¡PROBLEMAS! YA ERA HORA

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Qué casualidad que las cosas ocurren en Halloween, al menos las que no quieres que ocurran. Ya parecía ser tradición, aunque esta llegaba de poco antes, desde el castigo de Harry. Tras algo menos de dos meses de absoluto aburrimiento, de pronto Harry empezó a oír cosas raras. Eso me habría parecido un caso grave de esquizofrenia de no ser porque yo también las oía, igual de claro que él, y si bien me llaman loca a veces, es porque soy algo sádica y psicópata pero no esquizofrénica, que no tiene nada que ver. Tal vez fuera por mi condición animal, al estar en mi forma animaga, pero me parecía oír una voz siseante como la de una serpiente hablar de matar, de descuartizar y demás. Eso asustó a Harry y a mí no me gustó tampoco; la única que debía matar y descuartizar aquí era yo. Odio la competencia.

Ya en la noche de Halloween, como digo, Harry y yo seguimos de nuevo la voz, acompañados por Hermione, que no oía nada pero que quería ayudarnos de todas formas. Esta vez Neville no quería ir con nosotros, pues lo de que Harry oía voces era demasiado para sus nervios, al menos de momento. No contaron con Draco, so pena de propagar por ahí que Harry Potter era un esquizofrénico sin remedio. Sería lo que le faltaba.

En un pasillo del segundo piso, encharcado por alguna razón, que llevaba a los servicios de Myrtle la llorona, una fantasma con la que me metí infinidad de veces de estudiante, encontramos dos cosas bastante tétricas. Primera, a Norris colgada de una argolla por la cola, tiesa, y lo peor era que no había sido yo y eso condiciona, quieras que no. Segunda, un mensaje, escrito con sangre, que tampoco había sido cosa mía; no suelo ser tan idiota como para poner mensajitos como este:

La Cámara de los Secretos ha sido abierta.

Enemigos del Heredero, temed.

Eso me asustó. ¿Por qué? Porque sabía de qué iba, a diferencia del resto del colegio. No lo viví personalmente, pues fue de una época algo anterior, pero sí oí a mis padres hablar del tema, pues sí fue de su época. No podía decir nada, pero sí sabía que debía alejarme de eso cuanto más mejor.

Cincuenta años atrás, un escondite secreto construido por el mismísimo Salazar Slytherin, el honorable fundador de nuestra noble casa, la mejor de Hogwarts sin duda, se abrió y lo que habita en su interior mató a una persona, Myrtle, o eso creo al menos, pues se dice que Myrtle murió hacía cincuenta años. Todo concordaba. El colegio estuvo a punto de cerrar, pero gracias al delegado de Slytherin (como no podía ser menos), que cogió al culpable, todo se restableció. Eso fue lo que me contaron mis padres.

Ahora, la Cámara de los Secretos, ese escondite secreto de Slytherin, había sido abierta de nuevo y lo que habita en su interior volvía a estar suelto. Eso era lo que oía, esa era la voz siseante, lo que habita en su interior, sea lo que sea. Pues no me hacía ni pizca de gracia. Eso de que hubiera asesinatos y yo no tuviera nada que ver me exasperaba.

Sus consecuencias se verían pocos días más tarde, pues ocurrieron otros ataques, esta vez a estudiantes sangre sucia, a los que lo que habita en su interior había petrificado. No había muerto nadie, por suerte, y no porque me importaran sus vidas, sino porque me importaba que Hogwarts siguiera abierto. A fin de cuentas, Harry tenía que completar su educación.

Más adelante, en un club de duelo ideado por Lockhart, en el que él mismo y Snape trataron de enseñar a los alumnos cómo defenderse en un duelo de magos, se decidió un culpable.

—La verdad es que casi voy con Snape esta vez —susurró Harry a Neville, que asintió, mientras Hermione animaba a Lockhart.

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