EN EL CEMENTERIO

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Según me contó Harry, antes de Aparecerme unos cientos de metros más allá de donde se Apareció Crouch, ocurrieron algunas cosas que, al parecer, eran terroríficas. En fin, al gusto del consumidor. Me ciño a lo que me contó una vez más:

— ¿Eh? ¿Qué ha pasado? —se preguntó Harry, soltando la copa, nada más aparece en medio de un cementerio. Estaba todo oscuro y era muy lúgubre, pero eso no acobardó a Harry. No obstante, lo siguiente que oyó sí que le tuvo que poner la carne de gallina.

— Mata al otro —ordenó una voz fría y aguda.

— ¿A qué otro, mi señor? —este era Lucius, confuso. Eso, seguramente, le quitó la tensión a la situación—. Si sólo está Potter.

— Vaya, hombre, eso trastoca un poco mis planes —gruñó la voz fría, la voz del Señor Oscuro. Visto así, parecía un poco tonto—. Bueno, da igual. Actuaremos como si ya hubieras matado al otro. Tenemos que ceñirnos al plan inicial.

— Si vos lo decís… —murmuró Lucius, y sólo tuvo que hacer un elegante movimiento de varita (como no podía ser de otro modo al ser un Malfoy) para atraer a Harry a una de las tumbas, atándolo inmediatamente después. Aún me pregunto por qué Harry no reaccionó antes, pero bueno. Supongo que pensó también que vaya par de ineptos.

Harry, naturalmente, trató de forcejear una vez fue atado, pero no pudo hacer nada. En ese momento, se acercaron otros dos mortífagos, Crabbe y Goyle senior, que se juntaron con Lucius. Éste estaba salmodiando un conjuro en una letanía lenta, mientras Crabbe sacaba un caldero en el cual se podría meter a un hombre con otro hechizo y Goyle encendía un fuego. Luego de eso, Crabbe depositó un harapo en el fondo del caldero, un harapo que contenía lo que quedó del Señor Oscuro cuando fue humillantemente vencido por un niño de un año. Ahora me da la risa al recordarlo, pero mientras estaba en Azkaban lo que me daba era vergüenza. ¿Cómo podía yo, la poderosa y temida Bellatrix Black, estar por debajo de semejante engendro? En fin, dejemos de pensar en ello. Continúo.

— Un hueso de su padre, donado sin saberlo, revivirá a su hijo —dijo Lucius, y justo en ese momento salió de la tumba en la cual estaba atado Harry un hueso, que fue a parar al caldero. De alguna manera se había llenado de agua y ya estaba hirviendo, curiosamente. Son cosas que no me caben en la cabeza, la verdad, pero no soy quien para discutir eso ahora. A fin de cuentas, aún no estaba. Igual fue cosa de Harry, que andaba nervioso y no calculó el tiempo con precisión, no lo se…

Lucius continuó salmodiando mientras se producía una reacción en el caldero. De repente, paró, como dudando de lo que siguió después. Pero no dudaba precisamente.

— Carne del vasallo… ¿dada voluntariamente? —vacilo—. Pues conmigo que no cuenten. Crabbe, Goyle, os toca sacrificaros. Ahora.

— Ya, sí, vas listo si crees que voy a meterme en ese berenjenal —soltó Crabbe.

— Qué va, Lucius —señaló el otro—. Es que si me corto algo voy a notar algo así como una ausencia y, claro…

— Eso va a ser del riego —dijo Crabbe, guasón.

— Del riego va a ser, ea —sentencia Goyle, encogiéndose de hombros.

— Pues algo tendremos que hacer entonces —cortó Lucius—. Lo que está claro es que no pienso donar ninguna parte de mi cuerpo, ni siquiera para renacer al Señor Oscuro. Y aún queda otra parte más. Esto no es serio.

— Que se corte el aparato —susurró Crabbe a Goyle al oído, mientras Lucius caminaba de aquí para allá, en busca de una solución—. Total, para lo que le sirve ahora…

— Y además que sí —confirmó Goyle, riéndose lo más bajo posible—. Desde que se le largó la parienta p'a mí que no moja el churro.

Harry suspiró. La verdad, para estar diciéndolo en voz baja se les oía bastante bien. No me dijo si sentí lástima por Lucius en ese momento, pero lo que soy yo, ninguna. Le estaba bien empleado por cabrón, por echar a mi hermana ya mi sobrino de casa para meterse en ese lío. Por mí, como si le hiciera caso a Crabbe y Goyle y se la cortaba.

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