CAPÍTULO VEINTE (TYLER)

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Mi hermana Carla salió del baño y se sentó en la silla frente a mí, esperando a que hiciera las llamadas pendientes. 

Tuve que hacer una búsqueda exhaustiva de antiguos contactos y colegas, gente con la que no hablaba desde hacía meses o años, para ver si alguno había visto a Franco o le había vendido algo. Franco era el novio de mi hermana desde hacía tres años, se conocieron por mi culpa y ahora tenía que hacerme cargo cada vez que un problema de este estilo aparecía. Porque Carla, al parecer, me echaba la culpa de la situación tanto como yo mismo lo hacía. 

La verdad era que yo no me juntaba con Franco desde hacía más de tres años, jamás hubiera colaborado con que su relación se hiciera más cercana, porque Franco era un desastre estando drogado o sobrio, y por esa razón me había alejado. El hecho de que Carla estuviera con un tipo como Él no dejaba de asombrarme, pero al parecer era ese tipo de relaciones en donde la chica cree que lo va a rescatar al pibe de la falopa y el pibe le sigue la corriente lo mejor que puede hasta que vienen estas inevitables recaídas de mierda. 

Y en estas situaciones era cuando Carla se acordaba de mí, y se acordaba de que lo había conocido por mi culpa, y esperaba a que arreglara las cosas. Y casi siempre terminaba haciéndolo, no sin antes intentar rescatarla de la pésima decisión de estar en pareja con un idiota como Franco. 

Me sorprendió con su llegada en un momento complicado. Rodri me había metido en un negocio de drogas de diseño hasta que recuperásemos nuestro antiguo oficio, y no tardó en comprarme con la idea en cuanto me mostró lo que podíamos ganar y lo buena que estaba la mercancía. Porque probarla fue irresistible. Habíamos mojado un porro con algunas gotitas de ácido, y nos estuvimos riendo como imbéciles como por tres horas en el jardín botánico, viendo las plantas y las estructuras agrandarse y achicarse, palpitar y derretirse. Fue bellísimo, y Rodri me convenció por completo. Rodri era la mejor persona que había conocido jamás. No porque fuese alguien ético o moral -en ese sentido era de lo más cuestionable-, sino porque era increíblemente gracioso y desinteresado. 

Y unas horas antes de que Carla llegase, yo estaba con tres planchas de LSD, cuatro frascos y cincuenta pastillas de MDMA arriba de la mesa, dividiendo y organizando los productos, cuando llamó a mi puerta y me dijo que Franco no aparecía desde hacía dos días. Y yo me quise cortar las bolas, porque no quería saber nada de Franco, y el hijo de puta había decidido tener una relación estable con mi hermana, casi como haciéndomelo a propósito. 

Al principio le dije que no pensaba ayudarla, que Franco era un idiota que no se podía cuidar y que esto se extendería hasta el final de los tiempos si ella no decidía acabar con las cosas de una vez. Que Franco hubiera desaparecido era razón suficiente para cortar con todo de raíz, pero después vi la expresión de desamparo en su rostro y esperé a que me dijera qué otra cosa pasaba. Y es que estaba embarazada. El hijo de re mil puta la había embarazado, y ella todavía no se lo decía. 

-Estoy segura de que en cuanto lo sepa se va a rescatar.- Me decía del otro lado de la mesa mientras yo seguía contactando gente a ver si lograba sacar alguna información.

Yo me limité a encogerme de hombros y no decirle nada más. Decidí que la ayudaría porque las circunstancias eran diferentes para ella esta vez, y no tenía nadie más que la pudiera ayudar a encontrar al papá de su futuro primer hijo. Yo, nuevamente, me quería cortar las pelotas.

Tuve que desbloquear contactos a los que había decidido sacar de mi vida por mi propio bien, tuve que volver a hablar con gente que me había cagado la vida años atrás, tuve que escarbar en la escoria de mi propio pasado porque sólo esa gente podía saber dónde estaba mi cuñado. Y al final lo encontramos, y Carla consiguió hablarle por teléfono y darle la bella noticia para ver si lograba sacarlo del lugar donde estaba, en Quilmes Oeste, a una hora en coche. Me ofrecí a llevarla, y estábamos a punto de salir cuando alguien tocó tres veces mi puerta.

TODO LO QUE HICE MALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora