— ¿Kageyama? — preguntó aturdido — Sí, vive en el 403
— Muchas gracias, corazón
No alcanzó responderle, la chica se encontraba dando pasos largos hacia la puerta del mencionado, tocando insistentemente el timbre. La puerta se abrió y un malhumorado pelinegro hacía su acto de presencia sin entender porqué tanto escándalo.
Sin un ápice de timidez, la chica se lanzó sobre los labios contrarios, besándolos ignorando completamente que había alguien más viéndolos.
Ambos cuerpos entraron, la puerta fue cerrada y Hinata bastante atónito, recién lograba caminar hacia su departamento.
Había sido una jornada laboral bastante agotadora, sus pies no daban más. Como pudo se dio una ducha rápida antes de por fin tocar la colcha, enrollándose en las tapas buscando el calor de la fría noche otoñal. Sus párpados caían agradecidos por el tan anhelado descanso, hasta que escuchó unos ruidos provenientes del departamento de al lado, fuertes, resonantes.
¿Es en serio?
Sus manos tapaban los oídos en un intento inútil de no escuchar los gemidos provenientes del hogar de Kageyama. Durante el poco tiempo viviendo al lado de él, se había dado cuenta que era una persona de relaciones sexuales bastante activas, explicando el porqué siempre veía a alguien distinto entrar o salir de su puerta, y sin embargo, era la primera vez que oía a una de las tantas chicas que llegaron en su momento a ese lugar.
No descansó mucho, quizás a altas horas de la noche logró quedarse dormido, después que su cerebro lograra omitir completamente los jadeos contra la pared. Mas su subconsciente le jugó una mala pasada, dentro de sus sueños era él quien estaba contra el frío concreto, sintiendo su espalda resbalarse por ella, mientras tenía a más alto frente a él, tomándolo de las caderas para ayudarlo con el impulso, sintiendo como lo penetraba en cada movimiento, perdiéndose en el cuerpo del contrario, sintiendo un agradable hormigueo por todo su cuerpo.
Por más que se mojara la cara, no podía eliminar esas imágenes de su mente, incluso después de haberse ocupado de su miembro erecto como saludo matinal.
Maldecía una y otra vez. Su molestia iba dirigida totalmente a Tobio, a quien culpaba internamente por no dejarle dormir bien durante la noche, y por colarse en sus sueños sin permiso alguno, solo para alborotar las hormonas como si de un adolescente se tratase.
Coincidieron el horario de salida hacia el club deportivo, las ojeras eran notorias en la cara de Shōyō quien no dejaba de bostezar, el cansancio era arrastrado a tal nivel, que ni se inmutó en querer competir con su vecino, quien lo miraba extrañado.
Normalmente le cerraría la puerta del edificio en la cara, no obstante, al ver que no presentaba un mínimo de humor para armar alguna revuelta, se limitó a mantenerla abierta, hasta que vio al más pequeño salir junto a él.
— ¿Qué? — espetó molesto
— ¿Mala noche? — comenzó a caminar a su lado
— No me hables — giró su rostro, evitando el verle
— Amaneciste atravesado, campanita — rodó los ojos
— ¡Todo es tu culpa! — gritó cansado, viéndolo a los ojos — ¡No tienes ningún respeto por tu alrededor!
— ¿Se puede saber que estás hablando, idiota? — frunció el ceño
— ¡Tú eres el idiota, Calienteyama! — le gritó, apretando los párpados junto a sus puños
— ¿A caso quieres morir? — lo tomó de la bufanda — ¡Y qué clase de apodo es ese!
— ¡Si no hubieses cogido con esa chica, no tendría que haberlos escuchado!
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El lazo del destino 🧡 [KageHina] 💙
Casuale~ Shōyō Hinata se ha dedicado a la gimnasia rítmica desde niño, por eso viaja a una academia ubicada en Tokio persiguiendo sus sueños, ser el mejor del país. Sin embargo, no pensó que tendría de vecino a un arrogante futbolista. Como si los problema...