06.

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Han pasado sólo diez minutos y gracias a Dios, Zabdiel no ha hecho nada más que gruñir cuando el omega y su primo quedan demasiado cerca o se sonríen entre si. Para Christopher, se sentía agradable. Estaban debajo de un árbol que les daba sombra, el aire hacía que sus ramas chocasen e hicieran un ruido relajante.

—¿Cuánto tiempo van a tardar aquí? —Zabdiel pregunta, interrumpiendo y escribiendo algo en su celular.

—Como... una hora o un poco más. —Christopher mira el reloj de su teléfono.

—Okay. Me voy. —Zabdiel se pone de pie. —Ten esto, si quieres puedes comprarte lo que sea para comer. —Deja unos billetes dentro de la mochila del omega y se comienza a ir.

—¿Irás a trabajar?

El alfa sólo encoge sus hombros pero nunca detiene su paso.

—¿Es difícil tratar con él? —Alan pregunta. —No sé por qué actúa así contigo. Muchas de nuestras tías lo aman por ser protector.

—No se, desde siempre ha sido así conmigo.

—¿Así cómo?

—Como hostil e idiota.

Alan asiente, copiando unas cuántas cosas en su libreta.

La asesoría va bien, el alfa aprende bastante rápido al parecer. Alan siempre fue amable con él y en ningún momento insinuó algo o dijo cosas subidas de tono. Al contrario, dijo que estaba feliz de tenerlo en su familia y aún más feliz de que pronto sería tío. Dijo que de los primos, Zabdiel era el primero en emparejarse y tener un hijo. Bueno, igual el alfa rizado era de los más grandes de sus primos, su familia era joven aún.

Con el dinero que Zabdiel le dio, vio que podía comprar algunas cosas en el súper

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Con el dinero que Zabdiel le dio, vio que podía comprar algunas cosas en el súper. Eso sería mejor porque así con eso comerían los dos. En un pequeño súper mercado compró bananas, pan, jamón, queso y algo de leche de vainilla. También recargó su celular con algo de saldo. Vio la hora y ya eran cerca de las 6 p.m., y todavía tenía que esperar por el autobús que lo llevara a casa.

Caminando a la estación, pasó por una tienda de arte, ahí compró una lata pequeña de pintura en aerosol, negra. Tenía un trabajo con Erick el viernes, así que mejor lo compraba de una vez.

El  autobús, suspira feliz, sólo quiere llegar a casa y comer algo, par después tomar una ducha y dormir hasta el día siguiente. Cerca de las 7 p.m. está abriendo la puerta de su pequeña casa. Huele a cigarro y otras cosas, por la entrada de la cocina sale una finísima capa de humo. Dentro está Zabdiel, acompañado de dos alfas más y a esos Christopher no los conoce.

Hay botellas de cerveza en la mesa, también vasos sucios y una botella de whisky barato a medio tomar.

—Ehh... —Christopher entra con las bolsas y las asienta en la mesita, al lado del lavatrastos.

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