¿ASESINO? SÍ, ES LA RATA

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Siempre he apoyado a Slytherin, eso es ya de dominio público, pero esta vez esperaba que, en este tercer partido contra Slytherin, Harry cogiera la snitch también a toda velocidad, y lo más espectacularmente posible además, ya puestos. En el partido contra Ravenclaw tenía que quitarse a la moscona de Chang de encima cada dos por tres y me daban ganas de comprobar si sus ojos botaban al caer al suelo tras mis picotazos, por tanto le costó más de lo normal ver y agarrar esa pequeña bola voladora, pero ahora no tenía a esa payasa haciéndole sombra, sino a Draco, por tanto Gryffindor ganaría antes. Sí, por una vez, quería que Gryffindor ganara lo antes posible.

Se podría pensar con eso que me cambió de bando en el Quidditch. Nada más falso. Primero, no me cambié de bando, pues yosoy un bando… o eso pretendo, al menos. Así pues, por nada del mundo, ni por Harry siquiera, voy a cambiar Slytherin por Gryffindor. Ni hablar del peluquín. Si quería que ganara rápidamente Gryffindor no era porque me había cambiado al equipo de Harry por amor o cualquier otra chorrada que se te previniera. Menuda gilipollez. La última carta que me escribió me afectó un poco, sí, pero no tanto. Una tiene su orgullo. No, quería que ganara Gryffindor para que ganara Slytherin. Eso, que parece contradictorio, en realidad no lo es. Si Gryffindor quería ganar la copa de Quidditch, tenía que ganar a Slytherin por, al menos, doscientos diez puntos. Con una diferencia menor, que era lo que yo quería, Gryffindor ganó el partido pero Slytherin se quedó con la copa. Y si ganaba Slytherin, mejor que mejor, pero sabía que eso no iba a pasar,

Lo malo fue que no coló y Gryffindor aplastó a Slytherin por doscientos diez puntos de diferencia. Los muy cabrones son tan buenos que incluso podrían permitirse esperar a tener una ventaja de setenta puntos antes de que Harry se decidiera a buscar la snitch. Qué hijos de puta, cómo me cabrean a veces, qué humillación.

En fin, todos los Gryffindor saltaron de sus asientos e invadieron el estadio para celebrarlo, mientras Draco bajaba al césped totalmente abatido.

—Oye, otra vez será.

Draco se volvió al oír la voz y se encontró cara a cara con Hermione.

—¿Qué quieres? —gruñó.

—Darte ánimos, pero veo que no los quieres —espetó Hermione, volviéndose.

—Espera, ¡Hermione!

Ella sonrió y se volvió de nuevo, mirándolo.

—Escucha… gracias por animarme, de veras —dijo, solemne—. ¿Nos vemos luego? Ahora necesito estar solo.

—Ya, me lo imagino —respondió ella—. Claro, asume la derrota. A veces es bueno perder tambien. Te ayuda a mejorar. Si ganas, quizás aprendas algo nuevo; si pierdes, aprende cosas nuevas seguro. Estare en la biblioteca si quieres hablar.

—Una cosa es perder y otra distinta es ser humillado —musitó Draco, deprimido—. Seguro que ahora te lo pasarás teta en esa fiesta que seguro vais a preparar los Gryffindor.

—No, no puedo. Tengo mucho que estudiar y no puedo distraerme, pero contigo haré una excepción si te dignas a hablarme. Te esperaré hasta que cierre la biblioteca.

—Te noto fría. ¿Qué pasa?

—Bah, una bobada de la comadreja, ya te contaré. Voy a estudiar.

Y se fue, dejando a Draco pensativo, con la escoba al hombro. Suspiró y también él se fue del estadio. Era verdad que necesitaba estar solo.

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