CAZA DE BRUJAS (Y LECHUZAS, YA PUESTO)

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Ah, por fin vuelvo a tener el control…! No, no es que haya perdido los condones, es Harry quien… ¡Oh, basta ya de ese chiste tan malo!

En fin, tras haberme librado del yugo de Sirius, quitándome las ataduras y la mordaza que me impedían expresarme con libertad (ejem…), procedo de nuevo con la narración. Hubo una curiosidad en el viaje a Hogwarts, algo que rompió la monotonía sin duda. Estábamos en medio de una partida de 'snap' explosivo cuando, de repente, oímos un ruido en la ventana del tren, como si se tratara de granizo o algo así. Curioso, Neville se acercó para ver si estaba lloviendo o qué y vimos que no, que se capturó de una lechuza que quería entrar al vagón. ¿Qué querría?

—Qué cosa más rara —opinó Neville, abriendo la ventana para que la lechuza entrara.

—Muy rara, sí —confirmé, al ver que la lechuza iba directamente a por mí con una carta que, realmente, no me esperaba. La lechuza se fue por donde vino mientras abría la carta y la leía. Su contenido hizo que enarcara una ceja por la sorpresa.

—¿Qué pone? — preguntó Lily, metiendo la cabeza entre la carta y yo—. "Estimada señorita O'Connor…" —leyó, y yo fruncí el ceño por la extrañeza esta vez. ¿Señorita O'Connor? Cuando la leí yo estaba señorita Black. ¿Cómo lo ha hecho?

Era, efectivamente, de Dumbledore. Me comentó básicamente que tenía que haber llegado ya a Hogwarts para ultimar los detalles de mi contrato y no sé qué chorradas más que no me interesaban. Pero andaba preocupada porque ahora yo ya sabía a ciencia cierta que Dumbledore sabíaquien soy yo en realidad. No porque fuera a entregarme a los aurores, pues si hubiera querido yo ahora no viajaría con mis amigos en el tren, sino que posiblemente estaría ya en mi antigua celda llena de runas de Azkaban… o quizás en otra celda, esta vez normal, lo cual me obligaría a hacerle las runas para mantener mi poder y… en fin, no quiero ni pensarlo. No, mi preocupación estaba precisamente en por qué aún no estaba allí precisamente. ¿Qué aviones suplementarios tenía Dumby para mí? ¿Qué me esperaba en Hogwarts?

—Coño, tía, estás pálida —soltó Draco. Lo miré con ojos de asesina (no tengo otros) y se achantó. ¡Menudo cabronazo! ¡Se atrevía a llamarme "tía" delante de todo el mundo! ¿Y si me descubrían por su culpa? ¡No estábamos solos, había mucha gente en el vagón!

—¡Uf, vaya mirada le ha echado! —exclamó Susan.

Al instante comprendí que no lo había hecho con mala intención y me ablandé, sobre todo cuando me di cuenta de que los demás me estaban mirando con cara de sorpresa y quizás temor también, especialmente tras el comentario de Susan.

—Vaya… perdona, Draco —musité, controlando mis nervios—. La carta es de Dumbledore y me he puesto nervioso. Ese hombre me saca de quicio.

—No sé por qué —comentó Lily. Ella y Hermione tienen la cara pegada a la carta, leyéndola una y otra vez para ver qué me había alterado así—. Lo mires por donde lo mires, no hay nada ofensivo o intimidatorio. Sólo quiere hablar contigo de tus funciones en Hogwarts. ¿Por qué te has puesto así?

—Yo… —balbucí—, es que… tengo muchas cosas en la cabeza últimamente y…

—¿Es… es porque te llamó tía? —Preguntó Draco, aún inseguro.

—No, claro que no —aseguré, mientras le sonreía y le ponía una mano en un hombro para tranquilizarlo—. Es que estoy nervioso, no me fío de Dumbledore y me he alterado. Lo siento.

Draco asintió, más convencido, y la cosa quedó así. No obstante, tenía que personarme ante Dumbledore lo antes posible, lo ponía en la carta, por tanto me despedí de ellos y, tras explicarles a los "seguratas" mi situación y obtener su consentimiento, me Desaparecí, para Aparecerme en Hogsmeade. Desde allí hasta Hogwarts había un paseíto, pero me venía bien para prepararme; andaba muy nerviosa, por no decir asustada. No sabía lo que me tenía preparado Dumbledore.

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