— ¿Te gusta Kageyama?
Una simple pregunta con una simple respuesta.
No.
Así de fácil y automático era la contestación hacia la interrogante.
Entonces, ¿por qué no pude responder inmediatamente?
Hinata creía que tenía la solución a su problema, hasta que una tarde después del turno, Yachi le pregunta aquello.
Todo se rememora en diciembre, en el cumpleaños de Kageyama, en el cual se esforzó en sobremanera por robarle una sonrisa a su vecino en la fecha de su natalidad.
Era verdad que para esos días, venía arrastrando una relación peculiar con él, se habían vuelto grandes amigos a su propia manera, competían por todo, discutían por nada, pero siempre sin rencores, sin rencillas. Solo se involucraban físicamente, ese era el trato, no se les permitía ir más allá, así que nunca consideró siquiera la opción de fijarse en el futbolista.
Las cosas se tornaron complicadas y tal vez sentimentales en el momento que apareció el padre de Kageyama en plena cafetería.
No se lo esperaban los trabajadores, tampoco los clientes, menos el mismísimo Tobio siendo abofeteado por su primogénito delante de todos.
A Hinata le ardía la sangre, la ira lo envolvía, la furia le salía por los poros y la rabia le cegaba a tal punto, que solo quería saltar sobre aquel hombre mayor, con tal de evitar que volviese a tocar a su valioso compañero de retos.
— ¡Estás loco! — sentenció cansada la chica — Imagínate si con Yamaguchi-kun te hubiésemos soltado, ¡quizás estarías en la estación de policías!
— ¡Pero no podía permitir que el papá de Kageyama le hiciese algo así! — arrebató exasperado, levantando los brazos — ¡No tiene derecho a tratarlo de esa manera!
— Hinata-kun, Yachi-san, cálmense, por favor
La voz tranquila y seria de Kita se colaba en los oídos de ambos mencionados, quienes se encontraban prácticamente de pie en sus puestos, hasta que retornaron a sentarse lentamente.
El de cabellos cobrizos solo pudo apoyar sus brazos sobre la mesa, ocultando su rostro entre ellos.
Yamaguchi, quien ingresaba con una taza de té recién preparada, se acercaba con cuidado hasta la mesita, sentándose al medio de sus dos compañeros, colocando el bebestible caliente a un lado del más bajo.
El aroma a flores y melisa se esparcía en el humeante vapor, inundando las fosas nasales de Hinata, quien comenzó a olfatear, hasta que logró mostrar su cara nuevamente.
— Comprendo perfectamente como te sientes Hinata, pero no es algo que puedas ir haciendo por la vida
— ¡Pero si incluso Suga-san quería defender a Kageyama!
— Y por lo mismo Kita-san tuvo que detenerlo, así como yo lo hice contigo
Normalmente Yamaguchi se mostraba tan amable y sereno como su voz, no era una persona conflictiva, había muy pocas cosas que lo sacaban de quicio, no obstante, ahí se encontraba con una mirada determinada y seria, a modo de reprenda hacia quien considera su amigo.
El silencio acompañaba la pequeña sala de empleados, el único ruido que se escuchaba de vez en cuando, era a Hinata soplando el borde de su taza, a medida que daba pequeños sorbos al té cálido, que poco a poco le iba calmando.
— Es mejor que nos vayamos a casa — decidió hablar el mayor, a medida que terminaba de doblar su uniforme debidamente y guardándolo dentro del casillero —. Solo porque Sawamura-san esté conversando con Sugawara-kun, no significa que no vendrán en algún momento a amonestarnos por no irnos todavía de aquí
ESTÁS LEYENDO
El lazo del destino 🧡 [KageHina] 💙
Casuale~ Shōyō Hinata se ha dedicado a la gimnasia rítmica desde niño, por eso viaja a una academia ubicada en Tokio persiguiendo sus sueños, ser el mejor del país. Sin embargo, no pensó que tendría de vecino a un arrogante futbolista. Como si los problema...