28|CHARLOTTE EN RED MIDNIGHT|

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— ¿Skylar, qué tienes en la cintura? —pregunta Bibi al verme dentro del camerino. Todas estamos cambiándonos.

Pude ocultar la mayoría de las marcas que Midas dejó en mi cuerpo, pero no fué suficiente con unas cuantas; las más visibles.

— Ah... Me he dado un golpecito en la mañana.

— Déjame ver. Vamos a colocarte algo allí.

— No —digo rápidamente, evadiéndola. Ella, e incluso las demás chicas, me ven confundidas —. Gracias —sonrío para disimular el hecho de que me he puesto  nerviosa—. Ya me he colocado una pomada.

«Midas. ¡Ésto es tú culpa!»

— ¿Te duele?

— No. Para nada. Solo ha quedado la marca, eso es todo.

Midas no quería que viniera hoy, pero he insistido en que no era necesario.

Tal vez debí quedarme en el departamento.

— Parecen marcas de dedos —dice Dana con diversión, mirándome de manera burlona—. Quizás Skylar solo está apenada, porque ha hecho cosas sucias y ésto es la prueba.

— Dana, por favor —se queja Baby.

— Ah, cierto —respondo de manera desafiante al mirar a Dana. Ésta tipa siempre se vuelve aún más insoportable —. Tal vez sí sea eso.

— ¿Skylar?

Veo a Bibi. Parece preguntarme algo con la mirada, pero honestamente no quiero dar explicaciones o quedarme callada ante Dana.

— Deberíamos salir pronto. El amo podría molestarse si nos seguimos dando tanto tiempo —es lo que digo antes de volverme a ver en el espejo.

Termino de arreglar el traje de hoy y coloco por último las botas de tacón que van a juego con el.

Luego, al salir, las chicas se van directo a lo suyo. Algunas sobre el escenario. Otras sirviendo bebidas en las mesas, o ayudando a los chicos en la barra.

No es mi turno aún. Estoy distraída con la música y la cantidad de personas en el lugar, que una hora después, cuando noto nuevamente a várias de las chicas a mi lado, me sorprendo.

— ¿Y ustedes qué hacen aquí? —cuestiono—. Si el encargado se da cuenta de que están allí, les va a llamar la atención. O peor aún, si el amo las ve.

— Shh, Skylar —expresa Baby.

— ¿Acaso te das cuenta de que la música suena más alta que mi voz?

— No importa —responde y me arrastra hacia su lado. Con ella está: Bibi, Dana y cuatro más de las chicas—. Estamos chismoseando.

— ¿Y qué se supone que chismosean? —intento buscar lo que sea que estén viendo, pero hay mucha gente bailando, bebiendo, hablando.

Hoy el club está demasiado animado. Por lo tanto, me cuesta dar con lo que sea que haya llamado su atención.

— ¿Acaso no te has dado cuenta? —pregunta Baby—. Mira hacia dónde suele sentarse el amo Midas.

— Ah, vale —asiento como una tonta y luego me percato de lo que ellas están viendo.

— Esa mujer tiene una semana viniendo a verlo. Es insistente —se queja Dana—. De solo verla insinuándose al amo, me dan ganas de arrastrarla por todo el club—en ese momento todas vemos a Dana con los ojos bien abiertos—. ¿Qué? Es cierto. Es una zorra.

— Que miedo con las mujeres celosas —comenta Baby con su brazo sobre mis hombros—. Aunque no lo negaré. Todas hemos estado igual de celosas todo éste tiempo. Sería bueno si alguien la sacara de aquí. Pero eso sería misión suicida, no me atrevería a ir hasta allí y hacer semejante estupidez.

NO TODO ES LO QUE PARECE ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora