¡GUERRA! ULTIMANDO DETALLES

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Voldemort estaba contrariado. Sí, vale, ya tenía listo su ejército de hombres lobo, encabezados por Fenrir Greyback, el asesino de niños. No le costó mucho su alianza, pues un ataque a Hogwarts le daría un gran surtido de presas a elegir; estaría más que satisfecho. Por otra parte, los gigantes también estaban bajo su control, por tanto tenían con ellos a unos grandes aliados… literalmente. Además, también contaba con la inestimable ayuda de los dementores, que siempre tuvieron de su parte alimento, pues ¿quién mejor que él, Lord Voldemort, podría darles tanto? Incluso tenía un número de inferi casi ilimitado, al poder aprovechar los muertos en combate para reabastecer sus reservas si le daban tiempo para el conjuro de nigromancia necesario para ello. Le gustaban los inferiores por la simple razón de que eran trabajadores eficientes, letales y, sobre todo, sin sentimientos. No dudarían, no se echarían atrás, no sentirían miedo ni remordimientos ni nada. Sólo obedecerían. Incluso tenía algunas sorpresas de última hora. En resumen, todo marchaba a las mil maravillas, salvo por el detalle de que había perdido a los mortífagos que habían secuestrado a Amelia Bones, a juzgar por los cadáveres que encontraron en la mansión Malfoy, pero era un detalle no muy importante. A fin de cuentas, eran simples peones inexpertos fácilmente reemplazables y el secuestro de Bones no era imprescindible para sus planes. salvo por el detalle de que había perdido a los mortífagos que habían secuestrado a Amelia Bones, a juez por los cadáveres que encontraron en la mansión Malfoy, pero era un detalle no muy importante. A fin de cuentas, eran simples peones inexpertos fácilmente reemplazables y el secuestro de Bones no era imprescindible para sus planes. salvo por el detalle de que había perdido a los mortífagos que habían secuestrado a Amelia Bones, a juez por los cadáveres que encontraron en la mansión Malfoy, pero era un detalle no muy importante. A fin de cuentas, eran simples peones inexpertos fácilmente reemplazables y el secuestro de Bones no era imprescindible para sus planes.

Aun así, Voldemort estaba contrariado. Y cuando no.

— ¿Me llamáis, mi señor?

Voldemort volvió ligeramente la cabeza y miró de reojo a la figura que acababa de llegar, pero no se volvió para recibirlo; no merecía tal honor.

— Llegas tarde, Lucius —espetó.

— Lo lamento, mi señor, estaba en el lavabo —se excusó Lucius.

— Esa no es excusa.

— Cuando hay necesidad, hay necesidad —murmuró Crabbe al oído de Goyle—, sobre todo con Lucius. Seguro que estaba planchándose el pelo.

— Es lo más probable, y es algo que no puede dejar pasar —añadió Goyle, siguiendo la chanza—. Sería imperdonable no tenerlo impecable en todo momento.

— Terrible, terrible, ya te lo digo…

— ¡Silencio, ahí atrás! —tronó Voldemort—. Te llamé, Lucius, porque no estoy nada satisfecho con los resultados.

— Mi señor, si es por la huida de Amelia Bones… —comenzó Lucius.

— Eso me es indiferente —interrumpió el Señor Oscuro—. Me referiré a que hemos tardado diez minutos más de lo conveniente en reunir nuestro ejército. Es lamentable.

— Disculpad mi osadía, mi señor, pero pienso que diez minutos más o menos no significan nada…

— Pueden significar la victoria o la derrota, Lucius —puntualizó Voldemort, mirándolo ya, y Lucius no pudo evitar un respingo.

«¡Maldición, qué feo eres!», pensó, una vez dejó de mirarlo, pues sabía que Voldemort era un experto en Legeremancia.

—Mis planes están organizados cuidadosamente, encadenándose unos con otros con precisión milimétrica —continuó el Señor Oscuro— . Si una situación no ocurre en el plazo previsto, se retrasan los siguientes eventos y se descoordina todo el plan. ¿Vas a entender?

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