05. Las Galerías

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05. Las Galerías

Déjame darte un beso, de esos que no
se olvidan, ni en otros labios, ni en
otras noches, ni en otras vidas
- Brando. Cartas al tiempo.

Ava Brown

Cuando desperté al día siguiente tenía un dolor de cabeza que quería morirme. No recordaba muy bien algunas cosas, todo era como un borrón extraño en mi memoria, pero estaba segura de que me había divertido.

Y, maldición, no debía haberme divertido con las personas que amenazaban a mi tío.

El destelló de Asher subido encima mío, bailándome, me hizo sonrojarme con fuerza. Peor fue cuando recordé haberme medio desnudado delante suyo.

Oh, por Dios.

No vuelvo a beber.

Me arrastré por los pasillos de mi casa hasta llegar al baño principal y sacar el botiquín de primeros auxilios. Rebusqué una aspirina y me la tomé de golpe, odiando el sabor a medicamento.

No había nadie en casa más allá de la ama de llaves y algún que otro empleado, papá debía estar trabajando en el ayuntamiento (mi tío lo metió como jefe en el sector de urbanismo) y mamá probablemente habría salido con sus amigas del club de golf.

Volví a mi cuarto, sin siquiera tener ganas de hacer algo más que dormir, y me lancé a la cama. Mi teléfono vibró en alguna parte, pero no lo busqué.

Dios, qué dolor de cabeza.

El aparato volvió a vibrar, más insistente, y gruñí antes de palpar toda la cama. Cuando lo encontré, miré el número desconocido con el ceño fruncido.

Colgué. No estaba de humor para teleoperadores.

Sin embargo, cuando sonó de nuevo, me obligué a responder. Quizá era algo importante.

—¿Sí? —cuestioné. Me sorprendió a mí misma lo pastosa y ronca que sonó mi voz.

Buenos días, pequeña.

Bufé al reconocer la voz de Asher. ¿Qué demonios quería? Eran las once de la mañana, lo sé, pero estaba de resaca y él debería estar igual que yo o peor.

Espera. ¿Cómo había conseguido mi número?

—¿Cómo tienes mi número?

Me lo diste tú anoche, ¿recuerdas? —busqué algún indicio en mi mente de que yo pudiera haberle proporcionado mi número telefónico, pero no lo encontré.

—No, no lo recuerdo.

Estabas muy ebria. No debí dejarte beber tanto, pero parecías contenta.

Fruncí el ceño.

Eso no suena para nada como yo.

—Lo sé —lo escuché sonreír—. ¿Te lo pasaste bien con mis amigos?

¿Qué es lo que quieres, Asher?

Frenesí (LM #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora