Cuentos De Lechuza

INVESTIGACIÓN

Harry lo pasó bien en algunas asignaturas, pero peor en otras. Eso era normal y no había razón para preocuparse, salvo si la asignatura era Pociones. Le había tocado de profesor Severus Snape, un viejo colega mío que, según vi escondida debajo de la mesa, no había cambiado en absoluto. Seguía siendo huraño, mordaz, borde e hiriente, y para colmo la había tomado con Harry y Neville; sobre todo con Harry. A Neville le hacía la vida imposible, poniéndole nervioso, acercándose a él cada dos por tres para desconcentrarlo, aprovechando además que Neville era muy torpe y Severus le daba un miedo horrible. Yo sabía que Neville era un miedoso (¿qué haría en Gryffindor?) pero creo que Snape es lo que más miedo le daba. Eso lo aprovechó muy bien el "profesor" (no sé en qué estaba pensando Dumbledore cuando lo contrató. Es bueno en Pociones, sí, pero…). Sin embargo, aún era peor con Harry, al que martirizaba con un odio especial. No sabía por qué, pero odiaba a mi enemigo —bueno, sentía que cada vez era menos mi enemigo—. No sé si era porque se parecía bastante a James Potter o qué, pero no podía ni verlo. Y eso lo pagó Harry con castigos y sustracción masiva de puntos para Gryffindor. Pero eso no desmoralizó a Harry, más bien fue un revulsivo. Cada vez me gustaba más ese chico. Tenía una voluntad de hierro y un genio terrible.

El único problema que aún veía en Harry era que se solía ver con Hagrid. Ese mastodonte era uno de los más fieles colaboradores de Dumbledore y, aunque era idiota, parecía mellar la mente de Harry poco a poco con sus ininteligibles palabras, cosa que me venía fatal si quería alejar a Harry de Dumbledore. Además, tenía algunas ideas en las que Harry podría tomar parte con algo de entrenamiento y ese estúpido podía arruinarlas. Tenía que mejorar eso como fuera. Por desgracia, aún no tenía nada pensado para evitar que Harry se relacionara con Hagrid.

Una de las clases donde más pude reírme fue la clase de vuelo para alumnos de primero de Hooch. Por lo pronto, Harry me sorprendió una vez más al coger la escoba de primeras (había que llamarla en vez de agacharse a por ella). A partir de ahí, la risa estuvo asegurada. Primero, Hermione lo miró con cierta envidia, pues ella no movía su escoba del suelo de ninguna manera. Le venía bien esa cura de humildad, porque resultó ser una sabihonda arrogante y necesitaba perder de vez en cuando. Mientras que algunos de sus compañeros la movían ligeramente, la suya estaba clavada al suelo. Eso la ponía furiosa, como pude ver en su cara.

«Hala, eso para que vayas de lista por ahí», pensé, posada en un árbol cercano.

Me reí bastante cuando a la comadreja le dio la escoba en la cara al intentar cogerla, aunque en cierto modo todo el mundo se rió con eso, sobre todo Draco y Harry. Además, los dos la habían cogido a la primera, por tanto no podían recriminarles nada. La clase era con los Slytherin y Harry tuvo la suerte de ser bueno en el tema, porque la mayoría de los Slytherin lo habían mirado con lupa, a ver si era tan bueno como decían su apellido y su reputación como el Niño Que Vivió. Ya demostró que no en Pociones, donde se rieron bastante cuando Snape lo martirizaba, y pensaban que ahí iba a ser lo mismo. Al menos, siempre había alguien de quien reírse y esa vez fue la comadreja… y Neville.

Realmente no sé qué le pasó a Neville, pero cuando consiguió hacer subir por fin la escoba a la mano, Hooch ordenó que subieran a la escoba, se elevaran varios metros y bajaran otra vez, tras explicarles cómo se hacía eso. Pues bien, a saber cómo, Neville no hizo eso, sino que se elevó torpemente, cada vez más alto, y se ve que no lo hizo voluntariamente, dada su palidez extrema. Lejos de acabar, salió volando erráticamente y, al cabo, se estrelló contra una pared, cayendo y rompiéndose una muñeca. Los Slytherin nos estábamos partiendo de risa, mientras los Gryffindor trataban de consolar a Neville. Al final, Hooch se lo llevó y Draco aprovechó para enredar.