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—JaeMin...—murmuró recordando que el cambia formas de leopardo la había traído consigo cuando se mudaron, seguridad había dicho él con su característica voz relajada. La habían ocultado juntos detrás de ese espejo, de manera en la que RenJun y HaeChan nunca se enteraran. JaeMin pudo haberla olvidado ahí, aunque si él realmente quería morir... ¿por qué no la utilizó? Era menos doloroso, pudo ahorrarse la agonía de desangrarse.

¿Por qué?

—Ni siquiera tendré una respuesta a esto, nunca en esta vida—susurró para sí mismo, sintiéndose agotado de repente. Dejó la pistola en una cajuela, junto a los collares de JaeMin y HaeChan, también el suyo. No quería llevarlo más en el cuello, quería morir sin él. Habían pasado por tanto por el estúpido collar, en realidad no tenía sentido.

¿Cuándo amar había sido tan doloroso? Incluso antes de que fueran los cuatro, dolió. Perdieron tanto tiempo con el collar, con las dudas, con la inseguridad y el miedo. Perdieron tanto por nada, golpeó la pared con fuerza, deslizándose por ella después.

Pasaron más días, pero nada sucedía. Nada, era la nada absoluta. ¿Por qué no estaba muriendo? ¿Acaso su condena era quedarse con ese dolor para siempre? ¿Se quedaría vivo por ellos? No quería eso, los quería a ellos.

No tenía sentido, RenJun, JaeMin y HaeChan estaban muertos. Tendría que haber muerto ya, lo único que quería era morir. No podía soportar eso, respirar. Cada vez que cerraba los ojos tenía la esperanza de no abrirlos otra vez. Siempre despertaba, estaba cansado, frustrado, dolido. Quería arrancarse el corazón.

Por un momento pensó en RenJun, en las veces que había hecho el desayuno con crema batida de más o cuando dejaba el café sin azúcar a propósito. Tuvo deseos de estar en la cama con él, abrazarlo y observar cómo sus labios se movían al hablar, como dos suaves algodones rosas, chocando entre las palabras, como si pidieran un beso. De repente una sensación fría lo capturó y sus ojos se llenaron de lágrimas. Eso no sucedería.

Toc, toc, toc.

Se levantó, fue hacia la puerta. Miró fijamente esta, preguntándose quién podría estar del otro lado. No había nadie a quien esperara, nadie que valiese la pena. No estaba con ánimo de tratar con nadie, iba a regresar cuando...

Toc, toc, toc.

Los golpes se hicieron más desesperados, más ansiosos. Contuvo la respiración, sintiendo un aura familia, un olor identificativo. ¿La persona tras la puerta...? Comenzó a temblar ante la posibilidad de verlo después de tanto. ¿Eso no había ocurrido con HaeChan?

—RenJun...—pronunció suavemente al verlo parado frente a él. Él se lanzó a su cuello, abrazándolo con fuerza.

Así es como comenzaba, la muerte tendría que estar cerca, tal vez esa noche, o al siguiente día. La cuestión es que no faltaba mucho, podría irse. Al fin.

Abrazó a RenJun de regreso, aspirando su aroma, se sentía tan real entre sus brazos.

—¿Dónde están JaeMin y HaeChan?—preguntó RenJun con la voz conmocionada pero débil, tomó el rostro de Jeno para mirarlo fijamente. Jeno sonrió tristemente, suspirando pesadamente, eran tan hermoso.

—Espero estén pronto aquí, junto a nosotros—contestó en voz baja. Soltó a RenJun y vio hacia el pasillo. Al menos no estaba solo, era él y sus alucinaciones. De alguna forma le daba paz—. Iré a dar un paseo, necesito respirar.

Salió del edificio a paso lento, viendo el exterior después de mucho. Las personas pasaban de un lado a otro, viviendo con tranquilidad, aunque no lo supieran. Imaginó lo que hubiese sido estar juntos, si ese día RenJun no hubiese sido secuestrado. Sería sensacional, ¿no? Pero, ¿y si no era así? ¿Qué si después de todo no estaban destinados? ¿Qué si se deterioraban de todas formas? ¿Habrían tenido peleas que los dividieran? ¿Habría llegado a estar tan enamorado de HaeChan como lo estaba? ¿Habría anhelado así a JaeMin? ¿RenJun sería cercano al paraíso?

Trébol de cuatro hojas - 00line [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora