PERO QUÉ PERRO ERES, SIRIUS

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Este inicio de curso fue un tanto raro. Nadie salía a los jardines, por lo que pudiera pasar, y Harry volvía a ser el centro de atención de todo el mundo. No le hacía mucha gracia, pero pudo adaptarse. Por otro lado, los Weasley estaban acercándose poco a poco al grupo, haciéndolo más numeroso. Dos fijos ya eran Fred y George, y pronto se sumó Ginny, que congenió muy bien con Hermione. Pero no por haber Weasley en el grupo dejaron de verse con Draco y Lily. Hermione y Draco se volvieron a enfrascar en su ya particular guerra de pullas, desafiando su intelecto, mientras Lily se juntaba con Harry, bajo mi atenta mirada, por supuesto. Esa chica me caía bien, pero si se juntaba demasiado con Harry, lo lamentaría.

Por otra parte, el hecho de que Lily y Harry fueran amigos hizo que los Weasley desconfiaran, al menos al principio, pero al verlos conversar como si nada se dieron cuenta de que no pasaba nada porque hubiera Slytherin en el grupo y la aceptaron de buen grado. La simpatía de Lily era contagiosa aunque, insisto, que no lo fuera demasiado con Harry por el propio bien de su integridad física.

—¿No os vais a pasar este año por nuestra sala común? —preguntó Lily a Harry—. Ahora no hay mucho que hacer porque lo del lago se ha solucionado, pero siempre podemos echarnos unas charlas.

—¿Cómo sabes eso? —preguntó Harry—. No estabas cuando Malfoy nos pilló, aunque no sé cómo se las apañó para pillarnos, que esa es otra.

—Os pilló porque no supisteis actuar como Crabbe y Goyle —explicó Lily—. No es tan fácil imitarlos, son demasiado estúpidos para ser imitados por alguien de un coeficiente de más de 30 puntos.

Ambos rieron el comentario y yo me sentí tentada de hacer lo mismo, pero habría sido cantearme demasiado y ya tenía bastante con que dos personas supieran que estoy vivita y coleando.

—Lo de charlar es interesante —dijo Harry, prudente, a pesar de todo—, pero no sé si será una buena idea que dos Gryffindor se escurran en la sala común de Slytherin. Tú eres la única que nos acepta. Los demás nos iban a echar a patadas.

—No soy la única —discrepó Lily—. Si vais invitados por Draco, seguro que no pone nadie pegas.

—¿Y su reputación? —preguntó Harry—. Siempre piensa mucho en eso, e invitar a Harry Potter se la haría añicos.

—Ya no. Está por las nubes —dijo la Slytherin—. Modificó ligeramente la pelea del basilisco y se puso él como héroe, así que todo el mundo lo tiene en muy alta estima. Dijo que te ridiculizó matando al basilisco con magia oscura.

—Qué morro tiene, si lo maté yo tirándole un trozo de techo en la cabeza —dijo Harry—. Aun así, me da igual que él quiera llevarse la fama por eso. Para él la perra gorda. Ya tengo bastante con esto —señaló su cicatriz.

—¿Puedo tocarla? —preguntó Lily y yo me alerté. ¿Tocarla?—. No temas, no te haré daño. ¿Sabías que quiero estudiar medimagia?

—¿Estudiar qué?

—Medimagia. Pociones curativas, medicina mágica, sanación… Pero sólo como hobbie. Profesionalmente no sé aún lo que haré —miró la cicatriz con curiosidad—. ¿Puedo?

Harry asintió y Lily palpó la cicatriz con suavidad y yo consideré que se estaba pasando, así que le di algunos picotazos, por fresca.

—¡Eh, no piques, Hedwig! —exclamó, tratando de protegerse—. ¡Eso duele! ¡Creí que éramos amigas!

«Siempre y cuando no te pases», pensé, dejando de picarla por ahora.

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