De Flores Y Espadas - Lucerys Velaryon

23, Caceria, peleas y avistamientos, Rhaena

Seguir a la flota fue fácil.

No intentaron ocultarse, no se disolvieron y los mismos barcos que llegaron a la capital Westerossi, eran los mismos que desembarcaron en Essos.

Los seguían solo a dos días de distancia, por Arrax más que nada.

La bestia era enorme, más grande que cualquier otro dragón, pero más pequeño que Vhagar.

Y por lo que le hizo a los otros dragones, se le debía un respeto temeroso.

Su abuela se quejó todo el viaje, sobre el ataque, sobre ir todos juntos tras de esto, sobre la locura que era y por supuesto, había discutido miles de veces con su abuelo.

Lo cual no sirvió de absolutamente nada, su abuelo está tan feliz como nunca lo ha visto, ignora la negatividad de su esposa la mayoría de las veces y canta a viva voz.

No hay tripulación, son ellos cuatro y nada más.

Así que Rhaena y Baela son sus almirantes, se encargan de las velas, del timón cuando Corlys cocina, porque si, el abuelo está tan feliz que cocina solo. También se encargan de la pesca de esa cocina.

Puede que sea la emoción de ver a Lucerys, la aventura inesperada junto a la serpiente marina o el hecho de que estén ellos cuatro solos en un barco, pero rhaena no se sentía tan feliz y tan eufórica en mucho, mucho, tiempo.

Es feliz.

En este pequeño instante, con su vestido rasgado por el trabajo y su delicada tela rota, con sudor y sucio en el cabello, con la sal y la mar golpeando en su cara, es feliz.

Y no habría que ser un genio para saber que Baela se sentía igual.

Su hermana era mucho más audaz que ella. Baela estaba hecha para la aventura, tal vez no para el mar, pero si para tomar un liderazgo, para todo lo que se necesite valor, una mujer intrépida.

Este viaje, al menos a los tres los mantenía muy contentos, una cacería, una aventura, buscando el premio mayor, la olla llena de oro al final del arcoíris.

Buscando a Lucerys.
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Baela no se ha sentido tan viva en mucho tiempo.

Daemon que ahora puede ser la mano del rey, es un hombre indiferente. Indiferente a él sufrir de algunos, al disgusto de otros, indiferente a la muerte, Daemon no es indiferente a la paternidad.

Su padre es un hombre tan presente como su ocupación le permite, se ha esforzado en ser un buen padre para todos, criándolas a ellas y a sus hermanos y hermanastros por igual.

Sin duda ella era su favorita, la más parecida a él, la más fuerte de todos. Pero Baela sabía que en realidad ella era la segunda favorita, su padre veía con ojos más suaves y amorosos a otro más.

Ella nunca tuvo problemas con eso, Lucerys también era su favorito, el de todos la verdad, la pérdida del castaño les costó la vida todos.

Ahora Baela siente esperanza, siente plenitud, su espíritu de aventura siempre ha sido bueno y alto, aquí está ella con el mar en su rostro y las estrellas encima, le gusta esto, sentir el aire en su rostro, entre sus rizos, como lo hace cuando está sobre moondancer.

Pero ella siempre será sangre y fuego, por más madre Velaryon que tenga.

Baela camina despreocupada hacia el cabaret que comparte con su hermana, sus abuelos comparte el otro.

Piensa en jacaerys y su lindo perfil, si toda esta situación le provoca su hábito de pucheros en sus labios y como se sentirá a no tener a ella que suele besarlos de la ternura.