CAPÍTULO TREINTA Y TRES (MAGA)

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Yo hubiera querido que hiciera lo mismo. Desaparecer, para preservarse. Yo misma no podía creer que había logrado salir de ese auto en movimiento. Era una de las cosas que nos enseñaban en la formación, abrir un baúl desde adentro. Por supuesto no todos los baúles se abrían de la misma manera, pero aquel era un auto bastante viejo. Lo que podía salir mal era que, al saltar del baúl, un auto pudiera arrollarme en aquel mismo instante, por lo que aproveché una frenada en la intersección entre la autopista y lo que después reconocí como la Avenida Marquez, en zona norte. 

Todo este tiempo supuse que Tyler me daba por muerta, mi único objetivo era demostrar que estaba bien. 

Pero donde fuera que lo buscase, ahí no estaba.

Evidentemente, se había mudado, igual que yo. No lo encontré en los lugares que habíamos tenido en común, ni en los que yo sabía que él habitaba. No lo encontré en Retiro, ni en el Abasto, ni en la estación de Once, ni por la zona del Museo de Bellas Artes, ni en el centro de Quilmes. 

Al principio no me importaba cuán imposible se me hacía la idea de encontrarlo, yo me presentaba en esos lugares y miraba para todos lados. Me ponía la misma ropa con la que me había visto, me quedaba pensando en lo que le diría cuando por fin me viese. 

Pero los meses pasaron, el trabajo continuaba, y se me ocurrió que la mejor manera de hacerle honor a nuestra amistad, era seguir intentando mejorar como persona, dejar de arrastrar los mismos viejos y malos hábitos, continuar con los nuevos, y recordarme todos los días que, efectivamente, estaba existiendo, estaba ahí. Y si Tyler lo sabía o no, no había mucho que yo pudiera hacer para encontrarlo. Porque lo que podría haber hecho, lo hice. Estaba claro que él no quería ser encontrado. 

Una vez me había hablado de la “ley del menor esfuerzo”. Consistía en que, cuando algo no aparece, tenes que dejar de buscarlo de forma activa para que naturalmente termine por aparecer frente a tus ojos. Estaba implementando aquello, pensé que quizás él también lo hacía. 

Y si no nos encontrábamos pero seguíamos con vida de todas formas, nos teníamos mutuamente. En el recuerdo.

Pero el sueño lo había logrado despertar todo. Cada impulso, cada emoción que me quería empujar y que yo intentaba silenciar, todo eso había vuelto de la manera más ruidosa posible. Tenía que buscarlo, pero en mi cabeza. Tenía que intentar pensar como él pensaba. ¿Seguiría siquiera en capital? 

Había pensado en buscarlo a través de la hermana, pero no tenía idea de su nombre. Tampoco sabía nada sobre la madre. Y Rodrigo estaba igualmente desaparecido, pero si lo encontraba, estaba segura de que no sabría nada sobre Tyler. 

Recuerdo una conversación que habíamos tenido en mi antiguo apartamento. Estábamos en el balcón, creo, y me había dicho que le gustaría vivir en ese mismo lugar. En ese mismo lugar. 

Cuando llamé al portero de mi antiguo edificio, me dijo que lo habían ido a ver varias personas. Una chica embarazada estaba ahí de parte del hermano. Esa información me provocó un nudo terrible en el estómago. Tal vez era pura casualidad, pero tal vez no.

Le pedí a Horacio que siguiera atento. No tenía el número de la muchacha, pero la recuerda preguntando por “departamentos similares” en la zona. 

Por supuesto no querría vivir en el mismo edificio, podrían encontrarlo si es que me seguían buscando a mí. 

Horacio me llamó una tarde de invierno para hacerme saber que el departamento había sido alquilado por una pareja de dos varones con una nena. Aquello no parecía servir de mucho. Le pedí el número de la agente inmobiliaria, antes no lo tenía pero para entonces lo había conseguido. Se llamaba Lorena. Lorena no podía darme información sobre sus potenciales clientes, así que hice la misma pregunta que había hecho la muchacha embarazada: “¿Qué otros departamentos hay por la zona, que sean similares?”. Había quince departamentos disponibles en total, en un perímetro de cuatro manzanas, divididos en tres edificios residenciales. Si Tyler ya se había mudado, su departamento no estaba incluido. Lorena me dijo que cerró sólo unos pares de contratos en los últimos meses, pero obvio que no me dijo en cuál edificio ni mucho menos cuál departamento. 

TODO LO QUE HICE MALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora