⭑𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 12⭑

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christmas dinner

—Podrías dormir en el sofá

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—Podrías dormir en el sofá. -le dije señalando el sofá que tenia al lado de mi cama. Estaba muy agradecía de lo que estaba haciendo, venir a Murcia a hacerme el favor. Pero había que poner unos limites, sobre todo sabiendo lo que sería. Es mejor alejarse en ese sentido, y que cuando lleguemos a Barcelona solo seamos futbolista y la profesora de su prima.

—¿Y que pasa si entra tu padre? Si nos ve dormir separados el se comerá la cabeza.

—Creo que sería al revés. Y dormiría más tranquilo. ¿Quieres que mi padre tenga insomnio?

—¿No quieres que duerma contigo?

—No.

—Pues vale. Buenas noches.

Note su voz algo decepcionada y se tapo con la fina manta que tenía en el sofá. Vale, ahora me daba pena. Se ha venido hasta Murcia para hacerme un favor. Supongo que ya me separaré e él cuando lleguemos a Barcelona. ¿No?

—Ven, anda. - Se levanto como un resorte para echarse conmigo, puse una almohada para mantener las distancias entre el medio de nosotros y ya estaba cerrando los ojos cuando me dijo:

—Ya sabía yo que no te ibas a poder contener.

Solté un resoplido y me quede dormida. Cansada por el viaje.

A la mañana siguiente, cuando me desperté Pablo no estaba ahí. Baje a la cocina y tampoco lo vi. Di de desayunar a Clara mientras mi padre hacia tortitas. Y sentimos la puerta abrirse y un Pablo todo sudoroso se quita un casco para saludarnos.

—Buenos días, salí un poco a correr.

—Hola, chaval. ¿Quieres tortitas?-tuvo que contestar mi padre porque yo solo podía mirar su torso y como se veía lo tonificado que estaba por la térmica, más ajustada a él por el sudor.

—Claro.- se sentó a mi lado y yo le limpie la boca a Abril con una servilleta, ya que la tenía llena de chocolate.

—¿Tu no tienes que seguir una dietas?

—Por un día no pasa nada, es nochebuena.

—Hablando de eso, Olivia, necesito que hagas el paté.

—Tenías que haberme avisado antes. ¿Cuántos somos?

—Vienen tu tío, tía y tus primos, y la abuela, claro.- hacía mucho tiempo que no veía a la hermana de mi madre. Tuvo dos hijos, uno dos años menos que yo y una chavalín de 10 años.

—¿Hoy viene la yaya?-dijo Abril con la boca llena.

—¿Y Laura?

—Al final no puede venir, se que la querías conocer.

¿𝑁𝑂 𝑇𝐸  𝑆𝐴𝐵𝐸𝑆  𝐿𝐴𝑆  𝑇𝐴𝐵𝐿𝐴𝑆? pablo gaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora