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—Regresaste—. Esas fueron las primeras palabras de Jeno en cuanto HaeChan cruzó la entrada.

Los tres estaban sentados en la sala, observando la televisión. Estaban, porque ahora su foco de atención había pasado súbitamente a ser el moreno. HaeChan asintió secamente con la cabeza, manteniendo un semblante neutral.

RenJun se levantó y le hizo una seña a Jeno para que lo siguiera.

—¿A dónde vamos?—preguntó el cambia formas de lobo, a lo que RenJun le hizo gesto de silencio y tomó su brazo para guiarlo hasta la salida.

—Quiero que me ayudes con algo—mencionó al abrir la puerta.

—Pero, ¿JaeMin y HaeChan?—Cuando RenJun cerró la puerta el rostro de Jeno le indicó el miedo que sentía a que todo salga peor de lo que ya estaba—. ¿Estarán bien?
—JaeMin es un muy buen negociador—sonrió—, créeme, no hay nada de qué preocuparse.

—¿Y en qué quieres que te ayude?

·

—¿Es muy difícil?—fue la pregunta que brotó de los labios de JaeMin. HaeChan asintió, porque sí, era malditamente difícil
enfrentar lo que les estaba sucediendo.
No existían manuales, guías, o tan siquiera un indicio de cómo empezar.


—Demasiado—. HaeChan avanzó hasta el sofá de la sala y se sentó junto a JaeMin—. Cuando todo esto inició fue tan abrupto, tan caótico, tan… anormal. No lo sé, creo que ninguno de nosotros lo esperaba. Creo que lo acepté sin darme cuenta, quiero decir, que seamos cuatro.

—¿Qué?—JaeMin se volteó a verlo como si fuese un alienígena—. Hasta donde yo sabía, tú eras el que menos lo aceptaba, ¿de qué me perdí?

—No, en realidad no me molestaba que fuésemos los cuatro. Creo que lo que más me molestaba es que yo, a diferencia de ustedes, no tenía claro por qué estaba siendo obligado, es más, lo aceptaba como si fuese tan simple como eso. Si me hubiese negado, de todas formas estaría condicionado a aceptarlo eventualmente, como si no existiera otra opción. Pero lo hacía, y me enfadaba hacerlo, porque eso implicaba que estaba moldeado al sistema,
que era tan sencillo convencerme de una locura porque sí. Me miraba al espejo y veía a un tonto. Al aceptar que fuésemos los cuatro también aceptaba que me gustaban los hombres, y al hacerlo automáticamente tenía sobre los hombros el peso de ser el estereotipo de cambia formas tipo candado. No me gustaba, aún lo odio un poco.

Quiero ser solamente yo, sin clasificaciones, sin estereotipos, sin prejuicios y sin temor a vivir mi vida con varios dedos señalándome. No estoy preparado para ser juzgado, ni siquiera soporto juzgarme a mí mismo. Creo que lo que soy no basta, no para esto.

—Lo que eres bastaría, si lo fueses abiertamente.

HaeChan volteó a ver a JaeMin. Al conectar sus miradas comprendió que estaba funcionando, que el rechazo no era parte de las posibilidades con él, y probablemente tampoco con Jeno y RenJun.

—Jeno tenía razón cuando me dijo que el problema era el collar. Me enfadé con él porque tenía razón. No es lo que todos creían. El collar, el dije, significan para mí más que solo aceptar que me gustan los hombres. Al aceptar el collar y el dije estoy asumiendo muchas cosas, entre ellas que le doy a las personas el derecho de deducir que sólo me gustan los hombres, que mi animal es débil, y más. No acepto el destino, acepto que la sociedad me haga menos por ser como soy. Asumirán lo que les venga en gana al ver el collar, posiblemente me enfrente al rechazo a diario. ¿Y sabes qué es lo peor? Que ni siquiera debería importarme. Es fácil decir que no te importa lo que piense el resto de ti, pero en la práctica se hace imposible porque vivimos en sociedad. Son todos contra ti, no hay forma de huir. Es como un encierro pactado, en el que ni siquiera sabes mi nombre pero sabes a qué etiquetas
respondo.

—¿Sabes por qué fue tan difícil para ti?—JaeMin sonrió suavemente—Porque estabas solo. No tienes que estarlo, estamos juntos en esto. Nadie va a obligarte a aceptar el collar, es mucha presión para cualquiera. ¿Te imaginas las dificultades que vamos a tener? Por ejemplo, si vamos a un parque temático y queremos entrar al túnel del
amor, ¿cómo vamos a hacer para meternos los cuatro en asientos para dos? No puedo dormir de imaginarme cómo van a hacer para que en mi identificación entren tres nombres en el apartado de “casado con:”, ¿y qué si me convierto en una estrella, y en mi gran presentación me da solamente un boleto para invitar a mi pareja? Esto va a ser un desastre, como cuando en el colegio nos pedían hacer grupos de dos.

HaeChan comenzó a reír, JaeMin también. Era impresionante lo fácil que era dejar los problemas atrás, ¿por qué no lo habían hecho antes?

—¿Y qué me dices de San Valentín? Vamos a quedar en quiebra, yo no puedo comprarles regalos a todos.

—Va a estar peor cuando queramos ducharnos juntos, vamos a necesitar un baño más grande.

—O podemos dividirnos, dos en la ducha, dos en la tina.

—Ya, ¿y qué vamos a hacer para dividirnos? Siento que para todo tendremos que hacerlo, entonces necesitamos
un sistema para no repetir, ¿no?

—También vamos a tener que comprar una cama más grande.

—Ni lo digas, ya podemos despedirnos de los descuentos de tres por uno.

—Y el papeleo será tres veces peor.
JaeMin sonrió ampliamente, apoyándose un poco en HaeChan.

—Pero también hay cosas buenas, piensa lo divertido que va a ser confundir a las personas.

—Tener sexo jamás va a ser aburrido.

—En general nada va a ser aburrido, la monotonía nunca va a alcanzarnos, le llevamos ventaja.

—Además nadie se atreverá a molestar a alguno de nosotros.

Ambos suspiraron al mismo tiempo y luego, al unísono dijeron: sí, puede funcionar.

Trébol de cuatro hojas - 00line [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora