Prólogo, Viserys

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Lucerys era la luz en la vida apagada de el Rey Viserys I Targaryen, aún recuerda cuando nació, los gritos de su hija se escucharon por toda la fortaleza roja y seguramente por todo Kings Landing fueron horas aterradoras y si bien su hija estaba en manos de los mejores maestres de todo westeros (y probablemente del mundo) eso tampoco impidió que hacía una década su adorada Aemma había perecido en labores de parto, Rhaenyra había tenido un parto del que salió victoriosa, pero Viserys sabía que aquello fue de milagro, este era su segundo parto y si era sincero con él mismo, estaba aterrorizado de que fuera el último.

Pasaron 18 horas para que los gritos cesarán, un sirviente le dijo <su gracia, la princesa Rhaenyra ha concluido su parto, bebé y madre se encuentran en excelentes condiciones> Viserys casi despidió a todo su consejo a patadas cuando fue a ver a su hija y su nuevo nieto.

Cuando encontró a Rhaenyra ella estaba llena de sudor, la camilla estaba manchada de sangre y los maestres tenían sus ropas manchadas del líquido caliente, sintió su corazón martillar cuando se acercó más a su hija, ella tenía un bulto envuelto en sábanas de los colores de la casa Velaryon que miraba con ojos llorosos y rojos, por un momento Viserys sintió que Balerion se había llevado a otro de los suyos.

Papá, es idéntica a ella, sus ojos son idénticos a mamá.

Al escuchar esto el rey sintió que su corazón latía aún más frenéticamente en su pecho (si es que era posible) recorrió la habitación en dos zancadas y cuando estuvo frente a su hija, observo lo que ella le estaba diciendo con dolor y alegría.

Su Aemma, su preciosa Aemma estaba plasmada en el rostro de su nieto

Los ojos de Lucerys era del mismo azul cielo que su difunta esposa poseyó en vida, su piel era de un tono más pálida que la de él o su hija era la piel de Aemma, una pelusa chocolate en su cabecita que tenía como cabello, la nariz puntiaguda y curva pequeña y chata como la nariz de Aemma y sus mejillas, dioses de valyria, ver a su nieto recién nacido era como ver a Aemma luego de décadas sin ella.

Este es un regalo de los dioses Valyrios me han concebido, serás el más hermosos de los príncipes, los nobles pelearán por tu atención, el más amable y el más amado de westeros, mi nieto favorito

Las malas lenguas dicen que el rey Viserys no se despegaba de Lucerys en sus primeras lunas de nacido, e incluso cuando el pequeño príncipe empezó a intentar hablar y gatear, Viserys estuvo ahí.

El niño que una vez sostuvo en brazos creció y como lo había declarado el día de su nacimiento, Lucerys fue el más hermoso de los príncipes, su belleza incluso superó a la de su madre (y los más atrevidos llegaron a decir que hasta a la difunta reina Aemma), sus ojos azulados eran un cielo del que todos los nobles quería sentir su brisa, sus mejillas rellenas que le daban su toque inocente, su nariz pequeña y puntiaguda, sus labios rosados siempre de un tono brillante, su piel pálida y sus rizos de un chocolate que todos querían beber, se hicieron canciones de Lucerys, la gente amaba al pequeño príncipe desde que era un bebé, lo llamaron El Príncipe de los corazones en westeros.

Contra todo pronóstico, Lucerys no fue malcriada en absoluto, aunque su madre, sus abuelos, sus padres,sus tíos y hermanos, los sirvientes e incluso la reina alicent, lo llenaban de regalos y le concibieran todo lo que pedía y lo que no, Lucerys era de corazón cálido, sus sonrisas eran sinceras, sus ojos brillaban como faros en el mar , sus actitudes inocentes y de buen corazón.

Lucerys era de corazón noble.

Cuando sucedió el incidente en driftmark, Viserys intento estar furioso por lo que le había sucedido a Aemond pero la verdad sea dicha, el cansado rey solo podía pensar en que su preciada Lucerys tenía su naricita lastimada.

De Flores Y Espadas - Lucerys Velaryon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora