerciendo mayor presión en cada estocada a su miembro.
— Ka-Kageyama... — pronunció en un tartamudeo — El borde es un poco incómodo. Además, quiero verte a los ojos
— Tú, realmente me vuelves loco, Campanita.
Se separó de él a regañadientes, girándolo con cuidado en su propio eje. Ojos brillosos fue lo primero que capturó en su mente, perdiéndose en el cariño irradiante encontrado en iris caramelizados.
Lo matarían de ternura a ese paso.
Acogió el rostro del gimnasta con ambas manos, acercando la nariz a la contraria en un roce tímido, y sus labios se encontraron en un beso lleno de parsimonia.
Así mismo, Hinata sintió como era elevado nuevamente, enredando sus piernas en las caderas de su vecino, proporcionando un mejor agarre. Besos iban y venían, a medida que su miembro rozaba en el trabajado abdomen del más alto, hasta que su cuerpo comenzó a temblar en la excitación en pleno apogeo.
— Te quiero
Fue lo que se escapó sin permiso de sus labios.
Como si no pudiese endurecerse más, el pelinegro sintió hacerse más grande su parte baja, bombeando como loco, imitando los latidos en su corazón.
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El lazo del destino 🧡 [KageHina] 💙
Diversos~ Shōyō Hinata se ha dedicado a la gimnasia rítmica desde niño, por eso viaja a una academia ubicada en Tokio persiguiendo sus sueños, ser el mejor del país. Sin embargo, no pensó que tendría de vecino a un arrogante futbolista. Como si los problema...