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Estaba enojado, es decir, Jeno lo vio con TaeIl, claramente en una situación
indecorosa, o al menos el post-indecoroso. ¿Y qué hacía? Soltaba una estupidez. Quería sacarlo de quicio, repitiendo esa frase tonta por diestra y siniestra. Ya está, HaeChan sabe que lo de no ser gay es una estrategia macabra para que se harte de escuchar
una mentira.

Lo peor es que Jeno era tan torpe que no podía dividir algo serio de un juego. ¡Acababa de enterarse de que está en algo con su profesor! ¡Su jodido profesor! ¿Qué clase de confrontación era esa? ¿Acaso no era su amigo? ¿No se supone que debe decirle que eso está mal? Joder, es que no es como si HaeChan tuviese mucha moral para exigirle ser más razonable, no obstante, ¿realmente a Jeno le importaba más el dichoso cuarteto que su amistad?

De repente, y sin haber cuestionado su rumbo, estaba avanzando por los pasillos más vacíos de la universidad.

Estar molesto hacía que su animal se descontrolara, y de ver a alguien de seguro querría romperle la cara.

—¿Qué estás mirando, hijo de puta?—Lo dicho, estaba furioso. El chico que lo miró de reojo volteó al instante, pero a falta de personas cercanas, HaeChan se la tomó con él—. ¿Me estás ignorando?

Lo empujó contra la pared, notando que los amigos del desconocido saltaban a defenderlo. Es que solo a HaeChan se le ocurre meterse con alguien que viene en grupo.

—Oye, amigo, tranquilízate—le dijo uno de ellos, al ver cómo sus ojos tomaban tonalidad peligrosa. Su animal estaba en la superficie.

La pantera estaba lista para luchar.

·

Jeno, inicialmente, buscaba a HaeChan. Era escurridizo, demasiado para su bien. Pero, justo en ese instante, está corriendo por los pasillos. Siente los problemas cerca, y lo más probable es que el causante sea HaeChan. Al estar en el mismo lugar, es más fácil deducir de quién se trata. Además JaeMin y RenJun difícilmente eran tan
problemáticos como HaeChan. Bueno, en realidad JaeMin era el más explosivo de ellos, pero eso es otro tema.

—¡HaeChan!—Un grupo de cinco chicos pasó por su lado, casi a carrera,
murmurando entre ellos que alguien
estaba loco.

Al doblar el pasillo, comprendió a quién se referían.

HaeChan estaba parado en medio del pasillo, notablemente alterado, puños a cada lado de su cuerpo. Jeno lo vio
fijamente, sin reconocerlo del todo. Ese era el animal de HaeChan actuando por él, siendo completamente dueño de ese cuerpo. Ni siquiera estaba en su forma animal, eso era una locura.

—Esto es demasiado—murmuró para sí mismo. Jeno avanzó hasta HaeChan, no parándose porque el menor gruñía en voz baja, amenazando su territorio—. Estoy harto de esto, mierda, gobiérnate—dijo con dureza, más de la que quería. Con su diestra, en tan solo un movimiento, arrancó el collar de HaeChan de su cuello.

Lo tiró al otro lado del pasillo.

El sonido del dije chocando contra el piso fue su único acompañante. Volteó a ver a HaeChan con cautela, esperando que este saltase sobre él y lo atacara. No había furia en el moreno, sino una mezcla de dolor e
inquietud.

—Si tantos problemas te da el jodido collar, déjalo. No tienes que utilizarlo, ni siquiera es tu collar. No sé por qué sigues con él cuando dices odiarlo. Eres tu propio maldito problema.

—¿Qué demonios acabas de hacer?—La ira volvió. HaeChan casi atravesaba con la mirada a Jeno, sus manos temblaban y su voz era un poco más ronca, casi llorosa—. ¿Por qué hiciste eso? ¿Qué te da el puto derecho?

Trébol de cuatro hojas - 00line [NCT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora