CAPÍTULO VEINTICINCO (MAGA)

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-No me parece que haya realmente nada por descubrir. 

-Por ahí eso es lo que hay que descubrir.

-Es contradictorio, pero tal vez sí. Tal vez no hay una meta, sino sólo un camino, un proceso hacia la muerte. Y esto es lo último que me vas a escuchar decir en nuestra conversación existencial porque estoy harto de darle tantas vueltas a la vida. Vamos a tomar algo.

Bean dio por terminada nuestra conversación y nos subimos al auto. Acabábamos de terminar un operativo de cuatro horas y habíamos quedado estúpidos.

Fuimos al mismo bar de siempre -el suyo-, y nos sentamos en el patiecito bajo la tenue luz del sol de la tarde. Bean pidió una cerveza y yo un gin con agua tónica.

Después de un rato de hablar del trabajo, y de la vida social del reino unido, volví a caer en el asunto del sentido de todo. Estaba harta de escucharme a mí misma darle vueltas al mismo tema, pero mi lengua decidía antes siquiera de que pudiera procesar mis pensamientos, y aparentemente mi lengua quería hablar de ello.

-Maga, me tenés harto. Sé que estás pasando por un momento de mierda, no quiero ni imaginar cómo te sentís. Pero, ¿qué son todas estas preguntas sobre la vida? O mejor aún, ¿Qué mierda te hace pensar que yo te puedo responder?

-Me siento perdida. 

Bean apagó su cigarro contra el cenicero y suspiró, asintiendo deliberadamente con la cabeza.

-Yo también me siento así a veces. A veces dura un tiempo largo, a veces es sólo un suspiro.

-¿Y qué haces cuando eso pasa?

Terminé mi tercer trago y le hice señas a Carlitos para que me sirviera uno más. Bean se encogió de hombros e hizo un gesto gracioso, como si no tuviera idea. Y es que probablemente no la tenía. 

-No hay nada ni nadie que nos pueda llenar el vacío frío, húmedo y profundo de existir, ni nada de dónde agarrarse.

Sonreí, porque aunque mi compañero odiaba las conversaciones filosóficas, se dejaba llevar y divagaba a través del lenguaje, y me agradaba ver que yo era alguien que despertaba eso en él. Especialmente en un idioma que no era el propio, que recién comenzaba a paladear, pero que dominaba cada vez más.

Rodó los ojos en señal de burla y siguió bebiendo.

-Maga, creo que es obvio que no tengo las respuestas que buscas. Soy una mezcla de malos hábitos y resignación. Un indigente con adicción a las sales de baño sabe más sobre la vida que yo.

-Está bien.- Alcé las manos en señal de rendición.- No voy a joder más con eso. Perdón.

-Volvamos, hay papeleo que hacer. ¿Qué día es hoy?

-Jueves quince de octubre.

Terminamos nuestras bebidas y volvimos al trabajo, intentando pretender que no estábamos completamente borrachos y agotados.

TODO LO QUE HICE MALDonde viven las historias. Descúbrelo ahora